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Viernes, 27 de febrero de 2009
La Jornada de Oriente - Puebla -
 
 

 CUITLATLÁN 

Darío Carmona enfrenta un debilitamiento de su autoridad

 
FERMIN ALEJANDRO GARCÍA

Por lo menos hasta ayer se sabía que el titular de la SEP, Darío Carmona García, así como los líderes del SNTE, no habían tenido acceso a la minuta que el martes por la noche firmaron los dirigentes de la disidencia magisterial y de la Secretaría de Gobernación (Segob), en la cual se acordó la desarticulación de la estrategia represiva contra los profesores que se oponen a la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE).

Eso es una muestra del grado de debilitamiento que enfrenta el titular de la SEP, Darío Carmona García, quien es el primer secretario de Educación, en los últimos años, que es marginado de una negociación entre maestros y autoridades estatales.

Resulta inaudito que un titular de la SEP no solamente no firme un acuerdo con el magisterio, sino que además no le faciliten el documento en donde se establece lo acordado, pese a que a él le corresponde que se cumplan varios de los puntos convenidos.

Otro hecho importante es que cuando los dirigentes del Comité Democrático Magisterial Poblano se sentaron a negociar el lunes y martes de esta semana con representantes de la Segob y pusieron en la mesa el tema de la exigencia de que sea destituido Darío Carmona, la respuesta de los funcionarios de la Segob fue que por ahora ese asunto no se iba a tratar, que sería más adelante.

Visto de otra manera, la gente de la Segob dejó el tema latente y no lo desecharon, según cuentan los miembros de la disidencia.

Para algunos actores del conflicto magisterial, esos hechos podrían ser signo de que Darío Carmona se está tambaleando en el cargo o por lo menos, que en el Poder Ejecutivo se le considera como un funcionario que no tiene capacidad de atender los conflictos magisteriales –lo cual es cierto–, y por tanto se le podría relegar de ahora en adelante.

Y es que Darío Carmona estuvo a punto de provocar que el conflicto de los maestros se desbordara.

Cuando la semana pasada los disidentes empezaron a tomar los edificios de las Coordinaciones Regionales de Desarrollo Educativo, hubo una intensa actividad de la Secretaría de Gobernación en dos vías, una para buscar que los disidentes desocuparan los inmuebles y no tomaran otras medidas radicales, y la otra para evitar que prosperara la exigencia de Darío Carmona García de que interviniera la fuerza pública para desalojar y detener a los mentores que estaban participando en las movilizaciones.

El lunes pasado, de nueva cuenta Darío Carmona pretendía que los granaderos no solamente resguardaran el edificio de la SEP, que fue bloqueado por la disidencia, sino que buscaba que los agentes avanzaran y golpearan a los poco más de 5 mil profesores que protestaban frente a dicha dependencia.

Por lo menos esos eran los planes por la mañana del lunes, y eso al parecer explica la actitud beligerante, provocativa, que tenían algunos policías contra los maestros. En la tarde, súbitamente, los granaderos cambiaron de actitud y se dedicaron a resguardar a la SEP, dejaron de lanzar escupitajos e insultos contra los mentores.

Esa modificación de conducta al parecer se debió a que en el Poder Ejecutivo le llamaron la atención al titular de la Secretaría de Educación, en el sentido de que no se podía usar la fuerza pública contra los mentores porque eso iba a generar un conflicto mayor al que ya se vive, además de que tomaría otro rumbo la rebelión de los mentores en contra del SNTE y la ACE.

Tal parece que la intención de Carmona era usar la violencia a como dé lugar para amedrentar al magisterio. Dicho de otra manera, quería que ya hubiera fregadazos contra los profesores, sin importar que eso pusiera en riesgo la vida de algunos educadores.

Incluso el viernes de la semana pasada el encargado de las políticas educativas del estado, a la hora de irse de las oficinas de su dependencia, se despidió de algunos servidores públicos como si ya no fuera a regresar, pues seguramente estimaba que la presión que ejercía de que entrara la fuerza pública contra el movimiento disidente le podía costar el cargo.

Además, se sabe que Carmona es partidario de que se aceleren los procesos legales que hay en la Procuraduría General de Justicia para que se meta a la cárcel a las cabezas de los CDMP, a quienes se les acusa de actos ilegales por haber encabezado la toma de los edificios de las secciones 23 y del SNTE, a finales del año pasado.

Realmente esos datos retratan a un Darío Carmona insensato, insensible, que ha perdido la cabeza; que actúa como un porro, un golpeador, pero no como un maestro, un educador, un profesionista, un servidor público y alguien consciente del liderazgo social que los profesores ejercen en muchas comunidades del estado.

Si hubiera existido el más mínimo hecho de violencia de la Policía en contra de los maestros, el gobierno del estado en ese momento hubiera perdido la posición de ser mediador, árbitro en un conflicto laboral entre grupos de profesores y el SNTE; entre las bases magisteriales y la SEP federal, por la inconformidad que existe en contra de la ACE.

Con una agresión de la fuerza pública contra los maestros, el gobierno estatal se hubiera convertido en otro actor del conflicto magisterial, tal como le pasó a los poderes Ejecutivos de Morelos y de Oaxaca en el pasado reciente. Si algo se le debe de reconocer a la administración de Mario Marín Torres es que ha buscado no involucrarse de manera indebida en dicho asunto, algo que no comprende Darío Carmona.

Y al final el pez por la boca muere. Es necesario recordar que hace cuatro años, en los primeros de su gestión, Carmona mandó a quitar unas barreras de seguridad que había en la entrada principal de la SEP. En una ceremonia pública, el secretario pronunció un discurso, en el cual señaló que esas vallas metálicas no tenían razón de ser, que esa era “la casa de los maestros” y nadie les podía impedir la entrada.

Ahora al funcionario ya se le olvidó que está al frente de “la casa de los maestros” y ya quiere madrear a los profesores. Eso exhibe la demagogia del titular de la Secretaría de Educación Pública.

 
 
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