Viernes, marzo 29, 2024

Al lado de sus habitantes, Ilán Lieberman construyó la historia de San Miguel del Progreso

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Una pared falsa arropa a un grupo de piezas prehispánicas que, en su turno, se iluminan para ser la representación de la mujer, hombre o niño que narra alguna historia personal o de su pueblo. De frente, el espectador presencia ese mosaico de discursos que en conjunto dan una idea de lo que es San Miguel del Progreso, comunidad nahua del municipio Huitzilan de Serdán, ubicado en la Sierra Norte de Puebla.

La pieza, una propuesta museográfica por sí misma, es la encargada de iniciar la exposición Soy de San Miguel del Progreso. Ni kayot Xamikel del Progreso que abrirá en el Museo Amparo el próximo sábado 23 de enero a las 12 horas con una charla del artista Ilán Lieberman (Ciudad de México, 1969).

La propuesta de Lieberman comenzó hace unos años, cuando el artista recorría las calles y viajaba en el metro de la Ciudad de México, encontrando una serie de volantes multicolores que, a través de diversos discursos, solicitaban apoyo económico.

Soy de San Miguel del Progreso… disculpen señores, nosotros venimos a molestar una cooperación voluntaria, venimos de una comunidad muy pobre y queremos sembrar maíz y no tenemos dinero por eso venimos hasta acá. No venimos a engañar a la gente, venimos en busca de apoyo para nuestras familias y no tenemos para comprarles algo para mi familia espero que no me rechacen… y que tengan buena mano por su ayuda. ¡Gracias!”, era una de las frases que se podían leer en aquellos papelitos.

Esos mensajes hicieron que Lieberman visitara esa comunidad; primero, para darse cuenta que en verdad existía, entre humedad y niebla, enclavada en la Sierra Norte del estado de Puebla, y luego para intuir un asunto más: que “la gente de San Miguel tenían ganas de contar”.

“Si alguien no quiere ser localizado no pone su dirección, y esos volantes lo tenían. Así que fui, esa fue mi justificación. Al llegar me topé con una comunidad nahua y con su lengua, misma que no entendía y fue algo shockeante para mí, alguien que imaginaba que todo México es como uno vive, cuando en realidad no lo es”.

Durante una rueda de prensa señaló que si bien el primer momento del proyecto fue conocer sobre la condición de mendicidad implícita en los volantes, pronto se dio cuenta de que ese no era el camino para entrar a la comunidad y establecer algún nexo.

“Mis volantes no eran la mejor presentación porque el tema de la mendicidad es algo delicado, y no es de orgullo ni para ellos ni para los demás, ya que puede caer en el terreno de lo moral”, dijo Leiberman, quien notó que, en los mismos volantes, había mensajes entre líneas: la necesidad de contar algo más.

Así, el proyecto se convirtió en el intersticio de disciplinas: algo de antropología, de documental y de historia oral. Entre abril 2013 y septiembre 2014, apoyado por la Fundación Amparo y el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), realizó nueve viajes a esta comunidad nahua.

Su trabajo derivó en 36 entrevistas a 30 personas de distintas edades, géneros, profesiones, afiliaciones religiosas, secciones de la comunidad y formas de entender el mundo. 13 de ellas se llevaron a cabo en mexicano tajtol (náhuatl) con la interpretación de Israel Damián Chino y las demás en español.

Asimismo, se documentaron en audio, video e imagen fija diversas escenas del pueblo, actos religiosos, culturales, escolares y familiares. Las entrevistas completas se transcribieron en ambos idiomas con el apoyo de la comunidad y personal de servicio social, y forman parte de este archivo de historia.

“Al entrevistarlos, hicimos un proyecto de historia oral construida a partir de una narrativa personal, una especie de mosaico de narrativas, que construyen la historia de una comunidad. Dada la casualidad que la comunidad no tenía una historia contada, sirvió también para hacer registros de su fundación y sus porqués”, explicó el artista Lieberman.

Parte importante, dijo, fue el que el proyecto lo concibió con un intercambio. “Se los propuse a los que entrevisté, pues a cambio de su historia les devolvería su historia, en forma de un archivo”. No obstante, al no haber algún lugar físico donde devolverles ese material multimedia, pensó que la mejor solución sería un sitio de internet: www.soysmp.mx

En la página está el retrato –en video– de cada persona, un pequeño texto y fotografías. También una sección dedicada a la comunidad, que “es la parte medular del proyecto”, porque la comunidad sube las historias.

 

 

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