“Las victimas de Hitler y Stalin.
A menudo fueron asesinadas de una manera monótona y mecánica, sin emociones humanas, sin odio. Fueron asesinadas porque no se ajustaban,
por una u otra razón al esquema
de la sociedad perfecta”.
Zygmunt Bauman
Por qué la ley no se acata? Así como existen diversas complejidades para la creación de las leyes, otro de los grandes problemas de la crisis de legalidad en que se encuentran los tiempos actuales es el que corresponde al cumplimiento de la ley, pero se han realizado muchos estudios relacionados con el cumplimiento de la ley por parte de los ciudadanos, es decir, no somos capaces de acatar las disposiciones legales o no nos interesa cumplirlas, lo que ocasiona una diversidad de problemas; para el profesor Carlos S. Nino, es una de las razones por las cuales no existe el desarrollo en los países de América Latina como en los países europeos (Nino, Carlos S., Un país al margen de la ley, Emecé, Buenos Aires, 1992). Para otros, es necesario el derecho penal para que se haga efectivo el cumplimiento de la ley, es decir, se requiere de la existencia de los delitos y las penas para que la población cumpla con las normas jurídicas; por ello, el profesor alemán G. Jakobs ha sostenido que no existen bienes jurídicos que tutelar por el derecho penal, sino que en realidad lo que busca el derecho penal es hacer cumplir las normas jurídicas, pues solamente habiendo sanciones la ciudadanía tomaría en serio sus obligaciones y las acataría (Jakobs, Günter, El lado comunicativo y el lado silencioso del derecho penal, Flores Editor y Distribuidos, México, 2015).
Pero existe otro enfoque respecto al cumplimiento de la ley, no por parte de la población, sino en lo que respecta a las propias autoridades que se encuentran dentro de su empleo o funciones en el papel de aplicadores estrictamente de las leyes. ¿Qué sucede con jueces, magistrados, ministerios públicos, policías, inspectores? Todos estos, ¿efectivamente están cumpliendo con la ley? ¿Qué sucede cuando la ley es contraria a sus convicciones, ideales, moral y religión? ¿Cómo fue posible que la población alemana participara en la comisión de todos los delitos que, se sabe, sucedieron durante el régimen nazi?
Respecto a todas estas preguntas, se han presentado un sinnúmero de respuestas, todas sumamente complejas y dramáticas, que demuestran que el cumplimiento de la ley es simbólico; por ello, la sujeción a la ley por parte de quienes tienen la obligación de cumplirla evidencia que la ley ha muerto.
Es claro que la burocratización de las funciones del Estado ha transformado los empleos de los servidores: no ven personas, observan expedientes, no tienen enfrente a los ciudadanos, son papeles, no hay nombres de por medio, son números de registros, no son sucesos los que tiene que juzgar, son asuntos. Esto ha deshumanizado la función de los servidores públicos; por ende, los resultados de sus trabajos se traducen en estadísticas, números de casos resueltos y sentencias dictadas, sin importar qué hay atrás de cada uno de estos expedientes. Por ello, el cumplimiento de la ley es sistemático. En las escuelas de derecho se adoctrina bajo el principio de que “la ley es la ley”, por eso hay que cumplirla. Por tal razón, no se sabe qué hay detrás de cada uno de esos usuarios del servicio público en la administración pública o de los expedientes de los juzgados y tribunales.
En resumen, el trabajo en el Estado es totalmente deshumanizado; ningún servidor público, funcionario, prestador de servicio, juez, magistrado, etcétera, tiene conciencia de los efectos de su trabajo, si éste es para bien o para mal; si el trabajo va a permitir una consecuencia correcta o incorrecta. De esta forma, al final de la Segunda Guerra Mundial, con el resultado de 15 millones de muertos, se ha confirmado que, de seguir así el servicio del Estado, se banaliza –dice Hanna Arendt– el mal (Arendt, Hanna, Eichmann en Jerusalem, Lumen, Barcelona, 2003). En palabras de Z. Bauman, los trabajos en los tiempos de la modernidad resultan adiafóricos –éticamente neutros– (Bauman, Zigmunt, Modernidad y holocausto, Sequitur, Madrid, 2010).
De esa experiencia catastrófica, la recomendación principal para conocer lo que sucede cuando se cumple con la ley en forma mecánica es, en palabras del sociólogo polaco, que: “La mayor parte de las burocracias no se toman en serio la romántica formula que recomienda que todos burócratas, y en especial los que ocupan los puestos más elevados, “empiecen desde abajo” con el fin de que, mientras ascienden, aprendan y memoricen toda la cadena del proceso… La mayor parte de los funcionarios pueden dar órdenes sin saber cuales serán sus efectos”. Desafortunadamente los cargos más elevados llegan desde arriba, y los de abajo se quedan abajo: unos sin conocer las consecuencias en el acatamiento de las leyes; y los de abajo, por resentimiento, son ambos, aplicadores de la ley, sin saber las consecuencias de ello. Total, están colocados atrás de un escritorio. Ésta es una de las razones de la muerte de la ley.