Búsquedas en el diario

Proporcionado por
       
 
Lunes, 27 de junio de 2011
La Jornada de Oriente - Tlaxcala -
 
 

 OPINIÓN 

Un recuento del coloquio: violencia; actores, cultura y enemigos del Estado

 
Raúl Jiménez Guillén

Por qué, a pesar de los altos niveles de violencia que se registran en la sociedad mexicana, ésta no ha colapsado, es la pregunta central que ronda el primer coloquio: Violencia; actores, cultura y enemigos del Estado y en la respuesta se da una gran coincidencia: porque los individuos, la familia y la sociedad todavía les queda esperanza.

Durante los días 24 y 25 de junio, en las instalaciones de la Facultad de Ciencias para el Desarrollo Humano de la UAT y del Hotel Misión San Francisco se dan cita alrededor de 60 investigadores provenientes de varias entidades e instituciones del país para debatir sobre cuatro preguntas: ¿Existe la familia sin violencia? ¿Por qué surgen los actores violentos? ¿Para qué usa la violencia el Estado? ¿Cómo se construye el problema de la violencia?

Cuatro conferencias magistrales que abordaron los temas de: “Orden y libertad en las estructuras esenciales del Estado contemporáneo”, “Violencia, inseguridad y educación en México”, “Cuerpo y poder”, y “Violencia, gewalt y crueldad”. La inaugural la dicta Otilio Flores de la UNAM, quien señala: “la realidad no sólo es reflejo de ángulos de percepción, ni la verdad es sólo la creación política, amiga del poder, ajena a la epistemología que pretende dar sentido a la razón: entre la realidad y la verdad se encuentra la directriz del Estado, de ese pantocrátor constructor de los que vivimos. Y es que si el Estado no funciona, de muchas maneras es porque el conocimiento falla... Ahí donde no funcionan las instituciones, no hay límites, ni derecho. El cosmos de la libertad es el límite, esa es la esencia del orden como respeto, respeto como comprensión y como forma de establecimiento en política. Pero la mayoría, sedienta de poder, instalada en la insensatez de ver lo que no se tiene, pierde lo único que tiene: la libertad y la vida”.

Laura Collin del Coltlax, por su parte, apunta: “si se parte de definir el ejercicio del poder como el control sobre los actos de otros, que expresa una situación de dominio sobre las personas, habrá que reconocer que este dominio para materializarse requiere inevitablemente del cuerpo de los otros. La demostración más fehaciente del ejercicio del poder es cuando se puede disponer del cuerpo de los otros al arbitrio de quien lo ejerce... En su grado extremo, es la potestad de disponer de la vida y la muerte en sus diferentes expresiones. La posibilidad de declarar la guerra, como acto del poder supremo de reyes y mandatarios, con el fin de someter a otros cuya muerte se justifica considerándolos como enemigos, implica también el hecho demandar a la muerte a los propios seguidores, a los hijos de la patria”.

En la primera mesa se presentan nueve trabajos: Patricia Palacios, de la Universidad de Querétaro, asienta que: “el uso de la violencia en la familia se articula con abusos de poder, debido a que las representaciones sociales, según las cuales hombres y mujeres construyen sus identidades, confieren un mayor poder a la autoridad masculina que a la femenina, resulta indispensable cambiar los criterios que sirven de base a la legitimidad de estas relaciones”. Aurelia Flores, del Ciisder– UAT, refiere que: “hombres y mujeres de la Aurora tienen la posibilidad de heredar, sin embargo, hay una brecha diferencial entre géneros, existe un modelo sociocultural tradicional de herencia que define privilegios para los hombres en la transmisión del patrimonio–tierra en quebranto de las mujeres, aún más, este privilegio es mayor hacia los hombre de edad menor (xocoyote)”.

Óscar Montiel en Masculinidades tlaxcaltecas ¿Perversión o prevención?, hace una propuesta contundente para revertir la pedagogía de la explotación: “para poder incidir en la transformación de esta forma particular de masculinidad se debe tener en cuenta que existen comunidades que tienen como principal característica la producción de proxenetas y que las políticas públicas no están acordes con esta realidad. No sólo es necesario en el combate y aprehensión de estos hombres, se necesita una visión estructural e integral. Como prioridad de Estado  se deben crear los mecanismos adecuados para detener la producción y darle a los niños y jóvenes opciones diferentes de masculinidad”.

Rocío Sánchez, de la Universidad del Valle de Tlaxcala: intenta probar que “las mujeres que tienen una relación de pareja son generalmente violentadas por ésta, cada vez que existe una riña entre estos (ya sea violencia económica o psicológica) la violencia física va en aumento, hasta matar a la mujer convirtiendo esto en caso de variables divergentes por las que se puede cometer el feminicidio en Tlaxcala”.

Casos específicos
de la violencia

En la mesa dos se presentan cinco trabajos, entre otros: “La violencia  y el desarrollo regional en Tepeapulco, Hidalgo”, de Leonardo Olvera del Coltlax; “Los mecanismos de la cohesión usados por la élite política en Tlaxcala de Eneida Neri, del CiisderUAT; y “El cacicazgo de Jesús Hernández en Nanacamilpa, Tlaxcala”, de Lidia Ávila, Ciisder–UAT.

La más grande, por el número de ponentes fue la mesa cuatro, en ella se presentaron: “La ingobernabilidad de la democracia: militarización y violencia política en México”, de Rodolfo Gamiño de la Facultad de Ciencias para el Desarrollo Humano; “El Estado como enemigo”, de Miguel Ángel Ibarra de la Facultad de Filosofía y Letras; “El monopolio de la violencia legítima y la legitimación de la violencia estatal. A propósito de las indígenas Jacinta, Alberta y Teresa”, de Bernardo Romero de la Universidad de Querétaro; “Esto es un mensaje... Usos del cuerpo muerto en el crmen organizado mexicano”, de Rigoberto Reyes de la UNAM; “El conflicto intercomunitario en las faldas del volcán tlaxcalteca. Rivalidades, alianzas y rupturas en el siglo XX”, de Javier Rodríguez del Ciisder–UAT; “De la violencia real a la violencia ritual: el carnaval de Tenancingo, Tlaxcala”, de Ricardo Romano del Ciisder–UAT; y “Ecología de un desarraigo en la montaña de La Malinche”, de Luis Roberto Granados de la BUAP.

En la mesa tres se tuvo la participación de cinco ponentes, entre otros Osvaldo Romero, del Ciisder, con el trabajo: “Los sistemas cognitivos de la violencia simbólica: la muerte de los niños en la brujería del oriente de Tlaxcala”; Alma Rosa Marín, de la Universidad Autónoma Metropolitana, con “La formación y transformación de la violencia en la sociedad contemporánea; un ensayo analítico sobre la nueva forma de socialización del sujeto”; José Luis Cisneros, de la UAM, con “En busca de una explicación de la violencia: un enfoque sociológico”, y Judith Esther Carro y José Fernando García con el trabajo: “Control y administración de la violencia. Autocontención social en la cultura moderna”.

Coincidente con la ponencia inaugural, José Luis Cisneros destaca: “lo que está en el banquillo de discusión, son entonces las manifestaciones de la desintegración social y el desquiciamiento universal de la violencia que adquiere formas legítimas de actuación encubiertas en las nuevas redes de organización social, que pone en entredicho la legitimidad de instituciones como la familia, la escuela, y particularmente instituciones totalitarias como la cárcel, que fueron creadas y estructuradas históricamente para “asegurar” el principio de un pacto social, de una justicia, de una equidad entre el castigo y la pena... Simplemente, porque la violencia en general es ruptura y continuidad, dependiendo de quién la aplica y cómo la veamos, algunos la contemplamos como un acto cruel y depravado, para otros, ésta sólo guarda una relación directa con el principio de la competitividad y con la meta neoliberal de la persistente búsqueda de la autorregulación del mercado”.

Entre la persona y la sociedad existe una bisagra llamada familia que es donde la individualidad y lo colectivo se encuentran y se producen a sí mismas. Una sociedad que se ha convertido en violenta, no ha sido por un asunto del destino, de la evolución o de la fatalidad, sino que se ha producido a sí misma, de ahí que resulta imperioso encontrar el lugar donde puede romperse ese círculo vicioso, que no es más que la educación.

 
Copyright 1999-2011 Sierra Nevada Comunicaciones - All rights reserved
Bajo licencia de Demos Desarrollo de Medios SA de CV