Como lo anunció el titular de la Secretaría de Cultura, Alejandro Montiel Bonilla, ante el Congreso del estado: el XII Festival Internacional de Puebla (FIP) este año se llevará a cabo en el mes de mayo y no en noviembre, como en las anteriores ediciones. ¿Cuál es el motivo del cambio de fecha? El proceso electoral que se avecina. Desconozco si lo hayan considerado, pero, de realizarse en esa fecha, corre el riesgo de empalmarse con el Festival Barroquísimo, que organiza el ayuntamiento de la capital del estado, del 16 de abril al 5 de mayo. Y es que como es previsible, para noviembre, en el mes que usualmente se lleva a cabo el FIP, ya no habrá recursos en las arcas del gobierno del estado, luego de haber concluido el periodo electoral y estando por finalizar –a tres meses más o menos–, la actual administración estatal. Sin embargo, hacerlo antes de las elecciones, se puede prestar a que sea utilizado como acto de campaña, para ganar votos a favor del partido del gobernador saliente. Independientemente de todo, lo anterior es una muestra de que a las autoridades poco les importa la opinión de la ciudadanía, pues nadie realizó una consulta al sector cultural y al público consumidor de las actividades culturales, que es quien paga esas actividades y los salarios de quienes las organizan, con los impuestos que cada vez son más altos. ¿A esto le llaman democracia?
Otro festival que adelantará la Secretaría de Cultura, en este año electoral, es el Segundo Festival Estatal de las Artes y Culturas Indígenas, que el año pasado se llevó a cabo en el mes de agosto, y esta vez está previsto para la segunda quincena de marzo. Por cierto, no será ya la Unidad Regional Puebla de Culturas Populares (URPCP), quien lo organice, como lo hizo el año anterior, porque esta dependencia que trabaja con recursos federales, aunque dependa operativamente de la Secretaría de Cultura, está nuevamente acéfala. Sí, en efecto, quien fungía como jefe de la URPCP, Roberto Villaseñor González, renunció el pasado 26 de febrero al cargo que ejerció durante dos años, por múltiples motivos, entre ellos, la burocracia kafkiana que priva en la Secretaría de Cultura, cuyos administrativos le ponían miles de trabas para ejercer los escasos recursos que le enviaban desde el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, en el Distrito Federal. Así las cosas, Roberto Villaseñor González decidió regresar a la Unidad Regional Querétaro, de Culturas Populares, en donde laboraba hasta antes de venir a Puebla.
Un suceso que acabó de decidir a Villaseñor González a renunciar, fue la cancelación –sin motivo alguno–, del acto de entrega de los recursos PACMYC, en febrero pasado, luego que ya se había notificado a los beneficiarios, que venían de las diferentes comunidades del interior del estado. A algunos se les alcanzó a avisar del cambio de fecha, pero otros, los que viven en lugares más alejados y sin acceso a teléfono o telégrafo, llegaron en la fecha convenida, habiendo conseguido dinero para pagar el pasaje de venida, sabedores de que les entregarían el monto económico acordado para los proyectos, pero no fue así. El caso es que al final, fue el propio jefe de la Unidad Regional, quien tuvo qué prestarles de su bolsa a algunas personas, para que se pudieran regresar a sus lugares de origen. Y como diría el célebre conductor televisivo Raúl Velasco, “aún hay más...”, pero hasta aquí le dejamos.
