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Viernes, 12 de noviembre de 2010
La Jornada de Oriente - Puebla -
 
 

 ENTREPANES 

El pésimo Hospital Ángeles Mocel

 
ALEJANDRA FONSECA

El Hospital Ángeles Mocel, en el Distrito Federal, supuestamente es uno de los mejores hospitales que hay. Me consta que no. Sus servicios son pésimos: las enfermeras y médicos de guardia nocturna no tienen ningún profesionalismo ni capacitación para responder en caso de emergencia. Mucho menos tienen sentido común o experiencia. La negligencia médica en la que incurren es cubierta por sus superiores y una queda atrapada en su irresponsabilidad e indiferencia. Operaron a mi hijo en ese hospital el jueves de la semana pasada. Se realizó la hospitalización conforme a lo acordado. El médico especialista sí es de lo mejor, así como el anestesista. La cirugía fue excelente: sin retrasos, contratiempos ni sorpresas. Mejor de lo esperado.

Estuvo en recuperación y consciente, lo llevaron al cuarto. Había estado en ayunas, de alimento y agua, por 20 horas y tenía mucha sed. Eran las 5 de la tarde. Me dijeron que podía beber toda el agua que quisiera por lo que atendí su sed como lo fue pidiendo.

Todo lo que entra sale, y para las cero horas del viernes, mi hijo había tomado cinco litros de agua y había orinado 4.5 litros. Yo llevaba la cuenta ya que las enfermeras ni sus luces. A esa hora mi hijo empezó a sentir un cosquilleo y adormecimiento en los dedos de las manos. Le dije que era falta de potasio ya que el suero no lo contenía y había tomado mucho agua y orinado cuantioso. Fui a la central de enfermeras ubicada enfrente del cuarto que ocupó mi hijo y les dije que era necesario que lo checaran ya que le hacía falta potasio. Se presentó una y tomó sus signos vitales. “Todo en orden”, dijo, y les señalamos que no sentía sus manos por lo que era necesario que llamara al doctor y checara lo del potasio. El cosquilleo de las manos y pies se le extendíó a los antebrazos, las pantorrillas y en el pecho sentía opresión. Salí para exigir que llamaran al doctor porque mi hijo no se encontraba bien. Caso omiso, no hubo quien se acercara ni respondiera a nuestros llamados constantes casi a gritos sin poder buscar yo misma al doctor ya que no lo podía dejar solo.

A las dos horas las manos, brazos, pies y piernas de mi hijo estaban totales y absolutamente acalambrados, deformes y sin movilidad alguna así como gran dolor. En su pecho sentía una opresión cada vez mayor y el cosquilleo iniciaba en su rostro. No había dejado de exigir su atención. Mi hijo estaba muy asustado (yo también) y con gran dolor. Fue hasta las tres horas que se presentó el doctor de guardia. Por la urgencia llegaron tres doctoras más y tres enfermeras. Les señalé la cantidad de agua tomada y orinada. Ni escucharon. Le realizaron estudios de todo tipo. Después de hora y media comprobaron que le hacía falta potasio. A las cuatro horas le dieron una primera toma de potasio que no fue suficiente y después una segunda. Por fin mi hijo pudo destorcer su cuerpo y ya no sentir dolor. Nunca antes había sentido un calambre y menos masivo, intenso y sin atención.

Esta es la atención nocturna que dan en el Hospital Ángeles Mocel del DF. Ahora se que es cotidiano el descuido, la irresponsabilidad, la falta de atención y negligencia médica de las guardias nocturnas. También la apatía de sus autoridades para poner orden en los servicios que se les pagan, y caros, muy caros. Nadie quiso dar el nombre del doctor de guardia. Era inútil preguntar quiénes habían estado ahí. Todos se tapaban. Nadie se hizo responsable. Además de la obligada queja por escrito y sellada ante la dirección general del doctor Humberto Gallo Hermida, y una falsa promesa de atención por parte de la doctora Erica Ramírez para investigar, quise que el mayor número de personas supieran que es caro y pésimo. La peor hospitalización que hemos experimentado en nuestra familia toda.

 
 
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