El clonado no es mi hermano, es mi hijo, y para más, gemelo. Es mi hijo porque nace a la vida a partir de mí, de una de mis células, yo soy su padre. Hay algo, algo de incestuoso en todo esto, así me luce. Y me hace recordar a un clásico del cine negro, el filme China Town. La protagonista ha concebido una hija fruto de relaciones incestuosas con su padre y preguntada sobre el parentesco: ¿es su hija? responde que sí, y luego: ¿es su hermana? responde que sí. Es un verdadero lío. Y Jack Nicholson reparte cachetazos sobre la incestuosa, madre y hermana al mismo tiempo.
En fin, la ciencia está ante descubrimientos loquísimos en el sistema de reproducción, nada menos. Paralelo al celebrado desagregarme de espermatozoides, llamado orgasmo, destinados a encarrerarse hacia la meta óvulo, surge esta novedad: es suficiente células bautizadas “madre” para procrear. ¿Qué tal? Adiós al método tradicional que nos fue dictado por mamacita naturaleza, nada de dos partenaires, mandar flores, invitar a un café, nada de eso. ¿No le ve el chiste? Yo tampoco.
Y bien, este clonado, “sangre de mi sangre” o, mejor, célula de mis células, pasa en el acto al laboratorio y parece más bien mandado a fabricar antes que hecho por mí, más artificial que un bebé de probeta. Pero no puedo negarlo, es mi calco, mi réplica exacta, de ahí que use el calificativo de gemelo, aun cuando no sea mi hermano: mi padre no es su padre, es su abuelo. Y si el donante celular es un varón, se dirá: ¡qué padre, no tiene madre! Y si es una mujer, se dirá: ¡qué madre, no tiene padre! ¿Se da cuenta de las implicaciones que tiene todo este asunto?
A poco que lo pensemos, la clonación tiene antecedentes bíblicos. De Adán salió Eva, del cuerpo del hombre, la mujer. Dios no anduvo escogiendo células de la anatomía de Adán, directamente tomó una de sus costillas y con ese material fabricó a Eva. Una verdadera clonación. Y necesaria pues ¿de dónde iba a conseguir un óvulo antes de que se creara la primera mujer? Para esto, informa la Biblia, dios durmió a Adán. Aquí nos encontramos con otro antecedente, el empleo de anestesia general en cirugía.
Dios actuó perfectamente bien, adecuado a las circunstancias dadas. La que nos debe explicaciones es mamacita naturaleza: si cada célula del organismo puede cumplir funciones reproductoras ¿para qué especializar la pareja óvulo–espermatozoide? ¿Se le quemaron los libros a mamacita naturaleza? ¡Aguas! Una neurona puede insertarse en un alveolo pulmonar y cumplir en adelante con trabajos respiratorios. O una célula del hígado trasplantarse a las cuerdas vocales y sin más comenzar a hablar. Y ahí, en esa potencialidad universal, tal vez se colara la facultad reproductiva… sin haber pasado los controles de calidad, y en una de esas mi hijo gemelo resulta un baboso de primeras. Ni modo.
Así que clonarse… lo pensaré dos veces antes de recomendarlo.