La desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos, nos estruja con ahínco y dureza nuestro sentir. Cuando miramos sus rostros en cualquiera de los espacios de lucha y solidaridad para encontrarlos, nos duele su ausencia. Pero también nos recuerda la impunidad general que se vive en México y entonces nos duelen no sólo los 43 jóvenes desaparecidos forzadamente por el Estado, sino todas las ausencias de miles de personas que no encajan en este sistema depredador que excluye y asesina.
Las cifras oficiales de la PGR de desaparecidos en el país en agosto de 2013 asciende a 22 mil 322 personas, tanto del sexenio de Calderón como de Peña. Posteriormente, el dato oficial fue actualizado con cifras de las procuradurías estatales y éste se elevó a 29 mil 707. Si bien, existe un estimado de cuántas personas se encuentran desaparecidas de manera oficial, hay muchas otras que lo están, pero por su condición de pobreza son invisibles para el Estado.
En el mes de octubre, cuando se cumplía un mes de la desaparición forzada de los normalistas y ya se habían encontrado más de 36 cadáveres en fosas clandestinas, las cuales no correspondían a ninguno de los 43 jóvenes de Ayotzinapa. Acudieron a la Fiscalía Región Norte, un gran número de mujeres, mamás de personas desaparecidas en el pasado, a solicitar una prueba de ADN, con la esperanza de que alguno de los cadáveres encontrados en Cocula y sus alrededores correspondiera a sus familiares. Muchas de ellas, comentaron que cuando ocurrió la desaparición de sus hijos e hijas, optaron por asumir el dolor antes que ir con la autoridad, por temor a represalias, al enfrentarse a un sistema penitenciario de corrupción e ineficiencia que no garantiza su seguridad ni la de su familia.
La Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC, por sus siglas en inglés) indica que en los últimos cinco años, hubo un incremento drástico en las desapariciones y asesinatos de mujeres. Todas esta son de algún modo víctimas del Estado o de las muchas expresiones y males de éste. Como son las redes de trata, las redes de tráfico de órganos, el ejército, paramilitares o bien por sus compañeros afectivos o simplemente víctimas de todos aquellos que no las ven. Esta violencia hacia las mujeres por su condición de mujeres, indígenas, niñas, migrantes, luchadoras sociales, periodistas y además en situación de pobreza. Es causa del sistema capitalista que tiene como cimientos el patriarcado. Que enseña y reproduce relaciones de poder injustas e inequitativas. Las mujeres están expuestas a distintos grados y tipos de opresión algunos visibles y otros más sutiles pero que finalmente son eso, mecanismos de control que ponen en desventaja a la mujer.
Sin duda, nos duelen los 43 normalistas, pero también nos duelen todas las personas desaparecidas por el Estado. Muchos lo han dicho: la desaparición de los 43 estudiantes es sólo la punta de lanza de un sistema corrupto, que tiene estrecha vinculación con el crimen organizado. Y en su obsesión por mantenerse en el poder, criminaliza cualquier brote de organización que ponga en entredicho su actuar.
Este sistema maldito, criminaliza y reprime a la mujer que reclaman justica para su hija víctima de un feminicidio, a la mamá que buscan al hijo o hija migrante desaparecida en territorio mexicano, o bien la joven que defiende el territorio contra los megaproyectos depredadores, a la maestra que rechaza un proyecto educativo excluyente, la que en su ámbito laboral denuncia el acoso, el maltrato y el abuso sexual, la que no está en casa cumpliendo el rol que el sistema dice que debe asumir, la mamá del normalista que no claudica y resiste ante la campaña de linchamiento mediático. A esto se suma, el engaño de las autoridades que primero les ofrece entrar a buscar a sus hijos en uno de los cuarteles y luego se cierra defendiendo a su ejército por un crimen del que hay pruebas suficientes.
Aún en una coyuntura como en la que nos encontramos en 2015 -donde existe una cadena de susceptibilidades que pone en constante desventaja a la mujer- existe también un tejido social, que es como un lienzo, que a lo largo de la historia se ha construido con grandes luchas sociales de mujeres y hombres, que son como madejas que sostienen esas transformaciones sociales y a su vez ponen en evidencia las contradicciones del sistema.
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