La organización de la iglesia mexicana durante el siglo XVI fue un ejemplo único en América debido a que, comparado con lo sucedido en Perú y Bogotá, la instalación de las provincias en la Nueva España no causó revueltas, sino que fue una forma de pacificación y extensión de la colonización española, ya que respondió a intereses políticos.
Ello lo refirió la historiadora Leticia Pérez Puente al abrir ayer la primera jornada del coloquio La dimensión imperial de la iglesia novohispana siglo XVI al XVIII que celebran en conjunto la UAP y la UNAM en la sede de la Aduana Vieja.
La miembro del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y Educación (IIUE) de la UNAM señaló que la organización de la iglesia mexicana fue una forma de respaldar el proyecto social de la corona española, en una fecha temprana –1546– y sin un plan previo de la iglesia.
Pérez Fuente comparó que contrario a lo ocurrido en Perú y Bogotá, en donde la instalación de los obispados estuvo marcada por continuas guerras lo mismo indígenas que de orden civil, para el año de 1548 en la Nueva España ya estaban instaladas la mayoría de las provincias, con excepción de Verapaz, Yucatán y Manila.
Al impartir la ponencia “La organización de la iglesia americana en el siglo XVI”, la especialista en el tema señaló que “cuando se habla de la creación de las catedrales se menciona que hasta 1546 éstas estaban vinculadas a Sevilla, ya que quizá se veía como un trámite que tenían que cumplir”.
Así, la decisión política de instalar las provincias en el nuevo continente –continuó la historiadora– obedeció a una lógica imperial. En ese sentido, sostuvo que el patronato de la iglesia española, a petición del rey, ordenó la formación de las provincias que estarían vinculadas a Sevilla.
Fue a partir de 1511, expuso Leticia Pérez, cuando Sevilla tuvo a su cargo las provincias americanas, que pese a estar lejanas, recibieron una enorme influencia de la Corte española, a través de inquisidores, confesores y presidentes de los Consejos de Indias.
Sería en 1533 cuando se gestaría la idea de formar un virreinato en la Nueva España; luego, para 1536 se instalaría un Consejo de Indias, y posteriormente, 10 años después, se desvincularían las catedrales americanas de Sevilla, creando las primeras provincias eclesiásticas: de Michoacán a Lima, pasando por Cartagena y Nicaragua.
La historiadora del IIUE expuso que por fin, en 1554, las provincias de la Nueva España crearían el primer concilio de la iglesia mexicana para ponerse al servicio del poder real y apostar por la creación de nuevas diócesis y la “continuación de la temprana conquista”.
Con ello, además de proponer que los frailes fueran los obispos de las provincias, se defendió “la idea de encomendar a españoles a la población indígena, en una idea que era radical, ya que sería un nuevo mundo servido por indios y gobernado por frailes”, por lo que el proyecto que al final se archivó.
Por último, Pérez Puente, resaltó que para el siglo XVI en la Nueva España ya estarían constituidas las provincias, mientras Perú pasaba por tiempos de guerra y la instalación de nuevos templos, lo mismo que Santo Domingo y Santa Fé, Bogotá, en donde los obispos no pudieron hacer reuniones hasta los años 20 del siglo XVII o Manila, que se organizó hasta el siglo XVIII.
Para hoy viernes, el coloquio La dimensión imperial de la iglesia novohispana siglo XVI al XVIII continuará con la participación de los reconocidos investigadores Antonio Rubial García de la UNAM y Francisco Javier Cervantes de la UAP, miembros del Seminario Historia Política y Económica de la Iglesia en México, que coordinan ambas universidades mismas que en 2014 publicaron el libro La iglesia colonial en México (UAP/ UNAM/ Ediciones de educación y cultura).