Viernes, abril 19, 2024

Rivera cumple 50 años de sacerdote; nada hay que celebrar: Padre Tacho

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La decisión de Norberto Rivera Carrera, cardenal y arzobispo primado de México de celebrar en esta ciudad sus 50 años de vida sacerdotal ha revivido recuerdos adversos a su persona, sobre todo entre un sector del propio clero que fue severamente lastimado durante los 10 años que estuvo como obispo de esta diócesis.

Ellos fueron formados en el Seminario Regional del Sureste (Seresure); algunos fungieron después como maestros en ese sitio, donde se tomó como parte fundamental la Teología de la Liberación, que tenía como principal objetivo la opción preferencial por los pobres y la inculturación del evangelio.

El Seminario Regional del Sureste fue fundado en 1969 por los obispos de la región sureste del país, entre ellos Samuel Ruiz García, de San Cristóbal de las Casas; Arturo Lona, de Tehuantepec; Ernesto Corripio Ahumada, de Oaxaca, a quien posteriormente sucedió Bartolomé Carrasco y Rafael Ayala y Ayala de Tehuacán, todos ellos enviaron a los jóvenes aspirantes al sacerdocio para formarse en ese seminario.

Para los sacerdotes que egresaron y los seminaristas que vieron truncado su anhelo de llegar al sacerdocio, la figura de Norberto Rivera representa la represión, la tiranía, la mano que negó a los pobres la posibilidad de contar con más pastores comprometidos con su pueblo.

Llegó en 1985, nombrado por Juan Pablo II, muy bien recomendado ante el Papa por Girolamo Prigione, primer nuncio apostólico del Vaticano en México, cargo que le dio la posibilidad de hacer las sugerencias para nombramientos de obispos, lo que aprovechó muy bien para colocar a alguien de todas sus confianzas en la diócesis de Tehuacán.

Solo cinco años pudo sobrevivir el Seresure, tras la llegada de Rivera Carrera; en 1990 se dio una serie de ataques a ese seminario, bajo el pretexto de que se daba una formación marxista, ese año el Vaticano decidió deshacer el consejo de obispos y dar todo el poder de formación y dirección al obispo local.

Con ese aval, el purpurado determinó el despido de todos los catedráticos, resultaban un problema para la formación que tenía planeada para los seminaristas, eliminó por ello varias materias, sobre todo aquellas que llevaban a los jóvenes a hacer un análisis de la realidad, habría más cátedra y poco contacto con los feligreses.

La inconformidad de los seminaristas fue evidente, consideraron una falta de respeto lo que se pretendía imponer desde el obispado, tomaron acciones para manifestarlo, fue así como a fiales de noviembre hicieron una marcha que partió desde su centro de estudios hasta la Catedral, fue lo último que su obispo les toleró.

En respuesta a sus demandas todos fueron dados de baja, se abrió un nuevo periodo de inscripciones, con la condicionante de que los ex seminaristas podrían entrar siempre y cuando aceptaran el nuevo método de trabajo; el Seresure vivía sus últimos momentos.

Únicamente cinco ex alumnos se inscribieron; los demás regresaron a sus diócesis, fueron tan pocos los inscritos que Rivera Carrera cerró el Seminario Regional del Sureste. Se acabó el proyecto de los obispos de la región pacífico–sur; dos años después nació el Seminario Diocesano, dejando en el olvido la opción preferencial por los pobres.

¿Celebrar con Rivera qué?

¿Celebrar qué? Es la pregunta que se hace el sacerdote Anastasio Hidalgo Miramón, quien fue alumno y maestro del Seresure, esa es la interrogante que se hacen también el resto de los padres que vivieron la severa represión, para ellos es un absurdo que el cardenal venga a festejar a Tehuacán su aniversario sacedotal.

La Región Pacífico Sur, fue muy golpeada por el ahora arzobispo, recordó Hidalgo Miramón, quien indicó que tras el cierre del Seresure mantuvo una actitud de rechazo hacia los sacerdotes que se formaron en ese seminario, “vivimos un ataque sistemático” y ese estigma parece que se mantiene desde entonces, pese a lo cual ellos tienen firmes sus convicciones, por lo que la mayoría mantiene un trabajo al lado de los más desprotegidos.

Ahora, resaltó, el Papa Francisco está retomando esos principios, al llamar al clero a no actuar como una élite, sino a estar más cerca de sus pueblos, insiste en ir a las periferias, que acompañen a sus feligreses con más cercanía, “que los pastores huelan a oveja”.

Pero en la diócesis hay poca memoria histórica, los sacerdotes más jóvenes actúan como si no conocieran lo que ocurrió durante el obispado de Norberto Rivera, que quienes lo vivieron en carne propia lo consideran una década perdida.

Los padres de menor edad lo ven como un personaje importante de la iglesia, por el nombramiento que tiene, quieren sacarse la foto con él, pese a lo cual la fiesta que se le organiza no se ha anunciado con gran algarabía, la invitación al clero se hizo en un encuentro que tuvieron con el obispo, Rodrigo Aguilar Martínez, les entregaron un escrito en el cual se informa que la celebración será en el seminario mayor, ese que antes se llamó Seresure.

“Me molesta, me da rabia, es indignante” que ahora quiera venir a hacer una fiesta en Tehuacán, señaló Hidalgo Miramón, quien consideró que el arzobispo no ha hecho una carrera religiosa, sino más bien de tipo político, siempre en busca del poder, porque desde su llegada a Tehuacán se convirtió en un obispo para los ricos, pero por todo lo que en los últimos meses se ha visto, todo indica que su carrera se está desmoronando, resaltó.

Según la invitación, luego de la celebración eucarística, habrá un convivio en el seminario, pero se pide que los asistentes lleven su propia comida, para compartir, lo que para Anastasio Hidalgo es otra falta de respeto y hasta humillación, porque el cardenal tendrá un banquete para él y sus cercanos, mientras a la mayoría de la feligresía le darán un taco en platos desechables.

Norberto Rivera tampoco parece ser bien visto en la Conferencia del Episcopado Mexicano, organismo máximo de la iglesia católica en el país, que jamás ha presidido, solo se le ha permitido encabezar la pastoral familiar, pero en la reciente asamblea plenaria dicho cargo recayó en la persona de Rodrigo Aguilar, actual obispo de esta diócesis.

Rivera se quedó sin cargo en el Episcopado Mexicano; a ello hay que añadir que está a poco de cumplir 75 años, lo que le obligaría a solicitar en 2017 su retiro, según los estatutos de la iglesia católica.

En este año falleció Girolamo Prigione, a quien se identifica como su mayor impulsor, pues fue en el tiempo en que fue nuncio apostólico, cuando lo nombraron obispo de Tehuacán, posteriormente cuando todos pensaban que la arquidiócesis de México se concedería para Corripio Ahumada, el nombramiento benefició a Norberto Rivera; ahora el grupo con el que se le identifica, llamado El Club de Roma, prácticamente ha desaparecido.

Tacho no irá el próximo viernes, 1 de julio, a la celebración del cardenal en Tehuacán, seguramente tampoco lo harán el resto de sacerdotes que se formaron en el Seresure, a ellos se sumarán los laicos que conforman las Comunidades Eclesiales de Base, que aún sobreviven.

Pero no son los únicos a quienes la presencia del cardenal incomoda, cabe mencionar que en esta diócesis están, todavía, en espera de justicia decenas de víctimas de los abusos sexuales cometidos en esa zona por el sacerdote Nicolás Aguilar, a quien identifican como protegido de Norberto Rivera Carrera.

Según los datos existentes en esta diócesis fueron más de 40 los niños que sufrieron abuso o, por lo menos, acoso sexual por parte de ese clérigo, solo siete de ellos denunciaron, sus padres pidieron apoyo al entonces obispo de Tehuacán, pero él no solo se los negó, sino que además intervino para que Nicolás Aguilar pudiera salir del país, asignado a la diócesis de Los Ángeles California, Estados Unidos.

Aguilar regresó después a México, en Estados Unidos fue hallado culpable del abuso contra varias decenas de menores, pero en nuestro país ha logrado evadir la justicia; para las víctimas una de las razones de ello fue la protección que le brindó Norberto Rivera Carrera.

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