Las críticas duelen, pero son útiles en la medida que se acepten con madurez y responsabilidad. La entrega de la semana pasada a La Jornada de Oriente con el título de “Chikungunya” dejó muchas dudas, por lo que me permito en esta ocasión hacer algunas precisiones, obedeciendo a ciertas llamadas de atención que recibí y que agradezco con toda sinceridad.
Como es complicado aprender el nombre “Chikungunya”, se puede abreviar como enfermedad por Chikv o Virus Chik. De origen africano, hasta hace poco tiempo era considerada una enfermedad exótica en nuestro medio, para transformarse en un grave problema de salud pública. La mortalidad es baja; pero las molestias, dentro de las que sobresalen dolores articulares muy intensos, incapacitantes y de duración variable, tienen un impacto de carácter desmedido en la calidad de vida de quien la padece.
La Secretaría de Salud en México publicó los “Lineamientos Estandarizados para la Vigilancia Epidemiológica y Diagnóstico por Laboratorio de Fiebre Chikungunya” en el mes de noviembre de 2014, que deben servir como guía para que los médicos podamos tener a la mano, una herramienta que permita abordar esta enfermedad de acuerdo a la normatividad. Hay cosas que se pueden criticar en el formato, aunque no se trata de caer en una postura desconfiada, pues es el documento que debemos tomar en cuenta para poder decidir qué hacer ante cualquier paciente en quien se tenga duda de la patología.
Definen como caso sospechoso a –toda persona que presente cuadro febril agudo, más la presencia de dolor en las articulaciones, de carácter múltiple e incapacitantes–; además de la existencia del mosco transmisor Aedes aegypti o Aedes albopictus en términos ambientales (por debajo de los mil 800 metros sobre el nivel del mar). Se agrega el antecedente de visita o residencia en áreas de transmisión en las dos semanas previas al inicio del cuadro clínico y la existencia de casos confirmados en la localidad o artritis de comienzo agudo y en la que se identifique alguna asociación epidemiológica. En la ciudad de Puebla, por lo tanto solamente habrá enfermos importados.
Una vez que se establece la sospecha del caso, se debe hacer la notificación, con el subsecuente envío de muestras de sangre a los Laboratorios Estatales de Salud Pública (LESP) o al Instituto de Referencia Epidemiológica (Indre), tomando como bases las pruebas de detección de Ácido Ribonucleico viral mediante el análisis de RT–PCR (siglas en inglés de Reverse Transcription Polymerase Chain Reaction) que viene a ser una prueba diagnóstica que prácticamente es como una huella digital del Virus Chik; además de la detección de anticuerpos llamados Inmunoglobulinas “M” (que podrían denominarse de respuesta primaria reciente o que marquen infección activa) en una muestra de sangre tomada a partir de sexto día de iniciada la fiebre.
El pronóstico de cualquier enfermo es bueno para la vida, pues la mortalidad es tan baja que no constituye algo que se pueda definir como significativo, aunque hablando en términos de “la función”, por factores todavía no bien dilucidados, puede generar dolores articulares que duran periodos cortos o largos, por lo que los médicos siempre debemos mantener una expectativa a reserva de la evolución cuando nos pregunten el tiempo en el que durarán las molestias. En la gran mayoría de los casos es de siete a 10 días.
Hablando en términos del tratamiento, es necesario comprender que no hay medicinas que específicamente destruyan a los virus, por lo que recomiendan la utilización de Paracetamol o Acetaminofén para controlar la fiebre. Este medicamento tiene un bajo efecto antiinflamatorio, por lo que no suele dar una respuesta satisfactoria en casos de artritis. Para esta condición, es válido indicar otros analgésicos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como Ibuprofeno o Naproxeno. La aspirina está formalmente contraindicada.
En esta época, como ciudadanos nos sentimos realmente desilusionados por la reprobable situación del país; sin embargo, el desconfiar de las instituciones puede conducirnos a una situación de peligro extremo, sobre todo hablando en rubros tan delicados como el de la salud. A los médicos nos hace falta tener una conciencia más social, de modo que hagamos las notificaciones de enfermedades sujetas a vigilancia epidemiológica en forma responsable. Y con respecto a la población general, es importante sentir un respaldo en la Secretaría de Salud y las demás instituciones gubernamentales que brindan apoyo en estos padecimientos. A final de cuentas, la salud es un derecho social y debemos ejercerlo, en una forma comprometida, digna, consciente y merecida.
Hipervínculo: http://www.epidemiologia.salud.gob.mx/doctos/lineamientos/chikungunya/Lineamientos_Chikungunya_25nov14.pdf