Jueves, abril 18, 2024

La fragmentación del PRI

Destacamos

Todos le echan la culpa al tricolor

La lucha siempre se da entre los tres grandes

El PRD se ha convertido en el ya merito

Una de las formas para conocer la salud de una democracia se obtiene a partir de los datos de la competencia electoral, afirma categórico el doctor Margarito Pérez de Zacatelco, quien se muestra revivido con eso de que el presidente de su pueblo resultó una copia del PANismo de la docena trágica y de todo le echa la culpa al PRI.

La buena o mala savia de las democracias también se puede saber al revisar la vida interna de los partidos políticos, le revira el Tránsito, quien anda un poco norteado porque no logra definirse si se va con melón o con sandía, porque el día de la expropiación apenas si pudieron juntar a 50 clientes y no hay más culpable que el PRI.

El Jicoténcal les pide que se pongan serios y si quieren tener voz en el asunto de los partidos políticos que lo hagan de forma seria, porque ya basta de tanto payaso que se pone a escribir y hablar sobre el tema como si fuera un asunto de filias y fobias y al final de cuentas concluyen que todo es culpa del PRI.

El Margarito le da una sopa de su propio chocolate al Jico y le dice que de 2000 a 2013, es decir en los años que van del siglo XXI, 12 años ha estado el Poder Ejecutivo en manos del PAN y uno en manos del PRI, en tanto que el Congreso cayó en poder del PAN y del PRD, pero al final de cuentas regresó al vientre del PRI.

En eso tienes razón, apunta el Tránsito, la lucha política con siglas más o con siglas menos siempre es entre los tres grandes, ya sea a nivel federal o estatal. En donde cambia la cosa es en las presidencias municipales, pero en Tlaxcala hasta esas se tienen que pelear en coalición entre los mini mini partidos y algún padrino mayor.

En estos 13 años, en la lucha por los poderes Ejecutivo y Legislativo, los votos que obtienen los partidos muestran su capacidad real de esperanza y no puede perderse de vista que 2009 anunció el regreso del PRI, afirma el Jicoténcal, quien agrega que la votación más chica que tiene es en 2006 con 9 millones 300 mil votos, en tanto que la más alta la alcanza en 2012 con 14 millones 509 mil votos.

El PAN se fue a los cuernos de la luna con Chente

A diferencia del PAN, apunta el Margarito, que recibe menos votos en 2012, alrededor de 12 millones 700 mil votos, pero la elección que lo colocó en los cuernos de la luna fue la de 2000 con Chente a la cabeza, casi 16 millones de sufragios, después de eso ha sido pura  caída libre y no hallan de dónde agarrarse.

El que se ha convertido en el ya merito es el PRD, que en 2006 consigue su máximo histórico con casi 15 millones de votos y la más baja en 2000 con 6 millones de votos y en 2012  se quedó con menos de 10 millones, muy pero muy lejos de lo que había estado en 2000 y 2006, apunta el Tránsito con una tristeza que le obliga a echarse una gorda, porque las penas con PAN son buenas.

Por cuanto hace a la lucha por el Poder Legislativo, el PRI obtiene la votación más baja para diputados en 2003 y la más alta en 2009 con 12 millones 700 mil votos, lo que significa, destaca el Margarito, que ahí comienza la pavimentación del camino para el regreso de los tricolores a Los Pinos, sin que nadie sospechara nada, aunque después todos se sorprendieron y se echaron la culpa unos a otros.

El Tránsito considera que la PANadería comenzó a sacar los bollos del horno en 2003 al obtener únicamente 8 millones 189 mil, cuando tres años antes, en 2000, habían estado en la cima de La Malinche con 14 millones 212 mil votos, sólo que por no saber alpinismo se perdieron y tuvieron que ir en su rescate las brigadas del PRI.

Los del sol azteca parece que no logran dar el estirón, asegún el Jicoténcal, cuando todo mundo esperaba que en 2006 se convirtieran en jefes en la cámara, igual que en el palacio del ayuntamiento, el simple hecho de pregonar que le quitaría su pensión a Fox los bajó en 2003 a 4 millones 166 mil votos y los casi 12 millones de votos de 2006 se pulverizaron en el horizonte.

En lo relativo a los senectos, o sea los senadores, asegura el Margarito que el PRI adquiere su mayor votación en 2012 y la menor en 2006, el PAN  la mayor en 2000 y la menor en 2012 y el PRD, la mayor en  2006 y la menor  en 2003, lo que significa que 2006 fue la oportunidad histórica del PRD, sin embargo, la alternancia sólo alcanzó para el PAN. ¡Eso es mala suerte!

El Tránsito se pone a cantar: “tempranito va y lo saca, calientito en su canasta pa´ salir con su clientela, por las calles principales y también la ciudadela y después a los portales, y el que no sale se queda sin el pan para comer, diga si van pronto a salir porque si no para seguir repartiendo el PAN” (Tin Tán).

La ciencia de la opinología

Dejemos el tema de los números, propone el Margarito y vayamos a la ciencia de la opinología hurgando en la vida de los partidos políticos, porque al ver la forma en que se organizan, los mecanismos que usan para la acción pública, la forma en que definen sus procesos de elección, sus candidaturas, sus plataformas, puede decirnos algo.

Acuérdense –dice Jicoténcal– que el PRI recupera el Poder Legislativo en 2009 y el Poder Ejecutivo en 2012, lo que le ha permitido celebrar su 85 aniversario con una visión diferente a como lo hacía antes de 2000 y podríamos decir que desde  1982 los priistas y sus representantes actuaban como militantes vergonzantes, lo que explica de alguna manera que los más kooleids agarran el camino hacia otros partidos.

Durante muchos años, acota el Margarito, el presidente  de la República, tal vez desde López Porpillo, no se declara el primer priista porque la oposición y la sociedad civil los acusaban de intervención, pero ahora el primero en mostrar su orgullo es el presidente Enrique Peña Nieto, dice: “Hoy refrendo mi convicción como militante del PRI; hoy reafirmo mi gran orgullo de ser priista”.

El Tránsito dice que todos los de la base, la militancia, los miembros del PRI, se pusieron como locos cuando oyeron decir eso de la institucionalidad y la creación de instituciones, pero cayeron en el éxtasis cuando les expresó que la única manera de ganar en las urnas y seguir en el poder es manteniéndose unidos,  para seguir “moviendo” a México.

El Margarito considera que hay que tener en cuenta que el PRI que celebra es un PRI que como la iglesia y el Ejército, se adapta a los cambios de forma muy sutil. El Partido Nacional Revolucionario fue la construcción del espacio de acuerdo entre caudillos para darle vida institucional al país, pero no es el PRI que regresó a la presidencia de la República.

Lo acompaña en la letanía el Tránsito: El Partido de la Revolución Mexicana fue el creador del “nacionalismo” como un modelo de organización y desarrollo que construye las bases de un México moderno. Pero esos comenzaron a tirar la toalla en 1988 y se fueron a colonizar al PRD  en bola, e individualmente al PAN.

El Jicoténcal considera que el Partido Revolucionario Institucional es el que consolida el nacionalismo revolucionario que llega a su fin en la década de los ochenta del siglo XX y convirtió el PRI en el PRI vergonzante para vestirlo con el liberalismo social al extremo de negarse a sí mismo con Ernesto Zedillo, lo que determinó el surgimiento de un PRI regional, de un PRI fundado en las fuerza de los liderazgos locales y que aglutina Peña Nieto como gobernador del Estado de México.

El nacionalismo revolucionario se fue a….l PRD, recuerda el Tránsito, con la ruptura de la corriente democrática y la salida de estos para la formación del Frente Democrático Nacional que a su vez fue el origen del Partido de la Revolución Democrática y le sigue en el camino hacia el Movimiento de Regeneración Nacional. ¡Caudillos de la revolución armada e institucional, Uníos!

El Margarito no está de acuerdo y afirma que la alternancia es una muestra más de que el PRI no ha cambiado, como no ha cambiado la cultura política que construyó a lo largo de los años de la posrevolución y que fue amamantada por la vaca del nacionalismo revolucionario.

El Tránsito le hace segunda y está convencido de que PRI se reconstruyó no por el partido sino por la cultura, de ahí que en el PRD se encuentre hoy el PRI del nacionalismo revolucionario y en el PAN el PRI del capitalismo de cuates. En la PANadería están los riquillos rateros que se dicen decentes.

La transformación del país se ha dado con un PRI que por fragmentación se convirtió en el PRI–PAN, el PRI–PRD y el PRI–PRI, todos cobijados con la misma cultura política, la del patrimonialismo, la de la demagogia, la de la simulación, la de la impunidad, aunque ahora en voz de políticos de todos los colores.

Como dice el filósofo Tulio Hernández: ¡Tanta alternancia nos dio en la madre!

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