Hace una semana murió Steve Jobs. La noticia apareció en todos los medios: en los digitales y en los tradicionales. Si alguien no sabe todavía a quién me refiero, les diré que fue el cofundador de la empresa Apple, inventora de la tecnología i (iphone, ipod, ipad) y de otros codiciados artículos como las MacBook.
Es evidente que el aporte de Jobs a la tecnología ha sido muy importante y que sus productos han sentado un precedente para que otras compañías los emulen o vivan a la saga de sus creaciones, sin embargo el revuelo desmedido por su muerte y las reacciones de algunos de sus seguidores nos hacen pensar en fanatismo.
Ya desde hace tiempo la gente con computadora se dividía en dos: los que usaban PC y los que usaban Mac, que en su mayoría eran diseñadores gráficos o gente que se servía de la tecnología un poco más que un usuario promedio. El diseño y las supuestas ventajas sobre Windows hicieron que el uso de Mac fuera en incremento. Tener una MacBook o cualquier producto de Apple se convirtió en sinónimo de vanguardia tecnológica aunque quien lo poseyera no supiera ir más allá de las funciones básicas.
Con el tiempo Apple fue ganando terreno a fuerza de una concienzuda labor de mercadotecnia en donde cada producto era presentado como un milagro. Aún antes de salir la gente ya especulaba sobre las funciones que tendría el nuevo gadget.....(+)