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Viernes, 22 de julio de 2011
La Jornada de Oriente - Puebla -
 
 

 CINE 

Harry Potter y el Álamo Drafthouse

 

Llegó la octava y última entrega de la saga de Harry Potter, a su vez segunda parte del tramo llamado Harry Potter y las reliquias de la muerte. Ciertamente es un gran final, que habrá que disfrutar dos veces antes de entintar este espacio con su reseña
ALFREDO NAIME

Llegó la 8a. y última entrega de la saga de Harry Potter, a su vez 2a. parte del tramo llamado Harry Potter y las reliquias de la muerte. No habrá más secuelas, pero no duden que a alguien se le ocurran algunas “precuelas” del tipo Harry Potter y la inminencia de su nacimiento o Harry Potter y sus años previos a Ron y Hermione. Y no estoy haciendo mofa; en la industria del cine –que centralmente se ve como un negocio– la taquilla manda, seguida de... la taquilla. Eso sí, será bien difícil que en cualquier intento de precuela aparezca alguno de los 13 actores que estuvieron en los ocho films previstos: Daniel Radcliffe (Harry), Emma Watson (Hermione), Rupert Grint (Ron), Alan Rickman (Severus Snape), Bonnie Wright (Ginny Weasley), Devon Murray (Seamus Finnigan), Geraldine Somerville (Lily Potter), James Phelps (Fred Weasley), Oliver Phelps (George Weasley), Matthew Lewis (Neville Longbottom), Robbie Coltrane (Rubeus Hagrid), Tom Felton (Draco Malfoy) y Warwick Davis (el duende Griphook, y también el profesor Filius Flitwick). Pero conociendo de lo que es capaz un guionista hábil y enfebrecido –o la propia J.K. Rowling– todo es posible, incluso la aparición de alguno (o más) de los mencionados; en flashforward, por ejemplo. Como sea, mucho hay que agradecerle, multiplicado por 8, a la saga Harry Potter, desde su debut hace una década –involucrado con la piedra filosofal– hasta esta 2a. parte de su affaire con ciertas reliquias circundantes de la muerte. Y ciertamente es un gran final, que habrá que disfrutar dos veces antes de entintar este espacio con su reseña. De todas formas no hay demasiado más en cartelera, de tantas salas como ocupa esta última aventura del joven mago, quien incluso fue dirigido –en su relación con el prisionero de Azkaban– por el paisano Alfonso Cuarón, en 2004. Digo yo que fue algo así como Y tu mago también....

Adicionalmente, hay cuatro estrenos a partir de hoy, lo que no se daba desde hace varias semanas. Se trata de Camino a la libertad (The way back), de Peter Weir, con Colin Farrell; Malas enseñanzas (Bad teacher), de Jake Kasdan, con Cameron Díaz; Los pingüinos de papá (Mr. Popper’s penguins), de Mark Waters, con Jim Carrey; y El dilema, de Ron Howard, con Vince Vaughn y las muy guapas Winona Ryder y Jennifer Connelly. El primero es un drama basado en hechos reales, sobre la travesía de 4 mil millas –hasta la India– de un grupo de prófugos de un gulag siberiano; los otros tres son comedias, destacando a priori El dilema por su director, Ron Howard, a quien le debemos varias cintas significativas como Apolo 13, Una mente brillante y El luchador entre otras. Ninguno de los cuatro estrenos mencionados es como para brincar de felicidad, pero al menos Camino a la libertad tiene un cierto valor histórico y como aventura. Creo que el principal riesgo en contra lo tiene Los pingüinos de papá: si su estelar Jim Carrey sale enchufado en Carrey mode el resultado puede ser temible, aunque muchos espectadores lo encuentran gracioso (!), porque de todo hay en la viña del señor.

Y para concluír: leo en El País (16/julio/11) un artículo a propósito del paraíso en que se ha convertido la tejana ciudad de Austin para el arte del cine y sus cinéfilos. Rescato el siguiente párrafo, con envidia incontenible: En el Alamo Drafthouse de South Lamar no hay publicidad; sólo trailers relacionados con el film a proyectarse. Antes de que arranque, truena por los altavoces la marcha imperial de Star wars y aparece un anuncio en pantalla: “a partir de ahora esta sala se declara zona silenciosa. Así que apaga tu móvil y cállate o pondremos tu trasero de patitas en la calle”. Además proyectan al 100 por ciento de potencia lumínica, en vez de al 60 por ciento acostumbrado para alargar la vida de los focos (a costa del espectáculo). ¿Ya me entienden lo de la envidia incontenible?

 
 
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