La polémica evaluación a los docentes, se hizo realidad después de la elección, atrás quedó el discurso conciliatorio del gobierno y arremete de nuevo contra el magisterio e impone ese adefesio mal llamado “reforma educativa”, con su consecuente repudio por el magisterio.
Ante un tema bastante complejo como es el de la evaluación educativa, no basta aplicar exámenes a los maestros, sino considerar también a los alumnos, su entorno, las condiciones de los planteles educativos, las escuelas normales formadoras de maestros, los planes y programas que se desarrollan en las aulas y que son diseñados y modificados por la propia Secretaria de Educación, y es ahí en donde debería empezar la evaluación, ahora entregada a otro organismo externo como es el INEE.
El “reformón”, en cambio, se diseñó en el exterior por la OCDE, un organismo privatizador, sin consultar siquiera a los profesores, recordemos que la aprobación de esta “reforma” en el Congreso se dio en minutos, la consigna de levantar el dedo se cumplió al pie de la letra, y como resultado surgió la resistencia magisterial. No se eles ocurrió que una reforma exigía, primeramente, una evaluación seria del sistema educativo nacional en su conjunto, conocer sus aciertos, sus deficiencias, saber las condiciones reales de la educación, sin embargo, no hacen eso, empiezan por evaluar a los maestros, diciendo que se evalúan los procesos para el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia, y ahí es donde está el problema, esa palabra la permanencia, ese diseño sin análisis pretende que aquellos maestros que no alcancen el nivel que pretenden sean removidos de sus plazas, eso no es admisible, y esa es la resistencia del magisterio, evaluar claro que sí, pero ¿para qué? ¿Para echar a la calle a los maestros?, ¿para terminar de privatizar de una vez por todas todo el sistema educativo nacional? O para que nuestros maestros avancen en su desempeño y alcancen la “calidad” tan cacareada pero no definida aún.
Los profesores democráticos del país, han sido criminalizados y difamados, las autoridades hablan de calidad en la educación y se recorta el gasto educativo en más de 9 mil millones de pesos, se habla de educación continua y se destinan escasos 300 pesos al año por profesor para su formación y actualización; hacen falta más de 48 mil maestros en nivel primaria, hay escuelas multigrado que son atendidas por verdaderos apóstoles de la educación, un aula en donde un solo maestro atiende a niños de 1º, 2º, 3º, 4,º 5º, y 6º de primaria, tenemos un déficit de maestros y se pretende, con la evaluación, echarlos a la calle para que no haya más resistencia y la educación termine por privatizarse. El rechazo no es per se a la evaluación, sino a lo que hay atrás de ella: un instrumento punitivo que lesiona las relaciones laborales y somete a los maestros a las arbitrariedades y decisiones erráticas de la SEP, esas son las causas de la oposición a “esa evaluación.” Hagamos oídos sordos a los personeros del régimen que, un día sí y otro también, criminalizan al magisterio democrático del país.
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