Jueves, marzo 28, 2024

Energía, ecología y futuro

Entre las diferentes posiciones para resolver el problema ecológico mundial se encuentra una, que a mi parecer es la más extrema de todas, la cual plantea la eliminación de la relación trabajo-capital reduciendo el trabajo a la reproducción, esto es, ya no se trabajaría para producir bienes de consumo sino para transformar los recursos naturales en artículos que garanticen las condiciones de existencia. La posición es tan extrema que ni siquiera contempla el desarrollo del ser humano[1]. En esta propuesta no se vislumbra la más mínima acumulación, por lo que el ser humano estaría atado al trabajo diario para poder sobrevivir.

 

Al preguntarles a algunos expertos sobre esta propuesta me señalaron que en ella está implícita la destrucción de la civilización, una hecatombe que destruirá todo el sistema mundial de producción el que sería reconstruido a través de esta nueva manera de vivir, ya que es difícil llamarle nuevo sistema económico. Esto me recuerda a la frase de Albert Einstein que dice: “No sé con qué armas se librará la Tercera Guerra Mundial, pero en la Cuarta Guerra Mundial usarán palos y piedras”. Creo que esta frese es un poco optimista y presume la sobrevivencia de seres humanos después de una guerra mundial atómica. Muy probablemente Einstein estaría pensando en los refugios anti-atómicos que los gobiernos y ejércitos de los países desarrollados poseen. Es irrisorio pensar en refugios para trabajadores y sectores populares. Si la tierra ha de ser re-poblada como consecuencia de una hecatombe será por aquellos que tuvieron acceso al “arca de Noé”, en la lista de abordaje no se encuentran los desechados ni los ignorados, mucho menos los desposeídos. El sueño de una raza escogida quizás tendría su momento después de una hecatombe de tal magnitud.

 

La tecnología nuclear es evidentemente una de los más peligrosos y potencialmente contaminante de la industria moderna. Si en algún punto los promotores del cuidado y mantenimiento de los sistemas naturales tienen razón, es en éste. El aumento en la demanda del consumo de energía va íntimamente ligado con el desarrollo industrial moderno y con la explosión demográfica de los últimos años. De acuerdo a datos consultados, para el 2005 las necesidades energéticas mundiales son cubiertas en un 6.3 por la energía nuclear, en 7.1 por ciento por las energías renovables y en 86.5 por ciento por las energías fósiles (carbón, petróleo y gas natural)[2]. El potencial de peligro lo ejemplifican los accidentes nucleares de Chernóbil1, Ucrania y el más reciente, el de la central nuclear Fukushima Dai-ichi en Japón. El accidente de Chernóbil1 ocurrió en la central nuclear de Chernóbill el sábado 26 de abril de 1986. Considerado, junto con el accidente nuclear de Fukushima I en Japón de 2011, como el más grave en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares (accidente mayor, nivel 7), constituye uno de los mayores desastres medioambientales de la historia.

 

El segundo problema en la utilización de la energía nuclear lo constituyen los residuos radioactivos. Según la definición de la Agencia Internacional de Energía Atómica, residuo o desecho radiactivo es “toda materia que contiene radionúclidos en una concentración superior a los valores que las autoridades competentes consideran admisibles en los materiales adecuados para ser utilizados sin ningún control y para la que no está previsto ningún uso”. Dependiendo del país que posee la tecnología, los residuos radioactivos son tratados de forma diferente. Sin embargo, es común y públicamente aceptado que actualmente no se sabe qué hacer con ellos, por lo que terminan siendo enterrados. El almacenamiento geológico profundo constituye la solución de referencia en la mayoría de los países. Se presume que enterrar los residuos nucleares de actividad media y elevada a varios centenares de metros de profundidad en formaciones geológicas estables y prácticamente impermeables, es prácticamente seguro. La realidad es que no se posee una solución confiable al tratamiento de los desechos radiactivos.

 

Una alternativa a la fisión nuclear es el proceso inverso conocido como fusión nuclear. Según información a la que tuvo acceso la BBC[3], los investigadores del proyecto estadounidense Instalación Nacional de Ignición (NIF, según sus siglas en inglés) han logrado un hito fundamental en el camino hacia la fusión nuclear autosostenida. La fusión nuclear funciona de manera opuesta a la energía nuclear que hoy conocemos. Esta última se produce a partir de la división de átomos, o fisión. La obtención de energía por fusión nuclear se logra por la unión de varios núcleos atómicos de carga similar formando un núcleo más pesado. Esto produce la liberación de una cantidad enorme de energía. Este es el mismo proceso de liberación de energía que mantiene vivo al sol y a otras estrellas.

 

La fisión implica la desintegración de materia radiactiva, lo que arroja residuos altamente contaminantes, de larga vida y difícil eliminación.  La fusión funciona de manera contraria, haciendo que los átomos se junten y fusionen. En este proceso, el residuo producido es helio, un gas inofensivo y con valor económico. Los investigadores en este campo consideran que es la energía del futuro, ya que puede alimentar la demanda energética sin la amenaza de proliferación nuclear o daños al medio ambiente.

 

El reto en la fusión nuclear consiste en producir mayor energía que la empleada en su producción. Durante un experimento realizado a finales de septiembre del presente año, el NIF utilizó un láser para calentar y comprimir una pequeña bola de combustible de hidrógeno hasta el punto en el que las reacciones de fusión nuclear se llevaron a cabo. Por primera vez, la cantidad de energía liberada por la reacción de fusión superó la cantidad de energía absorbida, en un hecho sin precedentes para cualquier tipo de fusión nuclear a nivel mundial. El objetivo oficial del NIF es la “ignición”, un paso más allá de lo conseguido ahora, y que se lograría en el momento en que la fusión nuclear genere tanta energía como la que suministran los láseres. De acuerdo a los investigadores, la diferencia entre la “ignición” y lo conseguido en la actualidad, ocurre por ineficiencias en distintas partes del sistema que hacen que no toda la energía enviada por el láser llegue hasta el combustible.

 

Entre las ventajas de este dispositivo pueden citarse las siguientes: (1) La fusión nuclear es una energía limpia ya que no produce gases nocivos y genera residuos nucleares de muy baja actividad, (2) Un reactor de fusión nuclear es intrínsecamente seguro ya que la propia reacción se detiene al cortar el suministro de combustible. No depende de ningún sistema externo de seguridad susceptible de errores; (3) Es una fuente inagotable de energía ya que el Deuterio existe en abundancia en la naturaleza y el Tritio es generado dentro del propio reactor a partir del Deuterio.

 

Aunque en esta ocasión es el laboratorio de Estados Unidos donde ocurren los primeros resultados alentadores sobre este tipo de tecnología, no se encuentran solos en la búsqueda de una alternativa a la fisión nuclear. Desde que se planteó la posibilidad de obtener energía de las reacciones de fusión en 1926 por Robert d’Escourt Atkinson (astrónomo británico) y Fritz Houtermans (físico polaco), los países desarrollados han dedicado miles de millones de dólares a su investigación. Las implicaciones políticas y económicas en esta investigación rebasan los beneficios medioambientales. Ningún país niega estos últimos, sin embargo, la obtención de la técnica a punto implica la liberación de los países desarrollados de la dependencia del petróleo, con la consecuente pérdida de valor del petróleo. Cada país que posea un generador de fusión nuclear tendría un pequeño “Sol” en su casa.

En distancias cortas la interacción nuclear fuerte (atracción) es mayor que la fuerza electrostática (repulsión). Así, la mayor dificultad técnica para la fusión es conseguir que los núcleos se acerquen lo suficiente para que ocurra este fenómeno. Las distancias no están a escala.
En distancias cortas la interacción nuclear fuerte (atracción) es mayor que la fuerza electrostática (repulsión). Así, la mayor dificultad técnica para la fusión es conseguir que los núcleos se acerquen lo suficiente para que ocurra este fenómeno. Las distancias no están a escala.

 



[1] Montibeller-Filho G., 2001, O do desenvolvimento sustentável, UFSC, Brasil, pp 245

[2] World Consumption of Primary Energy by Energy Type and Selected Country Groups, 1980-2004» (XLS). Energy Information Administration, U.S. Department of Energy (July 31 2006). Consultado el 2001-2007.

[3]http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2013/10/131010_ciencia_hito_energia_nuclear_fusion_nif_ch.shtml?ocid=socialflow_facebook_mundo

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