Viernes, marzo 29, 2024

El patio de mi casa, documental, se exhibe este fin de semana

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El patio de mi casa, el tercer filme de Carlos Hagerman, ofrece un retrato esperanzador de México. A través de las historias de Doris, Oscar, Enedino e Isabel, el documental “trata sobe la herencia, el legado que dan los padres a los hijos, los maestros a los alumnos, el individuo a la sociedad”.

Este viernes 6 de mayo y durante el fin de semana, con una sola copia, llega al complejo comercial de salas de cine ubicado en Angelópolis este filme que en buena parte se desarrolla en la Sierra Norte de Puebla, en la comunidad de San Andrés Yahuitlalpan, situada en el municipio de Zautla.

El hecho de que el documental sea “un retrato esperanzador” del país, como confió Carlos Hagerman, no significa que se niegue la realidad de México ni los problemas -de violencia, desapariciones, narcotráfico, corrupción y demás- que existen y que otros documentalistas contemporáneos retratan. Su trabajo, dijo, ofrece un “contraste, un retrato positivo de gente que trabaja y forma un México con el que todos soñamos”.

Entrevistado por Jaime López como parte del programa Las espinas del nopal, Carlos Hagerman habló sobre este documental, el tercero en su lista como director. El primero fue Los que se quedan, que dirigió al lado de Juan Carlos Rulfo; el segundo, Vuelve a la vida, “una historia de familia, de una familia muy extraña, del amor entre un buzo acapulqueño y una top model estadunidense”.

Ahora, con El patio de mi casa, el también editor, productor y fotógrafo voltea hacia su familia, hacia sus padres: Doris, una maestra en comunidades indígenas y Oscar, un arquitecto rural.

“Soy un nostálgico empedernido. Creo que el archivo, la investigación, la historia personal y la de otras familias, son la memoria del país. Creo que los documentos y los archivos son una manera de saber quién eres, y las historia de familia son leyendas que ponen una marca narrativa, desde la cual, como adulto, retomas con más curiosidad”.

En El patio de mi casa, explicó el director, las historias de Doris y Oscar se contraponen a la idea de éxito individual que permea en las sociedades capitalistas y neoliberales, pues proponen “un tipo de satisfacción que es real y accesible”.

“Tenemos una concepción del éxito un poco trastocada, porque en Occidente, significa fama y fortuna, ser reconocidos por colegas, con obras originales, y que nuestros contemporáneos lo reconozcan. Al mismo tiempo se debe de tener fortuna, querer y tener más cosas, comodidades, viajes, restaurantes, reconocimientos y premios.

“Es una falsedad completa, el éxito se debería de medir al final de la vida, cuando estemos satisfechos con nuestras vidas. Incluso quienes son famosos lo son por un instante, y eso genera frustración.

“En El patio de mi casa se presenta otro tipo de satisfacción real y accesible: aquella que se da si uno le dedica la trascendencia profesional a los otros, si eres médico o cineasta, arquitecto y maestra, cuando le dedicas tiempo a otros, para que sigan un camino, acortándoles la distancia, al final te sentirás satisfecho”, confió Hagerman.

A la historia de sus padres Doris y Oscar, ahondó, se suman la de Enedino Díaz y la de Isabel Hernández, originarios de San Andrés Yahuitlalpan. El primero, un arquitecto que al iniciar el rodaje –hace cinco años– acababa de terminar la carrera de Arquitectura en la Universidad Iberoamericana de Puebla, y la otra, una profesora rural.

“Cinco años más tarde, Enedino lleva más de 200 viviendas construidas en su comunidad. Quiero saber qué arquitecto tiene esa cantidad de obra. Enedino llega a solucionar un problema real desde adentro, hablando en náhuatl, haciendo casas dignas, baratas y que se puede construir por las propias familias”.

La labor de Enedino e Isabel, señaló Carlos Hagerman, contrasta con sus primeras estancias en la Sierra Norte de Puebla, cuando al preguntarle a los jóvenes de preparatoria qué harían a futuro, la respuesta era una: migrar hacia los Estados Unidos para ganar dinero. Ahora, en cambio, se quieren quedar para transformar su comunidad.

El trabajo tras El patio de mi casa

Por último, Carlos Hagerman resaltó que, debido a que las películas “no se hacen solas”, contó con un equipo que a manera de espejo, le ayudó a definir el filme. Habló sobre el trabajo de Martha Sosa, su socia en la casa productora La sombra del guayabo, que fue “la brújula” del proyecto; la edición de Martha Uc, quien durante dos años “construyó la historia”; Lorenzo Hagerman, su hermano que al lado de Hatuey Viveros hizo la fotografía que da “personajes cercanos y un nivel de intimidad” al espectador; y Javier Álvarez, compositor que lleva la nostalgia de la infancia.

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