Lunes, marzo 18, 2024

MÁS MUERTES Y NULOS RESULTADOS

Ya son 103 periodistas asesinados y 25 desaparecidos desde el año 2000; la corrupción avanza y los derechos humanos no se respetan en México (Alberto Aziz, El Universal, 2 de febrero), y aparentemente no pasa nada.


Este año que apenas va en su segundo mes, ya trajo cuando menos dos reporteros asesinados: Marcos Hernández y Reinel Martínez, ambos en Oaxaca; la cifra de caídos en el gobierno de Gabino Cue llegó a ocho. Pero además, en Morelos hay  otros ocho colegas en riesgo y el año pasado hubo 10 compañeros que fueron sacudidos (Rogelio Hernández López, Eje Central, 2 de febrero), y Graco Ramírez juega a acusar a los perredistas que no le son fieles por medio de su hijastro, de apellido igual que una funeraria muy conocida: Gayosso (Rodrigo); amén de utilizar la nómina para enriquecer a sus parientes.

En Veracruz, el colega Pedro Tamayo, mejor se fue por riesgo que lo liquidaran, algo que han sufrido una docena de informadores. Todo debido a  Javier Duarte, que aseguraba: en mi entidad únicamente se roban golosinas, detenemos a los narcos y resolvemos el 99 por ciento de los problemas (sic que bufa de obesidad).

Hace poco (viernes 29 de enero) se realizó una exposición en recuerdo de Rubén Espinosa en el Instituto Goethe. Las fotos hablan del ojo avizor, la rebeldía y las causas que distribuía este joven que huyó, junto con Nidia Vera, de la entidad donde Duarte ha sido un fracaso tan sonado que le impusieron al candidato priista a la gubernatura  al ver su debilidad y la repulsa pública de la que goza.

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En una mesa redonda, hablaron Martha Durán, quien hizo un recuento de los periodistas agredidos en el DF, entre lo que están  Carlos Fazio de La Jornada y Sergio González Rodríguez de Reforma. La investigadora Marcela Turati recordó las batallas que dio Rubén y muchos para que la verdad no fuera algo escondido, a lo que nos tiene acostumbrado la televisión, máquina que se encuentra  en grave crisis económica y de audiencia  como señala Jenaro Villamil en su  reportaje Televisa en declive (Proceso, 2048).

La secuela de periodistas acallados viene  de lejos. Pero en mayo se cumplirán treinta años de que Manuel Buendía cayó mediante las balas de un sicario, enviado por José Antonio Zorrilla Pérez,  a cargo de la Dirección Federal de Seguridad (1985), la policía política de la nación, quien se encargaba aparentemente de combatir a los narcotraficantes, aunque les proporcionaba credenciales de esa dependencia y los conectaba con los comandantes para que realizaran sus negras tareas a sus anchas. Zorrilla cayó pero sus jefes en Gobernación y Los Pinos no sufrieron la mínima llamada de atención.

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Recientemente supimos que Abraham Tranquilino y Daniel Pacheco, que fueron detenidos por el homicidio del 31 de julio en la colonia Narvarte, donde aparte de Rubén y Nadia asesinaron a Yesenia Quiroz, Mile Martín y Alejandra Negrete, dijeron que habían aceptado su culpabilidad por torturas sistemáticas; el tercero de ellos, Omar Martínez, había declarado que no participó en la acción (Animal Político, 29 de enero).

Antes,  nos enteramos  que el comandante de la operación para descubrir a los responsables, Gustavo Xavier González, había contaminado la escena del crimen, por lo que las indagaciones serán poco creíbles (Animal Político, 28 de enero).

También conocemos que la Procuraduría del Distrito Federal no encuentra la maleta que se llevaron del departamento, ni tiene el arma con que aparentemente dispararon, ni existe una narrativa sólida de lo que ocurrió ese día (Carlos Puig, Milenio,  2 de febrero).

Además, dicha procuraduría no atiende las peticiones de los abogados de las víctimas, especialmente las de quienes luchan con los familiares de Rubén, y a éstos ni siquiera los reciben y siempre los hacen esperar inútilmente.


El Distrito Federal, pues, ha dejado hace tiempo de ser un refugio para los perseguidos y se ha convertido en un lugar donde se protege a  policías represores.

La situación de los periodistas en el sexenio de Enrique Peña Nieto, aunque no se crea, es peor que con el ecocida  Felipe Calderón.

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@jamelendez44

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