Los tratamientos médicos que se llevan a cabo por medio de hierbas se han convertido en una opción muy popular. Sin embargo, aunque se consideran naturales, se deja de tomar en cuenta que al momento de ofrecerlos en formas farmacéuticas como jarabes, cápsulas, tabletas o pomadas, ya están sometidos a un proceso de fabricación que les quita, precisamente, lo natural.
La Organización Mundial de la Salud ha estimado que alrededor de 80 por ciento de la población mundial confía más en la medicina tradicional basada en extractos de plantas que en los medicamentos de patente, fabricados por grandes empresas; sin embargo, se sabe poco acerca de su seguridad. En primer lugar, las interacciones con los fármacos, como por ejemplo, el incremento de su potencia o disminución de su efecto, son poco investigadas. Por otro lado, no es difícil imaginar que muchas plantas son alteradas con infinidad de substancias, producto de la contaminación ambiental, como metales pesados o substancias como los insecticidas o plaguicidas.
Tampoco son raros los casos de adulteración de productos que se expenden en el mercado como naturistas. En la revista Rheumatology fue publicado un artículo en el año 20061, con referencia a una serie de reacciones secundarias graves en individuos que tomaron remedios naturistas para la artritis. Al hacer un análisis de dichos medicamentos, se encontró que tenían Prednisona (medicamento emparentado con la cortisona), Indometacina, Fenilbutazona o Diclofenaco que se usan para el dolor e inflamación. A lo “natural” le habían agregado diversos fármacos sin mencionarlos en el etiquetado.
Como el mercado de plantas no está sujeto a regulaciones sanitarias estrictas, no se expenden como medicamentos. Esto los hace más baratos. Así, cuando se compran o venden, no se toman en cuenta factores como su eficacia real o advertencias sobre sus efectos secundarios. Independientemente de que sus potenciales beneficios se generan solamente a base de observaciones empíricas, cada día surgen productos a base de “hierbas múltiples”, es decir, con mezclas indiscriminadas de plantas, lo que complica aún más la identificación de elementos benéficos o productos nocivos. Pero el principal problema no gira en torno a su fabricación, sino al consumo. Las ventas se han incrementado a tal grado que ahora, en cualquier farmacia, pueden encontrarse en los mismos estantes de medicamentos de patente, productos supuestamente naturistas.
Además, está la ignorancia de todos. En la revista Indian Journal of Experimental Biology, Kuruvilla en enero de 20022 mencionó medicamentos en los que se han sospechado efectos nootrópicos (estimulantes de la memoria y la concentración), antidiabéticos, “protectores” hepáticos y reguladores de lípidos en sangre; sin embargo, aún existen muchas limitaciones para poder evaluar efectivamente la seguridad y eficacia de estas preparaciones.
Finalmente, se deja de tomar en cuenta que muchos de los medicamentos utilizados actualmente, provienen de las plantas. Valgan como ejemplos los Digitálicos (medicinas útiles en Cardiología), la Atropina y derivados narcóticos. Por otro lado, cuando se prescribe un fármaco, las dosis y la calidad de la sustancia han sido investigadas con estándares de calidad y control que no existen definitivamente en las preparaciones a base de hierbas.
Es necesario llevar a cabo seguimientos e investigaciones de farmacología más contundentes sobre medicamentos naturistas. Pero también es necesario que los médicos alópatas tengamos una mentalidad más abierta hacia los tratamientos tradicionales. La experiencia es tan válida como la teoría; por eso se debe establecer algún tipo de mecanismo institucional que permita compartir información entre todos aquellos involucrados en la salud. De otra forma, la proliferación de “charlatanes” se irá incrementando y generará una problemática extremadamente difícil de abordar en el futuro.
1Dowman JK, Khattak FH et al. “Herbal medicine” containing hidden prescription drugs. Rheumatology 2006; 45(10):13091312.
2Kuruvilla A. Herbal formulations as pharmacotherapeutic agents Indian J Exp Biol 2002; 40:7–11.