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Viernes, 16 de julio de 2010
La Jornada de Oriente - Puebla - Cultura
 
 

Para Leonardo López Luján, el monolito de Tlatecuhtli es la puerta al inframundo mexica

 

López Luján expuso que las problemáticas a las que se enfrenta el equipo de arqueólogos, tienen que ver con las características arquitectónicas de la metrópoli: las particularidades del Centro Histórico el cual fue nombrado por la Unesco como patrimonio de la humanidad / Foto Abraham Paredes
PAULA CARRIZOSA

El arqueólogo Leonardo López Luján, director del proyecto Templo Mayor, estuvo en Puebla para ofrecer una conferencia en la que expuso los estudios recientes con respecto a la escultura monumental dedicada a Tlatecuhtli y sobre la que, desde el inicio de la investigación, se tiene la idea “de que el lugar en donde se encontró la figura de la diosa, estaba asociado con la entrada al inframundo”.

El investigador responsable del proyecto fue invitado en el marco de la XXIX Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología que se llevará a cabo hasta el día de hoy, en varios espacios de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Puebla.

López Luján expuso que las problemáticas a las que se enfrenta el equipo de arqueólogos, tienen que ver con las características arquitectónicas de la metrópoli: las particularidades del Centro Histórico el cual fue nombrado por la Unesco como patrimonio de la humanidad, y la serie de estructuras que se hallan en el subsuelo. “Cualquier tentativa ambiciosa de recuperación, implica sacrificar la herencia europea”, expresó.

Recordó que desde 1978, año del descubrimiento de la escultura dedicada a Coyolxauhqui, el proyecto Templo Mayor ha tenido siete etapas de investigación, las primeras cuatro coordinadas por el también arqueólogo, Eduardo Matos Moctezuma, y las otras por él. Esta última, refirió, inició en marzo de 2007 y concluirá en diciembre de 2012.

“Esta nueva fase comenzó en 2006, cuando en la construcción del que sería un museo etnográfico, los encargados descubrieron un monolito de la diosa Tlatecuhtli”, definió. La escultura, la mayor que se ha encontrado hasta ahora, pues mide 4.17 por 3.62 metros, fue hallada al pie de la pirámide del Templo Mayor, por lo que el equipo que coordina el arqueólogo trazó la primera teoría: dedujo que se trataba de un acto ritual arquitectónico que hablaba de la relación entre el escenario, los pobladores y el rito.

Mencionó que la hipótesis, estaba basada en varios documentos que exponían que la pirámide era el centro de varios rituales que tenían que ver con el fuego. Ejemplo es la ceremonia del “Panquetzalli”, en la cual eran quemados los cadáveres de los sacerdotes, y sus cenizas, eran enterradas en el lugar.

Leonardo López expuso, además, que la escultura fue objeto de diversas líneas de investigación que dan ejemplo de la relación de los avances tecnológicos con la visión arqueológica.

Por ejemplo, se usó equipo geofísico que ayudó a develar como eran los edificios y su uso ritual. También, especialistas en botánica han estudiado los vestigios, mientras que otro grupo de restauradores han rehabilitado la pieza que actualmente se exhibe en la exposición Moctezuma II: tiempo y destino de un gobernante” que se presenta en el Museo del Templo Mayor.

Además de éstos, el arqueólogo adelantó otros descubrimientos que han resultado del estudio de la pieza y del lugar en donde se encontró. Señaló que el equipo ha realizado levantamientos topográficos, una técnica que ayudó a reconstruir tridimensionalmente el sitio del hallazgo. Además, con la construcción de un laboratorio para identificar los materiales de construcción, se pudo deducir que el bloque original de 15 toneladas, fue transportado por 510 hombres que desde el cerro de Tenayo hasta el Templo Mayor, lugar donde se esculpió.

Otros de los descubrimientos fue la combinación cromática de la escultura, la cual está basada en el negro, blanco, azul maya, ocre y rojo. La pieza además, fue elaborada según los patrones de “corazón” y “pie”, dos medidas de longitud mexica, que dejaron ver la exactitud y simetría de la escultura.

Por último, describió a la escultura de Tlatecuhtli: un ser de cuerpo entero, simétrico y colocado de rodillas, las cuales al estar flexionadas, refieren “al sapo, al parto o a la derrota”. Mientras que su cabellera rizada indica su relación con el inframundo, sus ojos de media luna, los círculos que se dibujan en sus pómulos y la boca abierta de la que se cuela un hilo de sangre, refieren a la naturaleza devoradora de la diosa. Y al contrario, sus senos caídos y su vientre flácido, indican su parte maternal y terrenal.

“La clave es considerar la posición en la que fue encontrada, pues se halló al oeste del Templo Mayor, con un eje que indica que el monolito sirvió para enterrar las cenizas de tres soberanos, además de que Tlatecuhtli para los mexicas, mayas y tarascos, era una diosa que por las tardes se comía al sol, y en la mañana los vomitaba”.

Por eso, refirió López Luján, la idea sobre si la escultura servía como entrada al inframundo, es una tesis que se confirmará conforme siga la investigación.

 
 
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