Con mi solidaridad para
Paula Carrizosa y el equipo de
La Jornada de Oriente
Una película sobre el mejor periodismo. Ese que aspira a ser un “centinela de la democracia”. Ese que se ha convertido en un ave rara porque lo que predomina es el negocio sobre la información. Spotlight –traducida en los cines locales como “En Primera Plana”–, es una cinta actualmente en cartelera, que inevitablemente invita a una lectura intertextual sobre el dramático caso de los sacerdotes pederastas en Boston, el seguimiento de un pequeño grupo de periodistas de investigación sobre el tema, y la situación de empresas periodísticas locales comprometidas con la búsqueda de la verdad desde la trinchera del periodismo.
Acudí al cine con dos entrañables amigos, comunicólogos y periodistas. Literalmente, seguimos la película con el alma en un hilo. Por su juventud, ellos eran unos niños cuando ocurrió la revelación del caso en el Boston Globe, por lo que no fueron lectores directos del escándalo mundial publicado en el ya lejano 2002. Mi lectura intertextual transcurrió por dos vías: entendí los intríngulis de aquello que leí en los periódicos de hace 14 años y también comparé el trabajo de medios nacionales y locales en seguimientos muy parecidos a los de Spotlight, es decir, la unidad de periodistas de investigación del referido periódico norteamericano.
En la memoria se acumularon las pláticas sostenidas hace casi tres lustros sobre el impecable trabajo encabezado por Carmen Aristegui y Javier Solórzano para el programa Círculo Rojo (coproducción de Televisa y Grupo Imagen) en el que presentaron las entrevistas sobre los abusos de Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, en contra de niños confiados a la orden que conducía.
En Puebla tenemos el doloroso caso de Nicolás Aguilar Rivera, un sacerdote que ha sido señalado como responsable de decenas de violaciones a niños. Un puñado de periodistas ha dado seguimiento al caso y es inevitable establecer comparaciones con lo que ocurrió en Boston y lo que ha ocurrido aquí. Los delitos en contra de los niños y las niñas han sido denunciados por periodistas cabales que han dejado el corazón en estos hechos y tengo el privilegio de conocer a algunos de ellos.
En coincidencia con la difusión de la película, el personal de La Jornada de Oriente volvió a ser víctima del acoso del poder por difundir información incómoda al poder estatal. Paula Carrizosa, reportera de cultura, fue increpada por un funcionario estatal, y la denuncia se hizo el pasado 4 de febrero en la columna “Cuitlatlán” de esta casa editorial. Tocó el turno a Paula, como ha ocurrido con otros periodistas dignos y comprometidos con la verdad. Están en La Jornada de Oriente y en otros pocos medios no alineados al control del gobierno estatal. El pretexto fue el intento de control informativo sobre el Museo Internacional del Barroco y este ejercicio autoritario generó un rápido respaldo de los pares de Paula y los jornaleros. Desde Medieros, va el agradecimiento por no claudicar. No están solos. Sus lectores estamos aquí atentos a su labor informativa, tan pertinente como la de Spotlight.