Después de reportar en este espacio sobre los films “del momento” –Perdida y La dictadura perfecta– toca voltear a eso otro de menor expectativa y resonancia mediática, porque ver cine es, para quienes nos decimos cinéfilos, un hábito de al menos un par de títulos por semana. La novedad estos días ha sido el estreno de la cinta argentina El médico alemán, de Lucía Puenzo, la directora que en 2007 entregara la difícil XXY, en torno a una adolescente intersexual y las encrucijadas sociales y familiares de su condición. El médico alemán tampoco es precisamente fácil, al centrar su argumento en la inadvertida presencia (e incidencia) del genetista y criminal nazi Josef Mengele entre una familia argentina. Todo sucede en la década de los 60, en la Patagonia, cuando el llamado Ángel de la muerte se escondía en Sudamérica de la justicia israelí, urgida de llevarlo ante tribunales. Si ya de suyo es crispante esta premisa de partida, el que una de las hijas de la familia –de apenas 12 años– desarrolle una especie de fascinación por el tipo, convierte el asunto en una pesadilla por todas las implicaciones. Es aquí que Lucía Puenzo opta por la contención y por un acercamiento de bajo perfil (aunque muy serio), evitando los clichés del thriller a–la–Hollywood. Así pues, lo importante en El médico alemán no es el espectáculo de acción tradicional, sino el riesgo de lo posible, de lo latente, en torno a la presencia de Mengele, una de las figuras más siniestras e inescrupulosas de la historia moderna. De ahí que la tensión brote, haciendo a la película siempre intrigante. Entonces, sin ser redonda ni mucho menos, vale la pena ver El médico alemán (Wakolda es su título original) como un ejercicio de suspenso basado más en amenazas latentes que factuales. Por cierto, el debut cinematográfico de Florencia Bado en el rol de Lilith –la niña atraída por el misterioso alemán llegado a casa– es muy afortunado, haciendo creíble cada uno de sus momentos. Ojalá que este film se mantenga varias semanas en cartelera.
En cuanto a otro tipo de horror, ahí está ese “tramposón” pero efectivo de Anabelle, cinta low budget, dirigida por John R. Leonetti, acerca de una maligna muñeca vintage que el demonio utiliza como conducto para allegarse almas. Está bien realizada, pero sobre una historia que es más una columna vertebral que un argumento desarrollado y sustentable. Esa debilidad es justo la que merma su impacto sobre la audiencia, aunque tiene algunos momentos muy logrados, de verdadero susto. Por cierto, uno de los productores de Anabelle es James Wan, quien hace un año entregó la exitosa El conjuro, en la que también hace presencia Annabelle la muñeca (de hecho, la intención es ofrecer a Anabelle como una suerte de “precuela” de El conjuro). Y no deja de tener un cierto humor negro el que la protagonista, Mia, esté encarnada por la actriz Annabelle Harris; ¿la habrán escogido por su nombre de pila? Si usted es fan del cine de horror, esta es su opción de la semana.
¿Y qué estrenos se avecinan? El thriller de acción Otro día para matar (John Wick), con Keanu Reeves, en la vena del “tipo duro” (o de pasado innoble) que sale del retiro para ajustar cuentas, y Elsa & Fred, remake de Hollywood de la película argentina homónima de hace nueve años. Cuentan que Otro día para matar está bastante bien, con Reeves de regreso a plena forma. En cuanto a Elsa & Fred, son Shirley MacLaine y Christopher Plummer quienes encarnan a los personajes del título –dos “adultos mayores” que encuentran de nuevo el amor en el crepúsculo de sus vidas– bajo la dirección de Michael Radford, el tipo que hace años nos regaló aquella deleitable El cartero. Soy el primero en saber que los remakes casi siempre son menores a los films que replican, pero sé también que, siempre, lo mejor es conceder el beneficio de la duda. Además, normalmente vale la pena cualquier cosa en la que se encuentre Shirley MacLaine. Que sea una buena semana de cine.