Los grupos políticos se apropian de la educación
El 50% del presupuesto es para la enseñanza
La reforma incide en la parte laboral
En el asta bandera solidariamente con los maestros y maestras de Tlaxcala se encuentran Sábila, Malinche y Xóchil, mientras dan la señal de salida, les entra como que las ganas de pensar en lo que está sucediendo. Dice la Sábila: la mayor parte de nosotros, que tuvimos la experiencia de asistir a la escuela pública, guardamos recuerdos de una maestra o maestro de la educación primaria, algunos nos marcaron toda la vida.
Una parte importante de los que han logrado transitar por todos los niveles de educación y alcanzan un título universitario, reconoce que sin la existencia de un sistema de educación pública, hubiera sido imposible cumplir ese sueño.
En el desarrollo del sistema político se corporativizó a todas las organizaciones e instituciones del Estado mexicano, lo que determinó que las escuelas se convirtieran en posesión destinada al usufructo de grupos de interés político o sindical.
Esta práctica no fue desarrollada sólo por el PRI; valga un ejemplo: el Partido del Trabajo cuenta con un sistema paralelo de escuelas que administra como un consorcio privado, pero que es sostenido con recursos públicos.
Históricamente, por la vía del control político, grupos de interés que militan en el PRD, PAN, PRI, PT, Panal y otros, se apropiaron de las instituciones de educación pública, desde el nivel prescolar hasta las universidades.
Las instituciones que se mantienen en la esfera de estos grupos son manejadas con procedimientos muy parecidos a los de las haciendas del siglo XIX; el “patrón” o la “patrona” son señores de horca y cuchillo, todos tiene que pasar por sus manos.
En México, el gasto en educación alcanza los mínimos establecidos por la OCDE; sin embargo, ocupa el último lugar en calidad. En Tlaxcala, entre el 45 y 50 por ciento del presupuesto se canaliza a la educación pública.
El 95 por ciento de los recursos financieros que se invierte en educación son utilizados para el pago de sueldos y salarios, lo que hace que no se cuente con dinero para el mantenimiento y operación cotidiana de las escuelas.
Los padres de familia se han convertido en proveedores, sólo que eso no les otorga ningún derecho, porque todo lo directivo, lo administrativo y lo técnico es potestad del grupo que el Estado y los partidos reconocen como dueño. ¡Eso merece una reforma!
El cruce de reformas
La Malinche considera que la reforma educativa aprobada por el Congreso de la Unión ha generado una inmensidad de opiniones y comentarios que inciden en la parte laboral, pero olvidan que el proceso, en esencia, fue aceptado por los maestros en los tiempos de la alternancia con otra reforma.
La causa comienza en 2004 con la reforma de la educación preescolar, se incrementa en 2006 con la reforma de la educación secundaria y culmina en 2011 con la Reforma Integral de la Educación Básica (RIEB).
El punto de partida se ubica en 1982 con el Acuerdo de Modernización para la Educación Básica, por el que se busca recuperar la “profesionalización” de los maestros, lo que alcanzan su cima con la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE) en 2008.
La ACE registra dos compromisos: el ingreso y promoción de todas las nuevas plazas y vacantes serán cubiertas por la vía de concursos públicos de oposición, y la evaluación será un mecanismo para elevar la calidad y no sólo una vía de transparencia y rendición de cuentas.
La reforma que hace el PAN es la base para la reforma del PRI a fin de que los compromisos de la RIEB no sean puros buenos deseos. Esto provoca un dilema entre los maestros que aplican a los estudiantes mecanismos de mercado que ellos no quieren para sí mismos.
El dilema está en que los maestros se acostumbraron a jugar el doble papel de patrones y representantes de los trabajadores en un Estado corporativo que los lleva a perder de vista lo esencial de su tarea: el proceso educativo.
La fuerza del magisterio puede reasumirse si ponen como centro de acción la tarea educativa, la que se encuentra muy deteriorada e incide en el alejamiento de sus aliados naturales: los padres de familia.
La experiencia en países como Estados Unidos muestra que cuando los maestros se ocupan sólo de lo laboral, se pierde todo y en tanto se ocupa de lo sustantivo, ganan todos, porque se revalora la figura y la tarea del maestro. ¡Esa es la disyuntiva!
Un maestro dividido
La Xóchil señala que hay una pregunta que nadie se quiere hacer, pero que resulta necesaria para encontrar salidas a las disputas que se están produciendo en la conformación de nuevas relaciones entre sociedad, Estado y magisterio.
¿Por qué los maestros –del SNTE y de la CNTE– no aceptan un modelo educativo que en la práctica cotidiana aplican sobre sus estudiantes y que está basado en el modelo de competencias o de resultados de aprendizaje?
El currículo de educación básica que comprende los 10 años de educación obligatoria no es un simple listado de materias, es el elemento que orienta la enseñanza y el aprendizaje para que los maestros desarrollen su práctica cotidiana.
La rapidez con que se produce el conocimiento y su incidencia en los mercados de trabajo hace que se cambie el enfoque y de objetivos establecidos por los profesores para poner énfasis en “los resultados del aprendizaje”.
La concepción del liberalismo político en educación se define como lo que una persona conoce, comprende y es capaz de hacer, y está sustentada en el reconocimiento del ser humano como animal político que establece un contrato social para alcanzar su autorrealización.
La traducción en el plan de estudios de educación básica le determina “poner énfasis en el desarrollo de competencias, el logro de los estándares curriculares y los aprendizajes esperados.”
La competencia la define como “la capacidad de responder a diferentes situaciones, e implica un saber hacer (habilidades) con saber (conocimiento), así como la valoración de las consecuencias de ese hacer (valores y actitudes).”
Los estándares curriculares son descriptores de logro y definen aquello que los alumnos demostrarán al concluir un periodo escolar”, los estándares curriculares son equiparables con estándares internacionales y, los aprendizajes esperados son indicadores de logro.
Si la práctica docente no es consecuente con estos principios, quiere decir que está produciendo una ruptura en el ser y el quehacer de los profesores, lo que demandaría hacer un alto para reflexionar a partir de la misión de la educación y los educadores y no sólo de la defensa laboral–sindical.
La destrucción creativa
La Sábila afirma que en todos los niveles de educación pública y privada se promueve la cultura de la innovación: “la destrucción creativa”. La visión predominante es que el futuro está determinado por las competencias para la vida.
Al revisar la política pública del Estado mexicano sexenalmente se plantean reformas para enriquecer, engrandecer o modernizar a la educación pública e incidir en la “movilización ascendente” de los ciudadanos.
Una reforma se encima a otra, sin que medie evaluación alguna en razón de que a los profesores, padres de familia y estudiantes se les considera como participantes pasivos en la adopción de las mejores innovaciones que se producen en el mundo.
En 1992 se produjo una federalización incompleta, se otorgó a los estados la responsabilidad de la educación, pero mantuvo una línea paralela de negociación y control que el SNTE supo aprovechar con la alternancia política de 2000.
En 12 años, el panismo impulsó su reforma y puso de moda la calidad, se firmó un acuerdo (2002) y una alianza (2008) que de nueva cuenta mantuvieron a los actores principales del proceso como simples adaptadores y adoptadores pasivos.
Esto significa que exista un divorcio entre el modelo que define la política educativa y la práctica cotidiana que desarrollan los profesores y que plantea una revisión desde cada una de las unidades básicas de operación: las escuelas con todos sus actores.
No puede pensarse que la reforma educativa es un problema de los profesores –lo es en sentido laboral–, pero en términos de significado impacta a la sociedad en su conjunto, es tan delicada que no puede dejarse en manos del gobierno, ni de los maestros.
Como refiere Fullan (2002) “el desarrollo individual e institucional está en el corazón de la reforma educativa… los individuos deben desarrollar sus propias capacidades, deben buscar su espíritu infantil y deben aprender de aquellos con quienes están en desacuerdo”.
Dejan de lados sus pensamientos porque les avisan que va a comenzar la marcha y cambian las reflexiones por los gritos y una canción que dice: “Sólo el valor de unos cuantos les opuso resistencia y al mirar correr la sangre se llenaron de vergüenza. Por qué los dioses ni comen, ni gozan con lo robado y cuando nos dimos cuenta ya todo estaba acabado. Y en ese error entregamos la grandeza del pasado, y en ese error nos quedamos 300 años de esclavos.”