A través de ocho núcleos temáticos, los curadores Alfonso Morales y Héctor Orozco recuperaron los itinerarios que el fotógrafo neoyorkino Paul Strand siguió durante las dos estancias que realizó en México: la primera entre 1932 y 1934, en un ambiente de efervescencia cultural, y la segunda en 1966.
Ambas estancias, además del trabajo realizado a lo largo de su vida artística y su relación personal con personajes de la talla de Manuel Álvarez Bravo y Carlos Chávez, se muestran en la exposición El murmullo de los rostros. Paul Strand en México, que se exhibirá, hasta el 22 de agosto, en el Museo Amparo –2 Sur 708, en el Centro Histórico.
Esta es la primera vez que se presenta en Puebla, con apoyo de Fundación Televisa, el trabajo de uno de los artistas más notables en la historia de la fotografía, cuya mirada, caracterizada por su austeridad y rigor compositivo, fue atraída por las formas de los objetos cotidianos, los paisajes desérticos y los semblantes de la gente común.
La exposición está conformada por 140 fotografías, 10 videos y una amplia documentación entre originales y reproducciones que dan cuenta del paso de Strand por México, así como de su trabajo como cineasta y creador de fotolibros emblemáticos.
Las obras se han organizado en ocho núcleos temáticos que permitirán al espectador reencontrarse con un autor fundamental de la historia de la fotografía y un retratista que fue sensible a las microhistorias que encierran los rostros y a la realidad social de su época
El recorrido de El murmullo de los rostros. Paul Strand en México inicia con Camera Work, un núcleo que refiere a esta revista encabezada por el fotógrafo y promotor cultural Alfred Stieglitz y a un grupo de artistas, intelectuales y fotógrafos que tuvieron en las páginas de la publicación un foro de exhibición y discusión, así como de difusión de los artistas de la vanguardia europea. Strand, admirador del trabajo que desempeñaban sus colegas, se incorporó a este selecto grupo en 1915 con algunas de sus obras más tempranas.
La exhibición continúa con el núcleo Encuentro en Taos, que refiere a esta comunidad ubicada en Nuevo México que fue un refugio donde se congregaban una gran cantidad de artistas e intelectuales a principios del siglo XX. En este contexto Paul Strand y Carlos Chávez entablaron una amistad que derivó en la invitación que el músico mexicano le hizo, como Jefe del Departamento de Bellas Artes, para venir a México, una oportunidad que el fotógrafo estadounidense aprovechó para replantear su fotografía.
El tercer segmento es Odisea por tierra, que refiere al momento en que Strand cruzó la frontera de Nuevo Laredo, Tamaulipas, el 26 de noviembre de 1932, para comenzar un viaje en el que fotografió el paisaje y la arquitectura mexicana, hasta llegar a la Ciudad de México para incorporarse a la Secretaría de Educación Pública (SEP) como profesor de dibujo y realizar una exposición con su trabajo hecho en el suroeste de Estados Unidos.
En este tiempo incorporó a su trabajo sutiles retratos de los habitantes de las diferentes regiones que visitó, así como figuras religiosas que representaban la fe de los habitantes. Una selección de este trabajo fue recopilado en fotograbados para conformar el portafolio Photographs of Mexico.
Strand, Redes, Bellas Artes…
Parte esencial de la exposición El murmullo de los rostros. Paul Strand en México es la cuarta sección la titulada Redes, que refiere al papel de Strand como jefe de la Comisión de Fotografía y Cinematografía del Departamento de Bellas Artes, y su proyecto de producción de una serie de cortometrajes que evitarían “la exhibición de lo pintoresco” y ayudarían a los espectadores a entender su realidad
De este programa cinematográfico, la primera sería Redes –llamada por Strand como Pescados–, cinta que narra de forma realista la lucha por la vida y la justicia de una comunidad de pescadores que descubre la fuerza de la unión gremial. Esta película debió ser la primera de una serie con la que Strand buscaba hacer del cine un medio de orientación cultural y de educación de las masas de la ciudad y el campo, sin embargo la SEP canceló su producción.
La visita continua con el conjunto de obras que forman parte de Frontier Films que refiere al regreso de Strand a Estados Unidos, tras ser despedido de la Comisión de Fotografía y Cinematografía. Sería en su país natal donde profundizaría su relación con las imágenes en movimiento fundando la productora Nykino, que se convertirá en la cooperativa de producción de documentales Frontier Films, que le ayudó a denunciar las amenazas de este periodo: el fascismo, el hambre, el racismo, la guerra y la falta de solidaridad.
El sexto núcleo, titulado Fantasmas sin sosiego, se aboca al retorno de Strand a la fotografía fija tras su trabajo fílmico, ejercicio en el que siguió apostando por el sentido social de las imágenes, un modelo que puso en práctica en los fotolibros La France de Profil y Un Paese: Portrait of an Italian Village y que replicó en sus proyectos de Escocia, Egipto y Ghana.
En Barcas en reposo, el nombre del séptimo núcleo temático de la exposición, aparecen las imágenes del segundo viaje de Strand a México, ocurrido en 1966, que es un testimonio de un país cuyo perfil rural se ha modificado a causa de la expansión urbana e industrial. Este viaje sirvió a Strand para buscar sin éxito a su amigo y colega Manuel Álvarez Bravo, visitar su exposición en la Galería de Arte Mexicano y reeditar su trabajo mexicano bajo el título The Mexican Portafolio.
La exposición cierra con Jardines Interiores, un núcleo sobre la amistad y complicidad profesional entre Paul Strand y Manuel Álvarez Bravo, que se remonta a 1932 y que perduró a lo largo de los años, como lo demuestra el intercambio epistolar y los cruces entre las temáticas de su obra. Incluso, ambos fotógrafos, compartieron los muros del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Al final de sus días se dedicaron a fotografiar las sutilezas de sus entornos hogareños, de sus jardines, más allá de los umbrales y ventanas, resguardados por motivos de salud.