Sobre una superficie de mil 500 metros cuadrados, los artistas plásticos Antonio Álvarez Morán y Arturo Elizondo expusieron un centenar de pinturas, grabados, collages e instalaciones como parte del proyecto “Espacios abiertos”, en el que talleres de Puebla y Cholula abrieron sus puertas para que los visitantes conocieran y compraran su obra. La exposición de Los emplomados sirvió para presentar los próximos proyectos, en los que trabajan cada uno de los creadores.
Ubicado en la 2 Poniente número 907, en el Centro Histórico de Puebla, el taller de “Los emplomados” mostró el fin de semana varias de las piezas que habían formado parte de exposiciones como Obra reunida, de Elizondo, y Farándula Cubista y Los santos niños, de Álvarez Moran.
El taller, que anteriormente funcionó como estacionamiento público, fue poblado de la obra y de una serie de elementos lúdicos que enfatizaron sobre la formalidad de las galerías y la libertad que hay en espacios, en los que no se acostumbra exhibir arte ni recibir a espectadores.
A lo largo y ancho del lugar podían verse pequeños cisnes de plástico coloreados con tonos fosforescentes que seguían una ruta imaginaria hacia una isla, que era simulada por un mantel de plástico en el que se mostraban retratos de los autores y de otros personajes. Además, incrustados en las paredes había luchadores y palmeritas de plástico.
La exposición se acompañó por un acto sorpresa: un trío de armonistas interpretó algunas canciones –entre las que se incluyó Las Fanfarrias–, Álvarez Morán bailó un vals con una de las asistentes, mientras un grupo de jóvenes tocaba unas guitarras hechas por cajas de metal y se paseaban por el taller. Otros músicos, una violonchelista y un flautista, acompañaban a Elizondo, quien interpretaba la batería.
Este último expresó, por medio de una entrevista, que como parte de la beca que le otorgó el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) trabajará el proyecto que inició en su anterior exposición Obra reunida, en la que el público leía uno de los cuentos de Juan Rulfo y creaba un dibujo que era dirigido por él mismo.
Para continuar con el proyecto, abrirá una serie de sitios y enlaces electrónicos con el fin de encontrar a la gente que participó en aquella ocasión y reunir las piezas.
Una de las instalaciones que destacó fue la correspondiente a la serie Monjas coronadas. En un acceso del taller, Álvarez Morán puso un altar conformado por libros de oración, crucifijos, estampillas religiosas, literatura, rosarios, reliquias, espejos y veladoras que eran dedicados a la Monja enjaulada.
“Este es un tema que vuelve una y otra vez, y que ha sido una de las motivaciones intermitentes de mi obra”, expresó el pintor quien adelantó que en próximas fechas, continuará enriqueciendo la serie.
Mencionó que siente especial interés por estos personajes no sólo por los numerosos conventos que hay en Puebla sino por diversas historias familiares.
“Hubo una famosa monja sor María de Jesús, conocida como El lirio poblano, que pasó por un proceso de beatificación, ya que en vida realizó varios milagros. Y aunque no se logró que la iglesia la reconociera, sus restos permanecen en una capilla de la ciudad”, explicó.
Los restos de esa monja, continuó, fueron resguardados por su familia durante varios años. Ahora, ese y otros personajes religiosos, serán el motivo de su próximo proyecto.
