Jueves, abril 25, 2024

No es el pastel sino la forma de repartirlo.

Destacamos

No se ofrece la carrera de Economía en Tlaxcala

A los ricos les llaman los creadores de empleo

Hay que invertir en educación par crecer

No entiendo lo que sucede con la economía de Tlaxcala, exclama la Sábila a la Xóchil y a la Malinche, quienes  se encuentran atendiendo la empresa “La cuna del tlacoyo”. Cuando se toman un descanso, le dicen a la prima: ¿Qué es lo que no entiendes?

Eso de la economía, responde preocupada la Sábila.

La economía es lo que ganamos con la venta de los tlacoyos, le dice la Xóchil, porque para hacerlos tenemos que invertir para comprar maíz, cal y leña a fin de cocerlo y molerlo para hacer la masa. La manteca para cocerlos, el carbón para el anafre, los tomates, la cebolla y el chile para la salsa, todo eso vale y hay que comprarlo.

La diferencia entre lo que invertimos y lo que sacamos con la venta es lo que nos permite saber si ganamos o perdemos. ¡Eso, eso es la economía!, le confirma la Malinche.

Si es tan fácil por qué la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico y los empresarios no lo entienden, responde la Sábila. Les muestra varios ejemplares de La Jornada de OrienteTlaxcala donde se lee: “Tlaxcala es el sexto lugar nacional en materia de empleos formales en el sector textil con 5 mil 929: Canaitex”.

La Malinche toma otra Jornada y muestra: “Por lo menos cuatro empresas de la rama textil que trabajan la fibra larga en Tlaxcala han seguido con paros intermitentes en las últimas semanas, debido a que el principal proveedor de materia prima del país suspendió actividades…”

La Xóchil toma otra Jornada: “La generación de empleos con seguridad social ha sido lenta en el presente año, reconoció la titular de la Secretaría de Turismo y Desarrollo Económico (Setyde), Adriana Moreno Duran, quien atribuyó esta situación a que aún se resienten los efectos que dejó el cierre de la empresa Nestlé y una planta de Zentrix”.

La Sábila muestra otra Jornada: “El gobernador Mariano González Zarur y dueños de la empresa Kathrein realizaron la primera excavación para la construcción de las naves industriales de esta firma que se asentará en CIX I este año con una inversión de 26 millones de euros”.

Cuando leo esas notas, apunta la Malinche, me parece que estoy leyendo la canción de “Burundanga” que cantaba Celia Cruz: “Songo le dio a borondongo, borondongo le dio a Bernabé, Bernabé le pegó a muchilanga y le echó a burundanga”.

El gurú de la desigualdad

Ha de ser por eso, considera la Xóchil, que un economista francés, Thomas Pinketty, se ha convertido en el gurú de la desigualdad con la publicación de “Le capital au XXIème siècle (T. Piketty, Le seuil, 2013) que traducido al español significa “El capital del Siglo XXI”.

La Sábila señala que en el periódico español El País, en la columna de Begoña Gómez que titula: “El economista estrella que ha conquistado EE UU”, escribe: “En esencia, la tesis de Piketty, que tardó 15 años en amasar la gigantesca masa de datos que componen su libro, es que en el actual sistema económico la riqueza heredada siempre tendrá más valor que lo que un individuo pueda ganar en una vida. Que el capitalismo es, por lo tanto, incompatible con la democracia y con la justicia social. Que los muy ricos deberían pagar un mínimo de un 80 por ciento de impuestos y que hablar del uno por ciento contra el 99 porciento no es cosa de estudiantes y exaltados del movimiento Occupy sino un hecho incontrovertible.”

Eso no es nada, destaca la Malinche, Paul Krugman, el Nobel de Economía ha escrito: “Piketty es difícilmente el primer economista que señala que estamos experimentando un marcado aumento en la desigualdad o siquiera en enfatizar el contraste entre el lento crecimiento del salario de la mayor parte de la población y los elevados ingresos de quienes están en la cima. En verdad Piketty y sus colegas han aportado una gran cantidad de profundidad histórica a nuestro conocimiento, al demostrar que, ciertamente, estamos viviendo una Edad Dorada. Pero eso es algo que hemos sabido desde hace un tiempo. No, lo que es realmente nuevo respecto a El capital en el siglo XXI es que derriba el más preciado de los mitos de los conservadores: la insistencia en que estamos viviendo en una meritocracia en la que la gran riqueza se gana y se merece. Durante el último par de décadas, la respuesta conservadora a los intentos por convertir en asunto político los elevados ingresos en la cima ha implicado dos líneas de defensa: uno, negar que a los ricos les está yendo tan bien y al resto tan mal como en verdad está sucediendo; pero cuando la negación falla, se afirma que los elevados ingresos en la parte alta son recompensa justificada por los servicios prestados. No los llame el uno por ciento ni los ricos, llámelos “creadores de empleos”.

La desigualdad genera malestar social

Dicen que la tesis que sostiene Piketty es muy simple: “cuando la tasa de retorno del capital es superior a la tasa de crecimiento de la economía, la lógica dicta que la riqueza heredada crece más que el PIB y el ingreso de las personas.” Lo que le lleva a concluir que: “las desigualdades generan malestar social que van a acabar dando lugar a inestabilidad política (pacífica o violenta) que va a acabar con el capitalismo”.

¡Ya sé lo que quiero estudiar!, exclama la Sábila.

La Malinche y la Xóchil se quedan sorprendidas con la noticia y le expresan: A tus 30 y 40 tantos años no puedes estar pensando en volverte escolapia. La educación es para los niños y los jóvenes. Estás viendo que no hay espacios para todos ellos y quieres ir a quitárselos.

La Sábila las mira con odio jarocho y les responde: Primero no estoy tan grande como para no estudiar y si así fuera, los secretarios de Educación, los rectores, los diputados, los senadores, los gobernadores y el presidente de la República, todos repiten que la educación es para toda la vida. Estoy en edad de desarrollar mis competencias intelectuales en la rama de la economía.

En eso tienes razón, porque el propio Pinketty recomienda, según la Xóchil: “las experiencias de Francia y Estados Unidos van en la misma dirección: a largo plazo, la mejor manera de reducir las desigualdades al mismo tiempo de aumentar la productividad del trabajo y la tasa global de crecimiento es invertir en educación”

Está bien, le dice la Malinche, sólo que vas a tener un pequeño problema. ¡En Tlaxcala no hay una sola escuela que imparta la carrera de Economía! ¡No se ofrece un solo curso ni de economía doméstica!

Yo no quiero estudiar economía doméstica, reclama la Sábila, sino de la otra economía, esa que sirve para entender por qué el secretario de Hacienda dice un día: “Empezamos a ver los efectos en una recuperación gradual, pero clara y sostenida, de crecimiento de la economía mexicana, como lo estamos viendo también en otros indicadores que nos muestran que la economía empieza a retomar su ritmo de crecimiento” y al otro día el director del Banco de México expone que: “a la luz del desempeño de la actividad en los primeros meses de este año, la previsión de crecimiento para 2014 debía ser ajustada a un rango de entre 2.3 y 3.3 por ciento, inferior en 0.7 puntos a lo previsto por el propio instituto emisor”

La Xóchil se queda pensando cuál será la razón para que ni la UAT, ni las dos politécnicas, ni los tres tecnológicos, ni la tecnológica y menos las 40 escuelas patito de Tlaxcala ofrecen esta carrera, lo que traerá problemas a la Sábila, a más de que ¡apenas terminó la educación básica!

La Xóchil le dice que puede empezar por leer el libro de Joseph E. Stiglitz (2014) El precio de la desigualdad: cómo la sociedad dividida de hoy pone en peligro nuestro futuro y en el que descubrirá que: “Los apologistas de la desigualdad –y hay muchos– rebaten con el argumento de que dar más dinero a los de arriba beneficia a todo el mundo en parte porque da lugar a mayor crecimiento. Se trata de una idea denominada teoría económica del goteo. Tiene un largo pedigrí y hace tiempo que está desacreditada. Como hemos visto una mayor desigualdad no ha dado lugar a más crecimiento y, de hecho, la mayoría de los estadunidenses ha visto cómo sus ingresos disminuían o se estancaban. Lo que Estados Unidos ha venido experimentado durante los últimos años es lo contrario de la teoría económica del goteo: las riquezas que se han acumulado en lo más alto se han  producido a expensas de los de más abajo.”

La Sábila les dice: se me hace que sí me conviene estudiar economía doméstica, porque eso tal vez nos permita convertir a “La cuna del tlacoyo” en una empresa mundial, porque como dice el que lo dice, el problema no es hacer el pastel sino cómo se reparte y la verdad es que a los de abajo siempre les toca lo que sobra después de que comen los de arriba.

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