Todo poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Lord Acton.
El discurso de imposición del neoliberalismo desde tiempos de Miguel de la Madrid, tuvo como argumentos principales impulsar el crecimiento económico; integrarse a la economía mundial para convertir al país en uno de primer mundo y modernizar la sociedad. “Las reformas en marcha abrirán mejores perspectivas de desarrollo para el país y los mexicanos”; “Resolver a favor del pueblo; “Garantizar la soberanía de la Nación”; “Impulsar las reformas estructurales pendientes para dotar de un giro plenamente democrático a las instituciones nacionales” o “Las reformas y transformaciones que México necesita nos permitirán construir el México que queremos”, han sido partes de un discurso cansón y desgastado.
Hoy como nunca, la mayoría de los habitantes de este país nos damos cuenta que las promesas se han quedado en eso; incluso, hemos caído en un pleno retroceso respecto del respeto a los derechos humanos y somos testigos del ostentoso fracaso de la mayoría de los planes asistenciales; tenemos también una mayor dependencia del extranjero, en especial de los Estados Unidos; se agudiza la pauperización y precarización de las condiciones laborales de la clase trabajadora; retrocesos notorios en todas las áreas de la educación; problemas al interior de las instituciones de salud pública y pérdida de credibilidad en todas las instituciones públicas del país.
Poco han cumplido desde que en los tiempos gloriosos de “la familia revolucionaria” se perpetraron los cambios, continuados en la “alternancia”, donde se propusieron destruir los limitados logros alcanzados en distintos momentos por los trabajadores del país, para poco a poco posicionar en los puestos de mayor responsabilidad, tanto públicos como privados, a gente afines a los intereses de la plutocracia nativa y extranjera y alcanzar así el sometimiento de la mayoría de los habitantes de la otrora orgullosa nación soberana e independiente mexicana.
La clase dominante capitalista “mexicana”, ha podido lograr sus más rancios deseos, control total de todos los aparatos del Estado para seguir reproduciendo su estilo de vida, enriquecimiento encubierto de la mayoría de sus integrantes; no importándoles para esto haber acabado con la soberanía del país. Así, México ha pasado de ser un país de relativas libertades, a uno donde imperan la simulación, la soberbia, la autocomplacencia y el engaño, todo ello con la finalidad de la perpetuación de una clase en el poder; la cual ésta en franca descomposición, en detrimento de los intereses de la mayoría de sus habitantes, que ven pasar los años acumulando desengaños y desventuras de esta nefasta clase política neoliberal.