En la edición de hoy presentamos un reportaje en el que se evidencia que, en promedio, en Puebla solo 17 por ciento de los electores define quién será el partido ganador en las elecciones intermedias; ese es el resultado que arrojan las cifras estadísticas de esos procesos electorales desde el año 2000 a la fecha. Un dato que refuerza la idea extendida en la ciencia política de que las elecciones que cortan a la mitad los sexenios federales son definidas por el voto duro de los partidos.
La cifra no resulta extraña y se debe en mucho al distanciamiento que la clase política tiene con la sociedad, la cual ha perdido paulatibamente cualquier credibilidad en los procesos comiciales, debido a que los resultados, independientemente de los candidatos que resulten triunfadores, suelen ser los mismos: no ofrecen, llegados al poder, ninguna solución a los problemas cotidianos de la gente.
En efecto, las reformas estructurales, los planes de gobierno, los proyectos a corto, mediano y largo plazo que se plantean por parte de los políticos en campaña, nunca llegan a consumarse, y lo que sí prima y se repite una y otra vez son los actos de corrupción, impunidad, opacidad, saqueo al erario, prepotencia y toda una serie de vicios que hacen abominables a quienes supuestamenter ejercen el servicio público, pero únicamente utilizan sus cargos para beneficio propio.
El proceso electoral que culminará en los comicios del 7 de junio no será la excepción, y todo indica que serán unos cuantos quienes decidan por las personas que llegarán a la Cámara Baja del Congreso de la Unión para supuestamente representar los intereses de los poblanos, aunque en los hechos seguramente legislarán para su provecho.