No hay discurso del gobernador del Banco de México donde no se pronuncie a favor de las reformas estructurales, y el viernes 6 de diciembre vuelve de nuevo a señalar que “una reforma energética de ‘alto alcance’ aceleraría el crecimiento de la economía sin inflación”.
Cabe preguntarse porque el señor Carstens, el responsable de la política monetaria del país, insiste día a día en las reformas estructurales. ¿Por qué su defensa a las reformas ya aprobadas tales como la laboral, la del sector de telecomunicaciones, la del sector financiero, la hacendaria, y ahora la petrolera? Habría que preguntarle ¿Por qué el crecimiento del país tiene que descansar en las reformas estructurales que llevan a la privatización y extranjerización de la economía, así como a la reducción de prestaciones laborales y de salarios? ¿Por qué la política monetaria y cambiaria que él impulsa no ha generado condiciones de crecimiento?
Ante el fracaso de la política macroeconómica de estabilidad instrumentada por Banco de México y la Secretaría de Hacienda, así como de las reformas estructurales de más mercado y menos Estado en la economía para configurar condiciones de crecimiento sostenido, se insiste en vender lo poco que queda del sector petrolero para que sigan fluyendo capitales al país incrementar reservas internacionales para continuar estabilizando el tipo de cambio, y financiar el desequilibrio del sector externo y nuestra inserción en el proceso de globalización.
La economía nacional no tiene condiciones internas para reducir la inflación y estabilizar el poder de compra de la moneda, que es el principal objetivo del banco central. Tal estabilidad se ha logrado por la entrada de capitales, y de ahí la preocupación de Agustín Carstens de que se sigan aprobando reformas estructurales de privatización y extranjerización de sectores estratégicos, para asegurarse el flujo de capitales necesarios para seguir cumpliendo dicho objetivo Constitucional, que actúa no a favor del crecimiento y del empleo y del bienestar de la población, sino del sector financiero, quien control la moneda, y quiere la fortaleza de la misma, para valorizar más su capital.
En vez de que Carstens sea el gobernador del banco central, debe ser el Secretario de las Reformas Estructurales para haber que se le ocurre vender, después que la venta de Pemex evidencie que no nos llevará al crecimiento sin inflación como el defiende. Él junto con el resto de tomadores de decisiones económicas en el país, nos han venido repitiendo por décadas que las políticas macroeconómicas de estabilidad y las reformas estructurales nos llevarán al primer mundo, al mayor crecimiento, empleo y bienestar de la población. Sin embargo, no reconocen que tales políticas nos han llevado a que nuestro país crezca por debajo de la media del resto de los países de America Latina en los últimos 15 años, y menos que los países asiáticos en los últimos 32 años. Tales políticas y reformas estructurales han acentuado la concentración y extranjerización de la riqueza en el país, han aumentado el número de marginados y excluidos y de pobres, y han debilitado al gobierno, subordinándolo a los intereses del gran capital internacional y nacional, a costa de relegar los objetivos nacionales de empleo y bienestar.
En su conferencia de prensa el viernes pasado, Carstens habló de los riesgos que enfrenta el país por el posible menor crecimiento en la economía de Estados Unidos, así como por la volatilidad en los mercados financieros internacionales, “que afectarán el financiamiento externo del país”. De ahí que quieren cubrirse con la mayor inversión extranjera que promoverá la reforma energética, lo que evidencia que la economía nacional no tiene capacidad interna para hacer frente a los shocks externos, ni manejo de política económica que actúe en forma contra–cíclica capaz de aislarnos de los embates externos. Creen que con la apertura del sector petrolero a las empresas petroleras transnacionales se incrementará la capacidad exportadora de petróleo y que ello significará mayores recursos para el gobierno, como para financiar el déficit de comercio exterior, como el pago del servicio de la deuda externa, y que además impulsará el crecimiento, y el empleo. El propio banco central y el Inegi tienen las estadísticas que demuestran que las inversiones extranjeras que operan en el país sacan de éste más de lo que introducen. Ello está muy claro en el sector manufacturero, en el sector bancario y financiero, en el sector minero, y en el sector comercial, así como las empresas transnacionales que ya son contratadas desde hace años por Pemex. Ahora con la reforma energética que se discute en el Senado, que contempla concesiones de espacios geográficos a tales empresas, así como ganancias compartidas, terminarán por apropiarse de la mayor renta petrolera, mermando las reservas petroleras, como los ingresos a las presentes y futuras generaciones. Lo poco que le toque al gobierno con dicha reforma, no implicará mayor capacidad de gasto, ni de crecimiento para la economía. Reformas estructurales van y vienen y el país cada vez crece menos, cada vez menos nos pertenece, cada vez hay mayor número de pobres, mas violencia y mas territorios controlados por el narcotráfico, o por transnacionales. ¿a dónde va el país con estas reformas estructurales? ¿Cuáles es el Proyecto de Nación que está detrás de ello?