El mandatario Rafael Moreno Valle desde hace mucho agotó el llamado “bono democrático”, pues ya pocos creen que con su administración todavía se pueda lograr un cambio en el estado. Lo que ahora parece ocurrir es que el titular del Poder Ejecutivo está rebasando los límites, al empezar a golpear a dos sectores que son polos opuestos, pero que son fundamentales para garantizar la estabilidad de cualquier gobierno: a los académicos de la UAP y a El Yunque.
La campaña de hostigamiento que se desató contra el investigador Ricardo Pérez Avilés, quien al parecer fue hostigado por un grupo armado por asesorar al movimiento opositor al gasoducto Morelos, se ha interpretado –por dos grupos de académicos y estudiantes– como una respuesta oficial a los universitarios que han buscado oponerse a los llamados “proyectos de muerte”.
Esta no es la primera vez que ocurre algo similar. Al inicio del gobierno de Rafael Moreno Valle trascendió que la Secretaría General de Gobierno habría presionado para fueran despedidas de la UAP las académicas Rosalva Loreto y Montserrat Gali, por cuestionar la viabilidad del Viaducto Zaragoza.
Por mucho que el gobierno se deslinde de los ataques contra investigadores que han asesorado a los movimientos opositores a obras y proyectos del gobierno del estado, en el colectivo de profesores y alumnos, tanto de universidades privadas como públicas, se interpreta que esas agresiones provienen o son solapadas desde el Poder Ejecutivo.
Y no son interpretaciones sin sustento, dado el carácter autoritario del titular del Poder Ejecutivo, quien siempre busca infundir miedo como método de control político, hasta con los miembros de la propia administración estatal.
Tal situación plantea que el gobernador carece de una lectura crítica de la segunda parte del siglo XX, en donde los ataques –directos o indirectos– del gobierno contra miembros de la principal universidad pública del estado derivaron en graves crisis de gobernabilidad que acabaron con el derrumbe de por lo menos un par de titulares del Poder Ejecutivo.
Es cierto que la politización de la comunidad de la UAP no es la misma que había en las décadas de los años 60 y 70, con la que hay ahora, que poco se involucra en luchas populares. Sin embargo, los universitarios –en general de los ámbitos privado y público– constituyen el llamado “voto crítico”, que tiene una alta influencia en redes sociales, en las clases medias y los sectores más informados de la población.
Otro sector crítico de la sociedad poblana es El Yunque, con una alta influencia en universidades privadas, organismos empresariales y la clase media. Los miembros de esta organización no enfrentan una persecución, pero sí la exclusión del gobierno del estado, luego de que fue uno de los pilares para que en 2010 pudiera ganar Rafael Moreno Valle la titularidad del Poder Ejecutivo.
La soberbia, la desinformación y el autoritarismo que dominan a los miembros del gobierno de Moreno Valle, son factores que no le permite a la administración morenovallista valorar que está rebasando los límites.