Sorprendentemente, Luis Videgaray Caso, titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), al conocer el informe del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), el cual indica que el Producto Interno Bruto (PIB) avanzó 2.1 por ciento en 2014, les impartió a los oyentes una cátedra de física. Mientras las agencias acreditadoras de la economía mexicana han reiterado que México va en caída libre, caída sin resistencia, el titular de Hacienda festejó que la economía “aceleró” su crecimiento. En estos momentos el deterioro económico del país es de tal naturaleza que quien mejor lo explica es el genio italiano Galileo Galilei, la economía se acelera pero hacia el piso, no hacia su crecimiento dado la “gravedad” que la atrae. El secretario utiliza el término aceleración como si la economía estuviera creciendo mes tras mes y sobre todo, en la mayoría de los sectores que la componen. La suma de los cambios dinámicos en todos los sectores de la economía mexicana durante el año pasado está muy lejos de proyectar una aceleración económica.
De haber puesto mayor atención al informe del Inegi hubiera notado que es el sector servicios el que mantuvo un crecimiento dinámico durante 2014, el cual contribuye con dos terceras partes de la actividad económica del país. Si bien el crecimiento, el cual sería el término que mejor explica la actividad evaluada fue de 0.8 en comparación con la de 2013, es un error señalar que la economía mexicana está en un proceso de aceleración.
El comercio creció el año pasado a una tasa anual de 3.3 por ciento y los servicios financieros lo hicieron 2 por ciento anual, entre las actividades con mayor contribución en este segmento. Mientras que lo relacionado con la minería bajó estrepitosamente, en particular por la caída en la producción de petróleo, respecto del año previo, de acuerdo con el organismo. El PIB de la minera se contrajo el año pasado 2.3 por ciento; el de la minería petrolera lo hizo en 2.4 y el de la no petrolera en 2 por ciento.
Hoy repercute en la economía mexicana, como lo ha hecho anteriormente, la caída del precio del petróleo, así como la volatilidad de la economía internacional. Otros factores como la elevada deuda pública interna y externa alcanza límites históricos, hipotecando ya 4 por ciento del PIB, junto a la sobrexplotación de los recursos naturales actúan como ancla en el desarrollo de la economía nacional. Es decir, se trata de un estancamiento económico con una alta tasa de inflación acompañada de la devaluación del peso. Solo con motivos propagandísticos podemos entender una declaración como la del titular de Hacienda; dudamos mucho que las recientes reformas estructurales puedan ayudar a salir de la caída libre de la economía mexicana.
Con el resultado de 2014, el Producto Interno Bruto (PIB), la medida más amplia sobre el desempeño de la economía, creció a una tasa promedio anual de 1.7 por ciento en el primer bienio del gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, un ritmo menor al promedio en 25 años, de 2 por ciento http://www.jornada.unam. mx/2015/02/21/economia/023n1eco. Los datos, lo que ellos mismo construyen no son distantes de la percepción generalizada del estancamiento de la economía mexicana, que se refleja en la dificultad que tienen los jóvenes (con o sin muchos años de escolaridad) para insertarse en el mercado laboral formal y que reconocemos y padecemos mayor parte de las familias en México.