Un fuerte rumor que ayer quitó la paciencia y el sueño a los integrantes del equipo de Ernesto Cordero Arroyo en Puebla es que se dice que desde el martes llegó a la capital poblana un par de grupos de operación política y presión provenientes del Distrito Federal, que tendrían como objetivo sacar adelante a como dé lugar un triunfo de Gustavo Madero Muñoz en la elección del nuevo presidente nacional del Partido Acción Nacional (PAN).
Según esa versión, se trata de dos células, cada una formada por 25 miembros, que tendrán como principal función tener localizados, vigilados y en su caso controlados los centros de votación que se instalarán el próximo domingo. Su objetivo será evitar el acarreo y la posible compra de votos a favor de Ernesto Cordero; y en caso de que el resultado no sea favorable para Gustavo Madero, entonces podrían operar un robo de urnas.
Lo poco que se sabe al respecto es que otros dos grupos, con similares características, habrían sido enviados a Tlaxcala para que hagan lo mismo, y que el encargado de haberlos contratado sería un ex miembro del gabinete estatal y que ya fue legislador.
También se ha difundido que este sábado podrían llegar nuevos grupos, que ya no tendrían que hacer las labores de logística y organización, sino que fundamentalmente son pandilleros reclutados en el Distrito Federal y en el estado de México, que el próximo domingo saldrán a amedrentar a los panistas que son contrarios a la reelección de Gustavo Madero.
Una fuente confiable y cercana al equipo de Ernesto Cordero dijo que dichos grupos de operación y presión política ya tienen una larga experiencia en Puebla, ya que la primera vez que actuaron en territorio poblano fue en 2010, cuando llegaron a la capital y sus zonas conurbadas para salir a cazar y desarticular a los mapaches electorales del PRI, lo cual fue una importante contribución al triunfo del entonces candidato a gobernador, Rafael Moreno Valle Rosas.
También se sabe que los líderes de esos grupos son conocidos jefes de pandillas que se ubican en las colonias Candelaria y Portales, en la ciudad de México.
Estos mismos grupos fueron contratados de una manera similar para intervenir en los comicios locales de 2011 en Michoacán y con la encomienda de hacer triunfar a la entonces candidata del PAN a la gubernatura, María Luisa Calderón Hinojosa. Pero como de última hora los operadores electorales de Puebla que los controlaban cambiaron de bando, ya que se sumaron al esfuerzo de hacer ganar en 2012 en la contienda presidencial al priista Enrique Peña Nieto, ya no se utilizaron a los pandilleros para actuar a favor de la aspirante panista.
El empleo de estos grupos es una muestra de la descomposición y polarización que se vive en el PAN.
La contienda entre Ernesto Cordero y Gustavo Madero ha mostrado el verdadero rostro del PAN, un partido que perdió sus valores democráticos durante los periodos de gobierno de Vicente Fox Quesada y Felipe Calderón Hinojosa, en mucho por el extremo pragmatismo de la clase política panista, que llegó a conquistar el poder económico y político sin preocuparse por el bienestar social de la población.
En el PAN no hay un proyecto de nación ni el interés de volver a ser una fuerza política de derecha democrática. Lo único que prevalece es la lucha por el poder y la interlocución con los gobiernos federal y de los estados.
Hasta hace una década el PAN era un férreo crítico del PRD, partido al que acusaba ser una izquierda radical, intransigente, sin institucionalidad y cercana a las prácticas de trampa electoral del PRI.
Ahora el desaseado proceso electoral del PAN hace que las trampas electorales del PRD parezcan guerras de niños.