El dirigente de la Unión Nacional de Trabajadores en la República, Francisco Hernández Juárez, vino a Puebla a romper con el gobierno de derecha de Rafael Moreno Valle Rosas, a quien hace tres años le alzó la mano para que llegara al poder y hoy califica de agresivo, golpeador, persecutor de luchadores sociales y de no respetar la vida interna de las organizaciones sindicales agremiadas a la UNT.
Resultan por demás significativas las declaraciones del dirigente, quien al principio de su carrera se destacó como protagonista de la vanguardia sindical en México y terminó asumiendo los vicios de viejos líderes, entre ellos las alianzas cuasi clientelares de su organización con prácticamente todas las fuerzas políticas.
Hernández Juárez ha acuñado así un estilo prudente y hasta condescendiente con el poder político, por lo que sus palabras muestran a qué punto el gobernador de Puebla es un hombre intolerante, que no sabe llevar una relación de mínima civilidad, ni siquiera con quienes han sido sus aliados o lo han ayudado en sus empresas.
Los sindicatos han sido tal vez el sector más golpeado por Moreno Valle, al punto de que a nivel del servicio público prácticamente los ha desaparecido.
Lo cierto es que derivado de la escalada nacional que va cobrando la indignación por la represión del 9 de julio a vecinos de San Bernardino Chalchihuapan, y la consecuente muerte del niño de 13 años José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo, es evidente que la administración morenovallista no solo va cayendo en el descrédito absoluto, ganado a pulso, sino que pierde vertiginosamente alianzas y apoyos.