El índice de reprobación en las primarias del estado viene en descenso desde 1998, pero la encargada de la maestría en Educación Básica de la Universidad Iberoamericana, Celine Armenta Olvera, señaló que la disminución no expone necesariamente mejoras en el sistema educativo, sino la flexibilización de los criterios para avanzar de grado.
Según cifras oficiales de la Secretaría de Educación Pública (SEP) estatal, el número de estudiantes de primaria reprobados se redujo durante los últimos 10 años en tres puntos porcentuales.
Mientras en el ciclo escolar 1998–1999 las autoridades de ese nivel educativo reportaron que 7.3 por ciento de los alumnos tuvieron que repetir año, el año pasado la proporción disminuyó a 4.3 por ciento.
Lo anterior significa que en el ciclo escolar 2007–2008 poco más de 35 mil estudiantes de primaria fueron reprobados por problemas de actitud, desempeño o aprendizaje, según un estimado realizado por La Jornada de Oriente con base en los datos educativos del cuarto informe de labores del gobernador Mario Marín Torres.
Al respecto, Armenta Olvera afirmó que la mejora es producto de las políticas educativas que se pusieron en marcha en el sexenio de Manuel Bartlett Díaz.
A las autoridades actuales, dijo, les toca resaltar los éxitos. No obstante, consideró que los encargados de las políticas educativas en el estado tendrían que ordenar un estudio sobre el tema, para conocer si el número de estudiantes aprobados refleja un mejor aprendizaje.
El índice de reprobación es una “variable peligrosa que no dice nada por sí sola”, apuntó, porque así como puede exponer una mejora en el proceso de enseñanza, también puede ser una muestra de que las autoridades de la SEP están dispuestas a disminuir la calidad escolar en aras de mejorar los indicadores.
La doctora en educación explicó que los docentes tienen la instrucción de abatir el número de reprobados, lo cual muchas veces logran al suavizar los criterios para avanzar de grado.
Eso quiere decir, abundó, que los profesores prefieren aprobar a un estudiante aunque necesite repetir el año, porque cada niño reprobado representa un “tache” no sólo para el sistema educativo, sino también para la carrera magisterial del educador.
