Los diputados están hechos bolas
¿Los legisladores saben leer?
Se la pasan violando el marco legal
Reunidos en asamblea permanente, los descendientes de la república de Tlaxcallan se encuentran en el centro del tianguis sabatino. Por el señorío de las frutas está presente la hermosura de la Sábila; por el señorío de las verduras, la belleza de la Malinche; por el señorío de los estibadores, el galán del Margarito y por el señorío de los barrenderos, el guapo Tránsito. El gallardo Jicoténcal acude en representación de los señoríos menores.
¡Compañeros! Hemos sido emplazados por nuestros descendientes, a quienes heredamos nuestro linaje y nuestra cultura, ya que, como decía el chupacabras: “Están hechos bolas”. Porque ahora resulta que no saben cómo funciona una república, si nosotros inventamos esa forma de gobierno, pero en la cámara se han hecho pelotas.
El galán Margarito toma la palabra y después de confirmar que hace mucho frío y que no sería mala idea que mientras debaten pudieran traer un jarrito de atole, a lo que recibe como respuesta que no está en el estorbuks, que si quiere algo vaya a comprar para todos. Con tan buena acogida, inquiere: ¿Los legisladores saben leer?
A qué viene tamaña agresión a nuestros descendientes, esos que han heredado la casa de los pipiltzín y con orgullo llevan nuestros apelativos con terminación tzín. ¿O acaso serán puros maceguales los que se han colado a la casa del pueblo? ¡Claro que saben leer! ¡Todos son licenciados, maestros y doctores, hasta que no se demuestre lo contrario! ¿Por qué la pregunta?, revira la belleza de la Malinche.
Porque si leyeran la Constitución Política del Estado Libre y Soberano, la Ley Orgánica y el Reglamento Interior del Congreso, ya hubieran resuelto sus problemas, señala el guapo Tránsito, y si no están de acuerdo con la ley, que la cambien, para eso están, pero antes que la cumplan, no que se la pasan violándose todos, todo y con todo.
El problema es por los agandalles
¿Cuál es la bronca principal?, pregunta el galán Margarito: Primero la distribución de tres cargos principales: la presidencia de la Junta de Coordinación y Concertación Política, la presidencia de la mesa directiva y la presidencia del Comité de Administración, y segundo la repartición de la comisiones. El asunto es que comenzaron con agandalles.
La hermosura de la Sábila refiere que en la Constitución se escribe que “el poder público del Estado se divide para su ejercicio en Legislativo, Ejecutivo y Judicial” (Art.30). “El Poder Legislativo del estado se deposita en una asamblea que se denomina “Congreso del Estado de Tlaxcala” (Art.31); “La Junta de Coordinación y Concertación Política es la expresión de la pluralidad y órgano superior de gobierno del Congreso” (estará integrada por: 1. Los coordinadores de los grupos parlamentarios y 2) los representantes de partido).
El Jicoténcal destaca que para el nombramiento del presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política hay dos caminos: Primero: “Será presidente de la Junta de Coordinación y Concertación Política, por la duración de la Legislatura, el coordinador de aquel grupo parlamentario que por sí mismo cuente con la mayoría absoluta en el Congreso del estado.” Segundo: “En el caso de que ningún grupo parlamentario se encuentre en el supuesto señalado en el párrafo anterior, la responsabilidad de presidir la Junta de Coordinación y Concertación Política tendrá una duración anual. Esta encomienda se desempeñará por los coordinadores de los grupos parlamentarios en orden decreciente del número de diputaciones que integren dicho grupo”, que tiene que ser: “ratificado por el pleno, por mayoría simple de votos en la primera sesión ordinaria del Congreso del estado de cada año” (Art. 65). Pero dado el caso de que no sea ratificado: “se procederá a la elección, por mayoría simple de votos, de un diputado perteneciente al grupo parlamentario que le corresponda presidir la Junta de Coordinación y Concertación Política”.
Para el segundo hueso, apunta la bella Malinche, el problema también se resuelve fácilmente: “Para conducir las sesiones del pleno y velar por el funcionamiento del Congreso, se elegirá una mesa directiva por el voto de las dos terceras partes de los diputados, que se integrará por un presidente, un vicepresidente, dos secretarios y dos prosecretarios en términos de la ley correspondiente. La representación del Congreso recae en el presidente de la mesa directiva” (Art. 31). Lo que la Ley Orgánica confirma: “En sesión previa al inicio de los periodos de las sesiones, salvo al comienzo de la Legislatura, los diputados elegirán a la mesa directiva que funcionará durante cada periodo. La elección se hará por el voto de las dos terceras partes de la Legislatura en votación por cédula” (Art. 41) y señala una condición: “Los coordinadores de los grupos parlamentarios no formarán parte de la mesa directiva” (Art. 43).
Para la tercera posición, que es el control de los dineros, destaca el galán Margarito, ahí sólo cuenta la Ley Orgánica y es muy simple: “Para la integración del Comité de Administración de la Legislatura, el pleno, en la primera sesión ordinaria de cada año, cada grupo parlamentario y representantes de partido propondrá a un diputado; de entre ellos elegirá un presidente por mayoría simple de votos. Su duración será por el periodo de un año” (Art. 73).
Interpretan la ley como se les da la gana
Como podrá observarse, esto que es tan sencillo ante nuestros ojos, no lo es para los diputados, porque cada uno de nuestros descendientes interpreta la ley como le da la gana, aunque al final resultó una solución salomónica, destaca la hermosa Sábila: la Junta de Coordinación para el PRI, la mesa directiva para el PAN y el Comité de Administración para el PRD, y ahí se las irán repartiendo, uno pa´ ti, uno pa´ mí, uno pa´ ti, uno pa´ mí…
Por la forma en que se resolvieron estos tres puestos, se complicó la distribución de las comisiones, asegura la bella Malinche. Un grupo hizo mayoría y fregó a la minoría, esa minoría se reorganizó y se convierte en nueva mayoría, y la otrora mayoría queda en minoría y ya no se aguantó. La Ley Orgánica refiere que: “El pleno del Congreso del estado constituirá dentro de los primeros 15 días de su ejercicio organismos integrados por diputados que a través de la elaboración de dictámenes, informes, opiniones o proposiciones, contribuyan a que el Congreso del estado cumpla sus atribuciones constitucionales y legales. A estos organismos se les denominará comisiones ordinarias…”
Pero para quienes se consideran pares, la comisiones no son iguales, porque ellos mismos las catalogan de primera, de segunda y de tercera, afirma el gallardo Jicoténcal: Las de primera son ocho: Asuntos Electorales, Asuntos Municipales, Finanzas y Fiscalización, Honor y Justicia, Desarrollo Económico, Instructora de Juicio Político, Declaración de Procedencia, Desafuero y Responsabilidad de Munícipes, Obras Públicas, Desarrollo Urbano y Ecología, y Puntos Constitucionales, Gobernación y Justicia y Asuntos Políticos.
Las de segunda son nueve: Comunicaciones y Transporte; Educación, Ciencia, Tecnología y Cultura; Fomento Agropecuario y Desarrollo Rural; Participación Ciudadana; Recursos Hidráulicos; Salud; Protección Civil, Seguridad Pública, Prevención y Readaptación Social; Trabajo y Previsión Social; y Turismo.
Las de tercera son nueve: Biblioteca, Archivo y Asuntos Editoriales; Corrección de Estilo; Asuntos Migratorios; Derechos Humanos, Derechos y Cultura Indígena; de la Juventud y Deporte; Equidad y Género; Gestoría, Información y Quejas; e Información Pública y Protección de Datos Personales. ¡El problema es que todos los diputados se quieren sacrificar en las de primera!
Aquí es donde hay que acudir al Reglamento Interior, señala la hermosa Sábila, ahí se anota que: “Las comisiones ordinarias se integran en los términos previstos por la Ley Orgánica y para el desempeño de sus funciones contarán con un secretario técnico, nombrado por éstas a propuesta de su presidente. La Junta de Coordinación y Concertación Política está facultada para verificar el cumplimiento del perfil profesional y experiencia de los secretarios técnicos.” Sólo que la Ley Orgánica no dice nada al respecto, por lo que como repiten los abogangster: “lo que puede lo más, puede lo menos”. Lo que plantearía tres posibilidades: 1) que en la Junta de Coordinación, la mesa directiva y el Comité de Administración tienen asiento todas las fracciones y representantes de partido, 2) que cuando no existe ninguna fracción mayoritaria, las posiciones deben ser desempeñadas en orden decreciente por las minorías más grandes, 3) que los integrantes deben ser electos por mayoría simple y no por las dos terceras partes, pero como no está legislado de forma específica, se acude a lo que dice el Reglamento Interior: “Artículo 3. Los casos no previstos y su interpretación administrativa, serán resueltos por el pleno del Congreso, la comisión permanente o la Junta de Coordinación y Concertación Política, en su caso, con excepción de la actividad parlamentaria y conducción de las sesiones concedidas a la mesa directiva por la Ley Orgánica del Poder Legislativo.” Lo que significa que la decisión a la que llegará el Tribunal Superior de Justicia y la Suprema Corte de Justicia es que las diferencias las decida la Junta de Coordinación y Concertación Política, y determine si se reestructuran o no las comisiones, pero nadie puede obligar a deshacer las comisiones y reintegrarlas porque fueron aprobadas por la mayoría. ¡El problema no es legal! ¡Es político y así tiene que resolverse! ¡Ya dejen de hacerle al cuento!