Con el enfrentamiento que ayer hubo en el Sindicato Estatal de Trabajadores de la Educación de Puebla, Independiente y Democrático (Setepid) se echó por la borda al único proyecto sindical democrático del magisterio poblano que duró 20 años, gozaba de estabilidad, crecimiento y reconocimiento oficial. Ahora esta agrupación está fracturada e invadida por miembros de la sección 51 del SNTE, lo que le lleva a claudicar en los principios y propósitos que le dieron vida.
Resulta paradójico que hace 24 años se produjo la primera escisión de maestros que estaban cansados de la antidemocracia que priva en el SNTE 51, y que en 1990, se diera una segunda separación de profesores que acabaron fundando el Setepid con normas democráticas. Y que ahora el secretario general de dicho sindicato, José Uver Romero Ronquillo, tenga como principal asesor a un profesor llamado Jaime García, que proviene de las filas de la sección 51 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Y que este miércoles se hubiera echado mano de docentes del SNTE 51 para conseguir el quórum en la asamblea del Setepid para impedir que la mayoría de los delegados pidiera la destitución de José Uver Ronquillo, quien en el año que lleva de gestión destruyó todo los que la organización construyó en dos décadas.
El mejor periodo del Setepid se vivió con la dirección de Laura Artemisa García Chávez, cuyo periodo concluyó el año pasado y durante ese tiempo, consiguió que unos 800 docentes se afiliaran a la agrupación y abandonaran el SNTE 51.
Durante su gestión consiguió obtener el registro oficial como organización gremial, el cual es un requisito que las autoridades niegan a la mayoría de los sindicatos independientes.
Con ese recurso, los agremiados del sindicato pudieron de manera oficial renunciar al SNTE 51 y conseguir que sus cuotas sindicales fueran depositadas en el Setepid. Además, la organización desde el año pasado puede emplazar a huelga por revisión salarial y estatutaria.
El Setepid es el único sindicato magisterial de Puebla en donde los trabajadores eligen a sus dirigentes, lo que no pasa en las dos secciones locales del SNTE, ni en el Setep. García Chávez terminó el año pasado su periodo y respetó la norma interna de la organización que prohíbe al secretario general reelegirse.
La corriente de Laura Artemisa García cometió el yerro de elegir como candidato a la secretaria general y José Uver Ronquillo, un profesor de edad avanzada, que parecía ser una verdadera opción para conservar la estabilidad del sindicato. No fue así.
José Uver Ronquillo en el último año se ha dedicado a borrar todo lo que esté asociado con su antecesora. Nadie ha podido explicar a qué se debe esa animadversión, ni que intereses políticos o económicos están atrás del proceso de desestabilización de la organización.
Aunque queda claro que el único beneficiado de esta crisis es el SNTE.
Como parte de esa dinámica, la gente de José Uver Ronquillo se ha dedicado a hostigar a los miembros de la dirigencia que son cercanos a Laura Artemisa García. Incluso se ha llegado al extremo en que por lo menos en un par de zafarranchos han salido a relucir armas de fuego. Ahora la agrupación está dividida en dos. Entre la corriente de José Uver Romero y Laura Artemisa García, quien el parecer sigue teniendo el apoyo mayoritario de las bases.
De nada sirvió que en los últimos meses altos funcionarios de las secretarías de Educación y Gobernación mediaran entre ambas corrientes para buscar un acuerdo de conciliación.
Ahora el único camino que queda es que una de las dos corrientes tendrá que irse del sindicato. Es decir, se está en la antesala de una nueva escisión.
Eso obviamente llevará a que pierda fuerza el único sindicato de maestros que es democrático.
Y si las cosas no se componen, está en riesgo el registro oficial de la organización que tardó 20 años en conseguir.
Lo más lamentable de todo esto, es que se estaría anulando la única opción que tenían los profesores que se cansaban de los abusos y la antidemocracia que caracterizan al SNTE 51.
