En marzo de este año me tocó revisar una tesina titulada “El concepto de desarrollo de los desplazados de Juan de Grijalva”, presentada por José Alejandro Sánchez Lozano para titularse de la Maestría en Desarrollo Económico y Cooperación Internacional, que ofrece el Centro de Estudios Económico y Social de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla.
El objetivo del trabajo de investigación fue comprender el concepto de Desarrollo que tienen los habitantes y desplazados de Juan de Grijalva en Ostuacán, Chiapas, a partir del suceso socio–natural de 2007. Dicha investigación y sus reflexiones cobra nueva relevancia en el marco de la discusión de la propuesta gubernamental de crear en San Miguel Tenextlatiloyan una ciudad rural.
Una propuesta sin mucha información y/o claridad, pero a decir de funcionarios gubernamentales estatales, no sería una réplica de las ciudades rurales chiapanecas, las cuales han sido analizadas y severamente cuestionadas.
La localidad de Juan del Grijalva se ubicaba en el municipio de Ostuacán, a las márgenes del río Grijalva, en el estado de Chiapas, a ocho kilómetros aguas arriba de la Presa Peñitas, muy cercana a la frontera de Chiapas y Tabasco. Según el INEGI, en 2005 contaba con 416 habitantes, quienes se dedicaban principalmente a actividades primarias como la agricultura, la ganadería y la pesca. En 2007, las lluvias y la intensa deforestación que sobre esas tierras ha privado para adecuarlas a la ganadería, provocó la saturación del suelo y su reblandecimiento, lo que provocó derrumbes, deslizamientos y asentamiento de tierras en las márgenes del río, refiere la investigación mencionada.
El 4 de noviembre de 2007 tuvo lugar en Juan del Grijalva un deslizamiento en masa de terreno que provocó una gran ola, inundando y destruyendo todo a su alrededor; el deslizamiento provocó la destrucción de al menos 100 casas, además de provocar, la obstrucción y azolvamiento del cauce del río, sobre un área de afectación de 160 mil metros cuadrados, con un volumen de masa deslizada de 9 mil millones de metros cúbicos. Parte de la población alcanzó a huir a la zona alta y posterior a este suceso muchas de estas personas fueron ubicadas en poblaciones cercanas como Pichucalco y Ostuacán.
Sigue la creencia en una parte de la población, afirma Sánchez Lozano, de que este suceso fue planeado por el gobierno federal y estatal de Chiapas y de Tabasco para frenar la inundación que en esa fecha azolaba a Villahermosa.
La población afectada fue ubicada en la primera ciudad rural, construida en la misma cabecera municipal de Ostuacán, como parte de un proyecto que pretende crear ciudades rurales sustentables, para acercar a comunidades marginadas y lejanas.
La ciudad rural sustentable de Juan de Grijalva fue inaugurada el 7 de septiembre de 2009, teniendo como marco legal la ley de Ciudades Rurales Sustentables, publicada en el periódico oficial del estado de Chiapas, el 7 de enero de 2009, definiéndolas como “a aquellas áreas territoriales, constituidas para concentrar asentamientos humanos dispersos con altos índices de marginación y pobreza, a fin de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos que las integren, proporcionándoles servicios de calidad y oportunidades económicas, mediante el establecimiento, construcción, conservación, y mejoramiento de centros poblacionales que permitan el desarrollo integral sustentable de la región, con respeto y apego a las características geográficas, económicas, ambientales, culturales y de costumbres de la región”.
La primera ciudad rural se formó reuniendo a la población de la destruida comunidad de Juan del Grijalva con 11 comunidades más que se encontraban en zonas de alto riesgo. Si para algunos la ciudad rural puede significar un cierto desarrollo medido en términos materiales, para los habitantes del viejo Juan de Grijalva, el desarrollo implica un concepto orientado a la identidad, la autodeterminación y la autosuficiencia, lo cual dista de las visiones dominantes del mismo. Según Sánchez Lozano, la ciudad rural sustentable del Nuevo Juan de Grijalva ha roto con su ritmo de vida, sus actividades y su organización interna. No tomó en cuenta la forma de pensar de los afectados, lo que hoy complica su permanencia y bienestar en la misma. Por ello, cualquier proyecto que busque impulsarse en Puebla, deberá construirse con los pueblos a los cuales se pretende beneficiar.
