Escribió Eduardo Galeano, en su libro Patas Arriba: la escuela del mundo al revés, que “hace 130, después de visitar el país de las maravillas Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana”. Claro que eso encontraría Alicia con tan sólo asomarse desde la ventana de una casa mexicana. Eso es el México en el sexenio de Enrique Peña Nieto: un país al revés.
Un país donde el presidente y su esposa pueden adquirir o utilizar propiedades vinculadas con contratistas del gobierno, en claros ejemplos de conflictos de interés, y únicamente salir a pedir perdón por la “percepción” generada. Un país donde el presidente puede ser señalado por un presunto plagio en su tesis de licenciatura y la respuesta oficial se limita a decir que fueron “errores de estilo” y “metodológicos”. Un país donde “frente a un acto consumado (…) es imposible proceder en ningún sentido”.
Así llegamos al cuarto informe de gobierno, sin muchas cosas buenas por destacar por más que el mensaje del presidente sea que “lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”. ¿Y qué hay de bueno por contar? Ahí están como ejemplo las reformas estructurales surgidas del Pacto por México, que sirvieron, en su momento, para soñar con el Mexican moment.
Nos dijeron que con la reforma energética se acabarían los gasolinazos y la luz no subiría. A partir de mañana la gasolina magna y el diésel registrarán un aumento en su precio y las tarifas de luz subirán para el sector industrial y comercial. Con una reforma en telecomunicaciones que aún sigue sin lograr algunos de sus cometidos en materia de radiodifusión: la tercera cadena de televisión aún no inicia totalmente sus transmisiones y en materia de audiencias, el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) nos sigue debiendo los lineamientos para los derechos de las mismas. Con una reforma educativa que parece irse disipando más que las aspiraciones del titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) rumbo a Los Pinos. Con una reforma en transparencia cuya principal plataforma de acceso a la información presenta errores cada cinco minutos y donde la opacidad sigue siendo el pan de cada día. Reformas estructurales que nos llevarían al país de las maravillas.
Y aun nos quedan dos años. Dos años donde un nuevo escándalo sobre el presidente y su familia poco podrá sorprendernos; dos años donde miraremos más hacia la sucesión presidencial que al actuar del gobierno en turno; dos años donde nos seguirán vendiendo el país de las maravillas, aunque vivamos en el mundo al revés.