Jueves, abril 18, 2024

El triamérica y el buen fin

Destacamos

Se veía venir. La inevitable victoria sobre el endeble equipito de Nueva Zelanda –buenos para el rugby, nulos para el futbol– fue saludada con cánticos triunfales por las masas que la tele mueve y moldea a su antojo, con la consabida gritería de publicronistas y merolicos, efusión de anuncios “patrióticos” y mucho ondear de banderas. En resumen, una hazaña artificial, basada en la desmemoria y el exceso, no en la realidad de un futbol de alcances limitados, lastrado por el fracaso en el hexagonal del balón cuadrado –en Oceanía parece como si patearan uno de tres picos– y rescatado por el gesto desesperado de recurrir a un equipo más que bueno embalado. Y a un entrenador cuyos talentos se basan más en la pasión que en la reflexión, detalle que podrá generar mucho calor, color y pasión, pero no augura excesivo vuelo. Semejante amasijo podría calificar como símbolo anticipado del llamado buen fin, esa tomadura de pelo generada por el mercantilismo.

 

Sin rival al frente

 

Que el 0–0 se haya mantenido durante media hora es asunto más relacionado con la ansiedad que con el buen o mal juego, pues los antípodas cumplieron con encerrarse y aguantar: ni siquiera abusaron del juego rudo, pues hay que decir que fueron un dechado de deportividad a lo largo del encuentro. Las dos o tres mejores ocasiones de los del Piojo las salvó Glen Moss, un portero ágil y valiente, hasta que lo traicionó uno de sus centrales y Paul Aguilar encendió en el marcador la primera cifra. Y enseguida Raúl Jiménez la segunda (40’). Con un solo equipo sobre la cancha y ese corto 2–0 se cerraba la primera etapa.

Y luego del descanso –que en las tribunas fue puro gozo– dos centros de rechupete de… ¡Miguelito Layún! para la doble conquista de Oribe Peralta (47’ y 80’), la segunda contorsionándose en el aire para colgar en el ángulo hermosísimo frentazo. Nueva Zelanda no existía como oponente y aún tuvo que tragarse, en un córner, el cabezazo con el que Márquez le puso la quinta cereza al pastelote tricolor. Entonces México se relajó y de algún rincón metafísico del Azteca se desprendió el gol de ellos, en remate rebanado de James: una culebrita caprichosa que viajó de poste a poste antes de colarse mansamente en la cueva de Moi Muñoz, el séptimo americanista en liza. O el primero, si partimos del poquísimo trabajo que tuvo.

Nada impidió entonces que la ola y el júbilo se desataran, ni que la glorieta del Ángel se llenara de gente y banderitas. Tampoco impedirá que esté México en Brasil, una vez solventado el trámite del partido de vuelta, mañana en Wellington, al filo de la medianoche nuestra.

 

Patético

 

Entre los que más se dejaron ver y retratar por las cámaras, riendo y festejando, nada menos que Decio y Compeán, la tenebrosa dupla elegida por Televisa para custodiarle el negocio desde adentro. Los que tiene a nuestro futbol al borde del abismo, convertidos en salvadores y sumos sacerdotes de la victoria. Prolegómenos del buen fin, elevados a los altares del surrealismo.

 

Jubileo celeste, penuria gala

 

El otro repechaje exótico enfrentaba a Uruguay con Jordania. No hubo cuestión. Aun de visita, la celeste del maestro Tabárez devoró de cinco bocados a oponente tan insignificante y se sitúa con un pie en Brasil y el otro en Montevideo, donde procurará cerrar la inexistente pugna haciendo llover más cuero sobre las curvadas espaldas de los inocentes jordanos. En Ammán, lo único extraño fue que Cavani lograra solamente un tanto y Luis Suárez ninguno; los otros cuatro se los repartieron Pereira, Stuani, Nico Lodeiro y el “Cebolla” Rodríguez.

Distinta tonalidad tiene el futuro para Francia, que desembarcó en Kiev como favorito y vive el retorno a París como una pesadilla, en la que sin duda se repiten ad nauseam la triangulación que anudó a la lenta defensa gala, con remate letal de Zozulia (61’), y el penal de Koscielny (roja) que transformó Yarmolenko en el 2–0 final. Podrá no valer gran cosa el elenco ucraniano, pero los Ribéry, Nasry, Remy, Benzemá, Giruod y demás figuras –reales o supuestas– tendrán que justificarse en serio para hacer en Saint Denis, mañana martes, los tres goles que les urgen para revertir la eliminatoria. En circunstancias en que Ucrania, con uno que haga, los pondría al borde del desastre.

Se anunció el Portugal–Suecia como un duelo en la cumbre, capitaneado por los emblemáticos Cristiano y Ibrahimovic, y lo que salió fue un partido plano, entre un equipo demasiado contenido y otro encadenado a la ineficaz anarquía que ha acompañado al seleccionado portugués a través de su historia. Menos mal para los lusos que CR7 cazó, a falta de ocho minutos, aquel centro bajo de Joao Pereira para, de palomita y con enorme exposición y acierto, ponerle el cascabel al gato nórdico. Un cascabel que, si quiere resonar fuerte en Brasil, antes tendrá que librar la difícil aduana sueca.

La ronda europea de repechajes se saldó con un 0–0 con Islandia en Reijkiavik que Croacia debiera resolver en su favor jugando en casa, y victoria griega sobre Rumania (3–1) que deja a los helenos aparentemente bien situados con vistas al partido de vuelta. Que, como las otras tres devoluciones de visita, va a disputarse mañana a partir de las 13:45, tiempo de México.

 

Eliminatorias africanas

 

Partidos del sábado: Nigeria 2, Etiopía 0 (4–1 global para Nigeria), y Costa de Marfil 1, Senegal 1 (Costa de Marfil gana 4–2). Con ellos son ya 24 los países calificados. Y entre mañana y el miércoles sabremos los nombres de los 32 que van al sorteo de grupos para Brasil 2014.

 

Amistosos

 

Incluso demasiado por lo que hace a la visita de España a Guinea Ecuatorial, pues la opinión pública reprocha a los dirigentes iberos esta innecesaria y honorífica visita deportiva a un país  sometido a larga y sangrienta dictadura. Independientemente de su ajustado y poco lucido triunfo (1–2), a la roja se le están acumulando los problemas extracancha, contando la pugna con Brasil por Diego Costa, quien al decantarse por el país de acogida se echó encima la animadversión de sus connacionales e incluso amenazas completamente fuera de lugar del DT Scolari, el presidente de la Confederación Brasileña de Futbol y hasta algún ministro del gobierno central, algún listillo de esos dispuestos a sacarle raja política a cualquier nadería coyuntural.

Menos amistoso fue Chile con su anfitrión inglés. En Wembley, los andinos, que tienen un equipo delicioso, se merendaron al león británico con dos goles de Alexis Sánchez, el segundo un pícaro globito que dejó viendo visiones a Forster, guardameta de un equipo que no es tal, sino una imperfecta amalgama de veteranos en declive –Terry, Lampard– con novatos de escasas luces. En la segunda parte Chile –que abrió la cuenta con un gol de vestidor y la cerrarría al filo de los 90– los tuvo bailando bien y bonito durante un buen rato.

En cambio, careció de cualquier atractivo el duelo de potencias sostenido en Milán por italianos y alemanes. Por no irse en blanco, cada equipo hizo su golecito (Hummels y Abate), pero el encuentro, que ambos plantearon defensivo, resultó áspero y carente de chiste y emociones. Para colmo, Khedira se lesionó gravemente la rodilla y estará seis meses en dique seco. Adiós Mundial.

 

¿Fórmula 1 sin mexicanos?

 

Tantas ilusiones puestas en Checo Pérez y Esteban Gutiérrez para que, de sopetón, ambos estén terminando 2013 en la cuerda floja. Al tapatío, McLaren de plano le dio las gracias sin cuidar siquiera las formas –una carta de despido y arréglatelas como puedas–. Y sobre el regio podría estar pendiendo la espada de Damocles de Sauber, sujeta según rumores por un hilo muy delgado, pues la escudería no está nada conforme con el rendimiento de Esteban, muy inferior al de su coequipero Nico Hulkenberg.  Este argumento se parece bastante al de la firma británica cuando alude la desproporción entre el desempeño de Sergio Pérez y el de Jeson Button. Ambos, eso sí, con un pésimo auto.

La gente del Checo, tomada de improviso, pues tenía firmados dos años más con McLaren, se está moviendo para ver si consigue algo para 2014. Force India, Lotus –ya sin Hakkinen– y la propia Sauber son puertas que podrían estar siendo tocadas, aunque el tiempo apremia y esto nada bueno augura. La verdad es que los dos mexicanos son buenos pilotos dentro de una escala normal, pero actualmente esa zona gris resiente las sacudidas provocada por un aluvión de prospectos cada vez más jóvenes y promisorios: McLaren ya firmó al danés Kevin Magnussen y Lotus tiene los ojos puestos en un rusito del que se dicen maravillas. Pero si cualquiera de los dos fallara, no van a faltar otros con parecidas credenciales y menos edad, prestos a entrar al relevo.

Un microcosmos cruelmente devorador, en el que no caben medias tintas.

 

El ranking de un maestro

 

Murray Walker, el mayor experto de la BBC de Londres en historia de la Fórmula 1, ofrece como legado de toda una vida al borde de las pistas esta lista de quienes han sido, a su experto entender, los 20 mejores pilotos de todos los tiempos:

1. Ayrton Senna; 2. Juan Manuel Fangio; 3. Jim Clark; 4. Michael Schumacher; 5. Alain Prost; 6. Stirling Moss; 7. Jackie Stewart; 8. Sebastian Vettel; 9. Niki Lauda; 10. Fernando Alonso; 11. Alberto Ascari; 12. Gilles Villeneuve; 13. Nigel Mansell; 14. Mika Hakkinen; 15. Lewis Hamilton; 16. Nelson Piquet; 17. Emerson Fittipaldi; 18. Jack Brabham; 19. Graham Hill; 20. Jochen Rindt.

De ellos, cuatro se encuentran actualmente en activo (Vettel, Alonso, Hakkinen y Hamilton), lo que no es poca cosa. Hay en la lista seis británicos, dos alemanes, dos austriacos, un francés, un español, un italiano, un canadiense, un finlandés, un australiano. Y cuatro sudamericanos: los brasileños Senna, Piquet y Fittipaldi, y el argentino Fangio. Y a pesar de lo mucho que se les atraganta a los europeos la gente de este lado del Atlántico, dos de ellos ocupan los dos primeros puestos de esta particular pero respetadísima clasificación.

Murray Walker, oráculo a la inversa, se ha pronunciado.

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