Viernes, marzo 29, 2024

El villano equivocado

Destacamos

A raíz del ridículo fracaso del Tri versión B en la Copa del balón cuadrado, pedir la cabeza del Chepo se volvió el deporte nacional de moda. Desmemoriados como somos y manipulados como estamos, se nos olvida que simplemente se trata de la puesta al día de la telenovela de cada cuatro años, cuando ante la amenaza de no calificar para el próximo mundial –algo verdaderamente grotesco, siendo lo que es la Concacaf–, los federativos por encargo mueven cielo y tierra, instruyen nerviosamente a sus publicronistas y tratan de convencer a la opinión pública de que la salvación de la patria depende del desenlace de la manida trama.

Si seguimos cayendo en el garlito, menos culpa tienen ellos que nosotros.

 

Argumento cojo

 

Toda telenovela es un homenaje a lo obvio, se trata de que el pueblo sepa de antemano en quién debe descargar su odio, frunza el ceño con la sola mención del nombre maldito e invoque el peor de los castigos para el personaje abominado. El Chepo, claro.

Lo que no resulta sencillo en este caso es identificar a la sufrida víctima –¿será el Tri, aunque juegue pésimo?–, ni mucho menos reconocer al héroe que habrá de librarla de las garras de un cruel destino: no hay un solo jugador que se amolde siquiera un poco al papel, y si pensamos en un seleccionador providencial que reemplace ventajosamente al Chepo, ni modo de poner los ojos en Hugo Sánchez, como quieren algunos de sus paniaguados más recalcitrantes.

Para el teleadicto experto, ese argumento hace agua por todos lados, y es probable que el desenlace a nadie deje satisfecho, le den o no puerta al Chepo. Pues, para mala suerte de los Decios, Compeanes y González Iñárritus, ya no vive doña Yolanda Vargas Dulché.

 

El villano real

 

Ya que no podemos darle buen futbol al pueblo, vende bien tenerlo entretenido con el espantapájaros de turno, que siempre es ese seleccionador que ha puesto al Tri al borde del precipicio. Como si no fueran él y su fallido equipo producto del caos prohijado por la telearquía y los dueños del balón. “Ellos me pusieron aquí y solamente ellos pueden decidir si dan por terminado mi contrato”, replicó el Chepo cuando, en la rueda de prensa que siguió a la eliminación por Panamá, alguien le inquirió sobre una posible renuncia, solicitada a voces por el público.

Pararrayos de las iras populares, villano favorito por decreto, cualquier entrenador, De la Torre incluido, es producto de un futbol secuestrado hace mucho por intereses mercantiles poco o nada interesados en la grandeza del deporte que impunemente explotan. Gente, cuyos usos y costumbres, tantas veces denunciados aquí, promueven justamente lo contrario: la inestabilidad –hija de los minitorneos y del auge de los agentes que medran sin freno ni ley que valga–, la simulación –llaman clubes de futbol a subastables franquicias–, el desprecio del jugador –reflejado en el draft, los dobles contratos, la extrajerización galopante–, el desapego –a favor del canje de bonos millonarios de los fondos estatales a cambio de promoción de imagen para el gobernador en turno–, la mediocridad –cantada por sus publicronistas como una sucesión de gestas heroicas–, y, como consecuencia, la inexistencia de un futbol de nivel decente y una selección que lo represente dignamente.

Es ahí donde está el mal, en unos cimientos podridos, no previstos ni diseñados para fundamentar en ellos un futbol de cierta altura. Ahí y no en el defectuoso tejado –entrenadores y jugadores que resultan de semejante caos–, hacia el cual los medios y una afición manipulada e infantilizada enfoca iras y baterías cada cuatro años con singular entusiasmo.

 

Pacto de gavilleros, a prueba

 

No estando a la mano ningún Vasco Aguirre presto al bomberazo, la incertidumbre se ha apoderado del país. Pero no hay mal que dure 100 años ni corazón que lo resista, y éste es el día anunciado por los del pacto de gavilleros para resolver si el Chepo sigue o se va, dueños como son del balón y de las ondas hertzianas, transmisoras de una zozobra que tendría que ser toda suya, porque si la desgracia continuara cebándose en el Tri y se nos vuelve humo la ilusión de verlo partir plaza el año próximo en el mundial brasileño, serían ellos, no nosotros, quienes cargaran con la cruz de unos ingresos de cualquier manera millonarios, pero nunca del tamaño de los que acostumbran recoger con aspiradora cuando México asiste a la cuatrienal cita, con el sí–sepuede como consigna y el rabo entre las piernas como escena final.

 

Hagan sus apuestas…

 

Que la tele nunca pierde. Pasen y depositen sus fichas sobre el tapete, doble a sencillo que el Chepo se va –como el Ojitos, Sven–Goran, Hugol, Chucho Ramírez–, 1 a 2 a que se queda. Y no precisamente por su penoso desempeño, su cara cada vez más dura o sus torpes declaraciones, sino simplemente porque no hay a quien recurrir, pues al parecer Luis Fernando Tena no tiene la confianza de los dueños y el Piojo Herrera de plano le sacó al parche, aduciendo que él lo que quiere es el bi (campeonato con sus amadas Águilas) y no el Tri (que paga fuerte pero quema igual o peor).

Mientras, para darle amenidad a la espera, sigan ustedes echándole piedras al tejado y denostando al hasta hace poco aclamado entrenador tapatío. Corre juegooo.

 

Por poco, Puebla

 

20 años sin ganar en el Tec y, cuando estaba a punto de lograrlo, un zapatazo lejano de Pabón se va esquinando, sorprende a Villapando y decreta el empate a uno. Algo ha ganado el Puebla, sin embargo: mayor confianza para afrontar lo que viene. Y un Gustavo Alustiza que al fin se va pareciendo al que hace dos años brillaba con el Liga Deportiva Universitaria de Quito. Dado el contraste con su flojo rendimiento del minitorneo anterior, se puede pensar que Lapuente le ha hecho ver al argentino lo que significa la franja, como tradición y como historia, ya que no como actualidad.

 

Atlético Mineiro, campeón de América

 

Como venció a Xolos de puro milagro –en realidad empataron, y sólo sus goles como visitante lo calificaron– señalamos al cuadro de Minas Gerais como un serio candidato al título. Y el miércoles hizo efectivo ese pronóstico, no nuestro sino en bastante generalizado. Por tercera ocasión se levantó de una desventaja de dos goles, y de nuevo fueron los penales su tabla de salvación, con el portero Víctor como la clave.

En realidad, no es un equipo que haga honor a la tradición del jogo bonito y está muy lejos Ronaldinho de la condición de jugador símbolo que algunos le atribuyen. El Olimpia, en cambio, sí ejemplificó hasta el final la consabida bravura de los equipos paraguayos, con dos errores fundamentales: fallar un par de ocasiones fáciles al principio –que hubieran decidido la final a su favor–, y exagerar el repliegue en la segunda mitad, que fue cuando cayeron los goles de Jo (46’, tras pifiar Pittone un despeje) y Leo Silva (86’). También extremó la dureza, lo que le costaría la expulsión a Manzur (85’).

En penales y con todo a favor, no fallaron los artilleros mineiros (Alecsandro, Guilherme, Candian y Silva), mientras que el de Miranda lo atajó Victor, y Giménez estrelló el suyo en el poste.

 

Habemus Tata

 

No deja de ser sorpresiva la contratación de Gerardo el Tata Martino para suplir la ausencia de Tito Vilanova al frente del Barcelona. Notoria, aunque otra cosa dijera el divo, la influencia del clan Messi en una decisión que ha dividido al barcelonismo, como si fuera una grave anomalía confiar el timón de la institución catalana a un sudamericano, cuando se acepta como normal el masivo trasvase de jugadores de esa procedencia a clubes europeos. El Tata es rosarino, como los Messi, y gran ídolo, como jugador y como entrenador, del Newell’s Old Boys, el equipo al que Lio ama casi desde que nació.

Por lo pronto, el recién llegado se ha mostrado cauto al hablar. Y, una buena noticia, parece dispuesto a darle juego a Jonathan dos Santos, el hermano de Giovani.

 

Guardiola

 

Mientras tanto, Pep se estrenaba al frente del Bayern con una victoria sobre el mismísimo Barça el miércoles, en partido amistoso (2–0). Pero al hacerlo el sábado, en encuentro oficial, sus bávaros fueron doblegados por el Borussia Dortmund (4–2) en la disputa de la Supercopa alemana. Nada que ver, pese al abultado marcador, con el pasada final de la Champions, que fue un auténtico partidazo. Como entonces, el Bayern ejerció cierto dominio, sólo que ahora lo perdieron en un error infantil de su arquero suplente y un autogol. Sobreponiéndose a un abucheo permanente, Robben anotó dos veces, como Reus por los vencedores.

Hay que decir que, aun jugando bien, ambos mostraron carencias, normales cuando apenas va a comenzar la bundesliga. Y que la disputa del trofeo queda algo desvirtuada por el hecho de que se jugó en Dortmund, casa del Borussia.

 

Djalma y Emile

 

Fallecieron durante la semana dos personajes dignos del mejor de los recuerdos. Emile Griffith, norteamericano, fue campeón de los pesos medio y welter en los años 60, distinguiéndole su finura de estilo y cierta falta de agresividad, relacionada con el nocaut que le costó la vida a Benny Kid Paret. “Me perdonaron haber matado a un hombre, pero no haber amado a otro”, solía decir, aludiendo su tendencia homosexual, satanizada por la homofobia reinante.

Djalma Santos, paulista, fue un lateral diestro imperial en el gran Brasil bicampeón de Suecia 58 y Chile 62. Jugó además los mundiales de Suiza 54 e Inglaterra 66, y muchas plumas expertas lo han elegido para el once ideal de la historia de la Copa del Mundo, dadas sus excepcionales condiciones.

Contra México jugó en Ginebra (06. 06.54: Brasil 5–0) y Viña del Mar (30. 05.62; Brasil 2–0).

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