Viernes, abril 19, 2024

Por el nuevo museo en La Constancia se pagará una franquicia de 100 mil euros anuales

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En completa opacidad y con la entrega total de un inmueble histórico y patrimonial a manos del capital privado, este martes fue abierto el llamado Museo de la Música, que se ubica en la ex fábrica textil de La Constancia Mexicana, la primera industria de su tipo en América Latina.

La obra tuvo un costo de 158 millones 553 mil pesos entre museografía y rescate; de los cuales el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) aportó 50 millones de pesos, el gobierno del estado 53 millones de pesos, la Secretaría de Turismo federal 37 millones de pesos y Fundación Azteca, tan solo 18 millones de pesos, pese a que es la principal beneficiaria del proyecto.

A los más de 158 millones de pesos de su rehabilitación habrá que sumarle los 100 mil euros que se erogarán de manera anual –alrededor de un millón 811 mil pesos, según el tipo de cambio del día de ayer– para cubrir el pago de derechos a la Haus der Musik, mejor conocida como la Casa de Música de Viena.

La franquicia fue inaugurada el mediodía de ayer en un acto privado, que tuvo invitación personal y exclusiva, entre un tono de espectáculo como lo fue la entrega, en mayo de 2011, de la ex fábrica textil a la Fundación Azteca para que ésta la convirtiera en la sede nacional de sus orquestas infantiles.

Ayer, Simon Posch, director Casa de Música de Viena, lució contento de “vender” la primera de las franquicias de la Haus der Musik a Puebla, misma que se instaló en una superficie de 2 mil metros cuadrados, dentro de la ex fábrica textil, como una réplica de la versión europea.

“Vemos a la música como un mensajero universal y un puente entre diferentes culturas, idiomas y condiciones sociales. Nuestra intención es acercar la música a los niños y mostrarles un camino que pudiera conducirlos a un futuro mejor”, dijo Posch, acompañado por una orquesta infantil de la empresa televisiva.

Dicho recinto, según información oficial, cuenta con cinco salas enfocadas al sonido, dos salas temáticas, siete salas dedicadas a los “grandes” compositores y dos más destinadas a juegos interactivos.

Algunas de éstas presentan la siguiente temática: La magia del sonido, sonido prenatal; el sonido de la Revolución Industrial; Viena, la ciudad de la música; el laboratorio del sonido.

Además, la Casa de la Música tiene espacios dedicados a compositores como Joseph Haydn, Ludwig van Beethoven, Wolfgang Amadeus Mozart, Franz Schubert, Johannes Brahms, Anton Bruckner, Johann Strauss, Gustav Mahler y Arnold Schönberg.

También cuenta con una tienda, un restaurante y otros espacios exclusivos que en conjunto confirman el perfil privado que el gobierno del estado le dio a este bien público.

 

Recursos públicos

para lo privado

 

Además de Simon Posch, al acto inaugural de puertas cerradas acudió el presidente del Conaculta, Rafael de Tovar y de Teresa, acompañado de Francisco Maass Peña, subsecretario de Calidad y Regulación de la Secretaría de Turismo Federal.

También acudieron funcionarios del estado encabezados por el gobernador panista Rafael Moreno Valle Rosas quien estuvo acompañado por el magnate televisivo Ricardo Salinas Pliego, presidente de Fundación Azteca y dueño de La Constancia Mexicana.

En su mensaje, Rafael Tovar y de Teresa, presidente de Conaculta, dijo en que “este es un proyecto cultural donde las sinergias operan de manera natural”.

A la rehabilitación de la ex fábrica textil La Constancia Mexicana la calificó como “una recuperación histórica”; sin embargo, no apuntó que la rehabilitación fue para otro objetivo distinto a la naturaleza industrial del recinto, pues fue entregada al proyecto musical de la Fundación Azteca que en los últimos cinco años ha aportado tan solo el 10 por ciento del rescate total del inmueble.

Ello, porque de los más de 300 millones de pesos que a lo largo de las cinco rehabilitaciones del inmueble ha destinado el gobierno estatal y la Federación, una mínima parte ha sido otorgada por este proyecto que pertenece a la empresa televisiva Tv Azteca.

 

Lejanía, pérdidas

y desmemoria

 

Lejos quedó el tiempo en que ex trabajadores, familias, equipos de futbol y beisbol y feligreses que asistían a la pequeña capilla que hay en el predio, tenían libre acceso para andar en las áreas que conforman este inmueble, el cual, en manos de Estevan de Antuñano se convirtió, para las primeras décadas del XX, en el más grande ejemplo de la industria textil en México y en Latinoamérica.

Lejos también quedaron las aspiraciones de un grupo de estudiosos y defensores del patrimonio industrial –el llamado Frente Pro Constancia Mexicana– que en repetidas ocasiones señalaron el abandono y la entrega de este bien público a manos del corporativo televisivo.

Ello, porque con la entrega del edificio se anuló la posibilidad de construir un museo de la industria textil, el primero de su tipo en México que además de referir a la importancia de las fábricas instaladas en la región de Puebla y a la vida laboral que se forjó a su alrededor, competiría con otros de nivel internacional.

En su lugar, la administración de Moreno Valle entregó, en 2011, la ex fábrica textil La Constancia Mexicana para que fuera operada por Fundación Azteca. Aquel acto, que tuvo el mismo tono privado y de espectáculo que el ocurrido el día de ayer, constituiría el primer paso para que el bien público y patrimonial del Estado se convirtiera en un pasivo más de Tv Azteca.

Al cambiar el perfil histórico de La Constancia Mexicana se dejarán enormes faltantes en la historia social, económica y tecnológica de una región entera, así como del país.

Se pierde, además, la oportunidad de que el inmueble sea considerado por la Unesco como Patrimonio Mundial, ello porque los continuos cambios en su infraestructura y en su función la debilitan conceptualmente como ícono de la industria textil en Latinoamérica.

En ese ámbito particular, es claro, no caben ni la historia ni los personajes cercanos y vivos a la fábrica, que todavía en diciembre pasado se reunieron e hicieron uso –con “permiso” de Fundación Azteca– de las instalaciones para hablar sobre la importancia de la memoria y la tradición oral en vías a conformar un rico patrimonio intangible en torno a la fábrica.

En el inmueble particular y para el gobierno estatal, tampoco, tuvieron cabida las máquinas, los grandes telares, los espacios de ocupación y vivienda –ahora maquillados como salones de música, y lo poco que fue rescatado por los trabajadores al cierre de la industria, ocurrido en 1991.

 

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