Sin duda alguna, una de las peores decisiones que ha tomado la SEP –por medio de la subsecretaria de Educación Superior, María del Carmen Salvatori Bronca– en los cinco meses que lleva el actual gobierno ha sido nombrar a José Luis Bolaños González como nuevo director de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), quien es un personaje que es ajeno al perfil de la institución, tiene antecedentes de haber sido acusado de actos de corrupción y de acoso laboral, y por si fuera poco, se le designó sin tomar en cuenta en lo más mínimo a la comunidad de docentes, investigadores y alumnos de la UPN.
Por esa razón en la tarde de este lunes, en respuesta a la designación de Bolaños González, quien fue rector de la Universidad Tecnológica de Puebla (UTP) en el sexenio marinista, se empezó a gestar una rebelión contra el funcionario que consistiría en la captación de un mínimo de 3 mil firmas de docentes y alumnos para protestar contra el nombramiento y señalar mediante un documento público los agravios cometidos por la SEP.
Durante una reunión que ayer realizó un grupo nutrido de profesores, se dio a conocer que en la subsede regional de Teziutlán de la UPN se ha determinado no dejar entrar al nuevo funcionario, ya que los integrantes de ese plantel consideran que fueron ignorados y no ven interés de las autoridades educativas de resolver los problemas que enfrenta la institución; como es que la universidad en los últimos años ha funcionado sin que la SEP le asigne un presupuesto y la mayor parte de los gastos se sufragan con aportaciones de los alumnos.
Este ambiente de malestar es resultado de que en la UPN se creía que se había pasado por la peor etapa de la universidad como resultado de los abusos que se cometieron en la gestión del director saliente José Pedro Valdez Martínez, quien llegó a ese cargo impulsado por el ex secretario de Educación, Darío Carmona García.
La principal inconformidad que había contra Valdez Martínez es que en los tres últimos años no se registraron avances académicos, no se resolvieron los problemas económicos de la universidad y se entregaron plazas de docentes a personas que no reunían el perfil profesional.
Ante tal antecedente, se creyó que en la renovación de la dirección se podía dar un cambio profundo en la institución, pese a los intentos fallidos que hubo de José Pedro Valdez de reelegirse.
En ese tenor, surgieron las candidaturas de las profesoras Felisa Ayala y Ofelia Piedad, quienes tienen doctorado en Pedagogía en la UNAM y diversas distinciones académicas. Se creía que ahora sí podía poner elegir a un director que pusiera el tema de la investigación y la docencia en el centro del quehacer de la UPN, que es la única institución dedicada a la profesionalización de los maestros del sistema educativo estatal.
Al final, quienes creyeron que se podía generar un cambio verdadero recibieron un balde de agua fría cuando se enteraron del nombramiento de José Luis Bolaños, quien es especialista en educación tecnológica, pero en pedagogía, que es la disciplina fundamental de la UPN.
Y por si fuera poco, José Luis Bolaños tiene el antecedente de que cuando estuvo al frente de la UTP se dedicó a perseguir y expulsar a los profesores que reclamaban la aplicación de derechos laborales y mejoras en esa universidad. Dicho de otra manera, es un represor.
Eso genera un panorama sombrío, ya que una situación contradictoria –y por que no decirlo ilegal– es que siendo la UPN una institución pública que prepara a profesores del sistema de educación pública, se mantiene con la aportación de cuotas privadas, de los alumnos, como si se tratara de una universidad privada. Cuando se supone que es obligación de la SEP el garantizar el funcionamiento de dicho centro de enseñanza superior.
Además, esas cuotas que se piden a los maestros que llegan a formarse a la UPN –muchos de ellos provenientes de comunidades rurales e indígenas–, son depositadas en un fondo, que llega a ser de hasta 30 millones de pesos al año, que no es fiscalizado por ninguna instancia de la universidad y de la SEP.
El malestar de los integrantes de la UPN se acrecentó porque la SEP solamente cambió al director de la universidad; no se interesó en los problemas que enfrenta la universidad, como es la falta de presupuesto; y nombra a un director sin el perfil mínimo que reclama el puesto.
Por si fuera poco, la salida de José Pedro Valdez Martínez se dio de manera autoritaria y violenta, ya que personal de Sedecap se presentó en la Universidad Pedagógica Nacional y extrajo los discos duros de las computadoras de la dirección, y al ex titular de la universidad no se le permitió despedirse del personal.
Valdez Martínez podrá haber sido un pésimo director, pero no son formas correctas ni civilizadas de como se le sacó de la UPN. Fue directivo de una institución de educación superior y lo mínimo que se podía pedir de la SEP, que dirige Luis Maldonado Venegas, es un poco de respeto y cordialidad.
En la reunión de profesores que hubo este lunes por la tarde, para diseñar protestas contra la designación de Bolaños, los participantes aclararon que son ajenos a los intereses del director saliente José Pedro Valdez y que los agravios que se cometieron por parte de la SEP son los siguientes:
1. Se eliminó el sistema democrático que en los últimos nueve años permitió elegir a tres directores mediante el voto de los miembros de la comunidad de la UPN. Los inconformes, reconocen que es facultad de la Secretaría de Educación Pública nombrar al titular de la universidad, pero también consideran un grave desacierto que no se tomó en cuenta la opinión de profesores e investigadores.
2. La SEP cambió al director y no hizo ninguna propuesta para modificar las precarias condiciones en que funciona la UPN.
3. Nunca se explicó con qué criterio se designó al ex rector de la UPN, quien no reúne el perfil profesional para hacerse cargo de la Universidad Pedagógica Nacional.
