Un británico llamado James Parkinson (1755–1824) durante una prolífica vida se dedicó a la investigación en áreas tan variadas como la medicina clínica, botánica, geología, sociología y hasta la paleontología. Todo esto lo llevó a estudiar con acertada profundidad, problemas metabólicos como la hiperuricemia o “gota” publicando varios tratados sobre esta enfermedad. Pero indudablemente su aporte a la medicina más trascendente fue la descripción de una “Parálisis agitante” que describió en un libro (An Essay on the shaking palsy) y que a la larga le daría su nombre a la conocida por todos, Enfermedad de Parkinson, en 1817.
Vale la pena mencionar que en esa época, existían dos corrientes de pensamiento médico basadas en la investigación de la anatomía con su vínculo a la enfermedad por un lado; y por otro, las manifestaciones de la enfermedad en el individuo de acuerdo a las observaciones de los signos clínicos (semiología) y su clasificación (nosografía).
Parkinson tuvo una orientación esencialmente vinculada con la anatomía, tratando de entender cómo las alteraciones físicas que establecían una ruptura con lo que se podía observar como normal, daban cambios específicos.
Habiendo sido hijo de un boticario que también practicaba la cirugía (John Parkinson), se puede decir que desde su más tierna infancia, tuvo un íntimo contacto con enfermos; lo que aunado a su inquieta búsqueda de entender por qué la gente enfrentaba distintas patologías, marcó su interés en la investigación. Esto explica además que fuera uno de los primeros estudiantes registrados en el ingreso al London Hospital Medical College y aunque no se sabe en dónde culminó sus estudios de medicina, su nombre aparece en la lista de cirujanos aprobados en el año de 1784, cuando contaba con 29 años de edad, continuando la consulta de su padre con un éxito que le brindó la posibilidad de dedicarse a actividades sociales y hasta políticas. Sin embargo, este gusto le duró muy poco pues al tener una visión de las injusticias cometidas en contra de la gente pobre y desvalida, basadas en los principios de la Revolución Francesa, publicó muchos folletos con el seudónimo de “Old Hubert” que le ocasionaron una buena cantidad de problemas. Se afilió a varias asociaciones políticas secretas dentro de las que sobresalió su activismo en la London Corresponding Society for Reform of Parliamentary Representation, que sin que se tenga la certeza de una de las propuestas de acción, en su seno se planeó supuestamente, el asesinato del rey Jorge III del Reino Unido (1738–1820). A raíz de esto, el doctor Parkinson fue investigado y sometido a interrogatorios en los que efectivamente reconoció su pertenencia a organismos políticos secretos lo que condicionó que fuese acusado de traición; pero aunque la pena era la horca, seguramente por su calidad como investigador y médico, se salvó de esta condena.
A partir de estos problemas regresó a su actividad como médico promoviendo la salud y bienestar poblacional a través de escritos verdaderamente sorprendentes; sin embargo, su libro sobre parálisis agitante marca con una puntualidad inaudita, las características clínicas de este mal. Curiosamente en el prólogo de su libro plantea que el no haber encontrado alguna anormalidad anatómica que pudiese sugerir el origen del problema, no le daba a su trabajo una calidad científica rigurosa. Pero menciona, en un párrafo, las características determinantes para orientar el diagnóstico: “Movimientos involuntarios de carácter tembloroso, con disminución de la fuerza muscular que afectan a partes que están en reposo y que incluso provocan una tendencia a la inclinación del cuerpo hacia delante y a una forma de caminar a pasos cortos y rápidos. Los sentidos y el intelecto permanecen inalterados”. Se podría criticar el hecho de que efectivamente en el progreso de la enfermedad, efectivamente hay un deterioro de la memoria; sin embargo, la descripción general es tan completa que por eso, en la actualidad, lleva su nombre.
Llama la atención que, además de su trascendencia en el ámbito de la medicina, también dirigiera su interés a la Geología y a la Paleontología con una propuesta que explicara la formación de los fósiles en una obra de tres volúmenes que se titula Organic Remains of a Former World (Restos orgánicos de un mundo antiguo) en donde se plantea la primera explicación científica de cómo se formaron los organismos prehistóricos, con ilustraciones elaboradas por el mismo Parkinson.
Otras publicaciones en áreas tan disímbolas como medicina, política, sociología botánica, geología, y paleontología lo convierten en una persona extraordinaria, cuya vida y obra es prácticamente desconocida para la mayoría.
Normalmente buscamos llenar nuestras vidas atendiendo con la mayor puntualidad, nuestras prioridades y valores, orientándonos a una actividad específica. Personas como James Parkinson son poseedoras de una personalidad llena de energía, con una poderosa fuente de ingenio, una sensibilidad intensa y sobre todo, energías ilimitadas. Obviamente faltan calificativos que sea suficientes para describirlo, pero algo es seguro. En él jamás podrá aplicarse el famoso refrán popular en el que se plantea que: “quien mucho abarca, poco aprieta”.