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Miércoles, 19 de noviembre de 2008
La Jornada de Oriente - Puebla -
 
 

 CUITLATLÁN 

El conflicto magisterial de Puebla a punto de ser similar al de Morelos

 
FERMÍN ALEJANDRO GARCÍA

El conflicto magisterial de Puebla cada vez adquiere más similitudes al movimiento que recientemente se vivió en el estado de Morelos y estuvo a punto de provocar que se perdiera el ciclo escolar. Entre los maestros inconformes ya existe la disposición de que el siguiente paso en su lucha en contra de la Alianza por la Calidad Educativa (ACE) y Elba Esther Gordillo, la dueña del SNTE, es el cierre de carreteras, la toma indefinida de la SEP, de las sedes sindicales y la suspensión de clases.

Y el mejor signo de que el conflicto puede desbordarse, es que ayer había una situación de alarma entre los dirigentes locales de las secciones 23 y 51 del SNTE, que desde el fin de semana han estado tocando las puertas del gobierno del estado exigiendo que la administración estatal destine una partida extraordinaria de fondos para sobornar a los líderes de la disidencia y se detenga de una vez por todas el malestar contra la organización de profesores.

De hecho, ayer en algunos contingentes de maestros había la decisión de ir a tomar la SEP y de cerrar carreteras, pero los líderes de la rebelión magisterial pudieron evitar que se desbordara la protesta. Pese a esa mesura, tal parece que cada vez se avanza más a un escenario similar al de Morelos.

Veamos por qué hago esta aseveración:

En Morelos se combinó la inconformidad de los maestros con la ACE y la corrupción del SNTE;  se dio la unión de líderes de la CNTE y dirigentes del sindicato que eran institucionales, pero después se rebelaron en contra de su organización; la participación del PRI y el PRD, cada uno por su lado, apoyando a grupos de docentes; la necedad del gobierno de no modificar la Alianza por la Calidad Educativa y una dirigencia del sindicato que no pudo contener la inconformidad de sus representados.

El resultado de esa amalgama fue más de 70 días de paro de labores y que se obligara al gobierno a revisar la ACE, además de reprimir a los docentes con la fuerza pública y que en varias ocasiones el estado se paralizara.

Una característica esencial de Morelos es que el gobierno se confió que Elba Esther Gordillo resolvería con sus operadores la inconformidad. De hecho, a la mitad del conflicto, con la mediación del legislador perredista Graco Ramírez, ya se había logrado que hubiera un acuerdo educativo alterno a la ACE, pero por decisión de “la maestra”, se frustró un arreglo rápido el conflicto.

En Puebla ocurre exactamente lo mismo. La CNTE se filtró –para bien de la defensa de los derechos laborales de los maestros– en las regiones de Chignahuapan, Huauchinango, Izúcar de Matamoros, Zacatlán y Teziutlán, al mismo tiempo que ex dirigentes del SNTE decidieron rebelarse contra su sindicato. Al mismo tiempo grupos de maestros priistas y perredistas han decidido unirse a las movilizaciones.

Y por el lado de la parte oficial, aparece la posición torpe e irresponsable del titular de la SEP, Darío Carmona García –bueno él siempre ha sido así–, que se niega a revisar la ACE y lo único que sabe es amenazar, sin ofrecer ninguna otra alternativa de negociación.

Mientras que por el lado del SNTE los dirigentes Cirilo Salas y Eric Lara prácticamente han sido borrados. Quienes toman las decisiones son Rafael Ochoa Guzmán, el secretario general del sindicato, o en su ausencia, Sanjuana Cerda Franco o Julio Peralta, los enviados del CEN de la agrupación gremial.

En Morelos, Ochoa  amenazó que iba a movilizar a miles de maestros que estaban a favor de la ACE para contrarrestar las protestas de los inconformes. En Puebla ha dicho lo mismo, que va a desplegar a 50 mil docentes –que nadie sabe de dónde los va a sacar– para aplacar a la disidencia.

Al final en Morelos, Ochoa no pudo movilizar a nadie y ahora el dirigente no puede poner un pie en ese estado. Es claro que en Puebla tampoco podrá cumplir sus amenazas.

Visto de otra manera, Rafael Ochoa es una especie de bufón al que no le hacen caso la mayor parte de sus representados.

La marcha de este martes puso en evidencia que la inconformidad de los docentes contra su sindicato va en aumento, que de nada han servido los sobornos, le entrega de bases, plazas, préstamos, créditos para vivienda, dinero en efectivo, así como las amenazas de la SEP y del SNTE en contra de los líderes del movimiento y los maestros de base. En la anterior protesta se estima que participaron unos 20 mil docente y ahora se calcula que rebasaron los 30 mil los trabajadores que salieron a las calles.

Hasta hace una semana los líderes locales del SNTE decían con mucha tranquilidad que el conflicto ya estaba en proceso de desactivarse. Sostenían que el PRI había dejado de financiar a los activistas de la CNTE que operan en la Sierra Norte, que entre los participantes de la disidencia había divisiones y desánimo. Que era cuestión de unas semanas para que se acabar el problema.

Lo que ayer se vio es un signo de que el conflicto va para largo y tiende a agudizarse, por una razón muy sencilla:

Pese a todas las negociaciones, las estrategias del SNTE, las torpes amenazas de Darío Carmona y la crítica mediática contra los mentores que protestan, no se están ofreciendo alternativas para resolver los problemas reales de los profesores de base, los que llenan las calles para manifestarse y están al margen de los enjuagues políticos de sus líderes.

Mientras el gobierno y el SNTE se sigan olvidando de las necesidades de los maestros, continuará activa la justa inconformidad de los docentes.

Y algo debe quedar claro, oponerse a la ACE, por parte de los docentes, es una contribución al mejoramiento de la educación en México.

 
 
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