Desde 1980 no me sentaba frente al televisor para seguir la inauguración, las competencias deportivas ni la clausura de los Juegos Olímpicos. En este 2016 no ocurrió el milagro de que, súbitamente, me interesara el asunto. Más bien, mi consigna de no ver la televisión abierta y consumir televisión restringida me colocó en una situación de curiosidad morbosa: formo parte de la audiencia de la televisión pública (Canal Once, Canal 22) y tomé conciencia de que ellos transmitirían el acto. El duopolio televisivo se quedó al margen y así, decidí que el viernes 5 de agosto haría un monitoreo para tomar postura sobre el acontecimiento mediático.
Pude constatar el discurso informativo de Foro TV, ya que mientras en el Canal 22 se transmitía el desfile de las delegaciones, la programación normal del canal de paga de Televisa corría sin hacer alusión alguna al referido acto. Hacia la noche, llegó la hora del noticiario nocturno y en el teaser se refirió a las manifestaciones en contra del gobierno brasileño en el contexto de la inauguración de una “justa deportiva internacional”. Sonreí burlona y moví la cabeza tratando de acomodar la información que acababa de escuchar. Decidí permanecer en el noticiario referido para ver si en la nota ya se nombraba a las Olimpiadas.
Pues no. “Justa deportiva internacional” para no llamar a las Olimpiadas por su nombre y la nota no duró más de 30 segundos. El bloqueo del acontecimiento por razones comerciales llevó a redactores y lectores de noticias a ceñirse a los protocolos desinformativos que en Televisa son una tradición. De inmediato recordé los giros retóricos con que acostumbran eliminar de la realidad aquello que nos les conviene a sus finanzas o a sus intereses políticos.
Por mi memoria desfiló el Jacobo Zabludosky de 1994, refiriéndose a los “trasgresores de la ley” con tal de no llamar por su nombre al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, o bien el célebre episodio en el que el senador Santiago Creel fue borrado con blur, esa especie de bruma televisiva que los realizadores de video usan para difuminar en una imagen algo que consideran impresentable. Televisa es muy previsible pero nunca pensé que hasta los Juegos Olímpicos fueran víctimas de su retórica de ocultamiento.
Regresé al Canal 22 para ver a los atletas armados con sus minimalistas cámaras de última generación para documentar su condición de atletas participantes en el gran acto. Muchos bailotearon frente a la cámara de televisión y manejaron sus redes sociales al instante. Cuerpos esculturales (como el abanderado de Tongo, que se convirtió en una sensación en las redes sociales), atuendos exóticos, atuendos inexplicables, atuendos sobrios… Hubo de todo. Los cantantes entrañables del Brasil profundo hicieron play–back frente a la audiencia mundial, y la antorcha olímpica llegó al estadio Maracaná.
En la mesa de los “Medieros” comentamos las tribulaciones de un país convulsionado por la política interna, el repudio al presidente espurio que pretende deshacerse de la presidente elegida democráticamente, hoy denostada y a punto de la destitución. Brasil está partido por sus diferencias internas, el reparto injusto de la riqueza, los escándalos de corrupción y por si fuera poco, con el compromiso de llevar adelante las Olimpiadas.
En las entregas por venir, los “Medieros” harán valoraciones sobre el cambio de paradigma comunicacional que implica esta edición de los juegos: la televisión digital y los modelos alternativos de transmisión están teniendo un impacto en los consumos y veremos sus efectos a largo plazo. Para los estudiosos de la comunicación queda claro que el laboratorio comunicacional en que se convierten estas transmisiones se deja sentir en el cuatrienio por venir.
Sin embargo, no está por demás tomar en cuenta que de acuerdo con la primera Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales elaborada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel), 56 por ciento de los hogares mexicanos sólo pueden acceder a la televisión abierta, y 81 por ciento ven estos canales como fuente de entretenimiento e información. El documento divulgado esta semana nos pone frente a un espejo que no nos hace ver guapos ni con acceso a los sofisticados sistemas que hoy están divulgando las Olimpiadas.
Los televidentes ven con más frecuencia el Canal de las Estrellas de Televisa (64 por ciento), Canal 13 de Televisión Azteca (47 por ciento), Canal 7 (37 por ciento), Canal 5 (36 por ciento), Gala TV (17 por ciento). A los adultos les gustan las telenovelas y a los niños El Chavo del 8 y Bob Esponja. Fueron entrevistados 8,750 usuarios de zonas urbanas y rurales de entre 7 y 65 años. Seis de cada 10 personas no contratan servicios de televisión de paga por el costo. Pero el verdadero drama es que la población que sí tiene contratada televisión de paga, prefiere los mismos canales que los que se transmiten por el sistema abierto.
Así, los televidentes mexicanos escucharon aquello de la “justa deportiva internacional” o ni siquiera se enteraron, porque Joaquín López Dóriga no mencionó el tema en el noticiario televisivo nocturno que está a punto de salir de la programación. No deja de sorprender este cerco informativo sobre las Olimpiadas. Junto a los zapatistas, integrantes de movimientos sociales, colectivos, y el largo etcétera de luchadores sociales, los Juegos Olímpicos pasaron a ser parte del amplio grupo de innombrables del duopolio televisivo.