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Miércoles, 17 de septiembre de 2008
La Jornada de Oriente - Puebla - Suplementos
 
 
ECONOMÍA A RETAZOS
 

Construir una nueva hegemonía (entrevista con Emir Sader)

El proceso político de la última década en América Latina dio por resultado gobiernos de signo distinto del neoliberalismo. Algunos decididamente opuestos, otros con “rasgos contradictorios”, según la expresión acuñada por Emir Sader, director ejecutivo de Clacso (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales). Pese a las coincidencias que observan en muchos sentidos los países de la región, parece no terminar de romper el molde que la encierra, ni quitarse de encima las sombras de su pasado. Sobre éstos y otros temas conversa Emir Sader.

–¿Qué les está faltando a los países de la región para integrarse y avanzar más aceleradamente en un proceso de transformación?

–Un proyecto estratégico de futuro, una comprensión más clara de lo que es América Latina ahora, de la naturaleza de sus regímenes económico sociales en función del rol del estado. Y pensar en qué futuro tiene más allá del neoliberalismo.

–¿Y en qué aspectos cree usted que se avanzó?

–Algunos ladrillos de esa construcción existen, ya sea como realidades o como menciones en discurso. El Banco del Sur, la idea de una moneda única, el Banco Central único, todo lo cual significaría una política económica única, son elementos importantes. Pero al mismo tiempo hay que plantear qué modelo de sociedad queremos, y eso significa pronunciarse en favor de una sociedad desmercantilizada. Plantear qué tipo de estado queremos, lo cual lleva a proponer un estado que no esté penetrado por la financiarizacion. Definir qué tipo de cultura, qué identidad y diversidad cultural debemos tener. Decir qué tipo de espacio alternativo creamos, por afuera de la hegemonía unipolar norteamericana.

–¿Todo eso qué implica?

–Ese proceso implica no sólo integración económica y social, sino también tecnológica, cultural, educacional, mediática y de estructuras políticas. Existe un esbozo de parlamento latinoamericano, pero aún se está muy lejos de que tengamos estructuras supranacionales de carácter latinoamericano o sudamericano. El tema, podríamos decir, ahora es político, es discutir futuras relaciones de poder. Qué tipo de sociedad, qué nueva hegemonía queremos construir.

–Pareciera que alcanzar esos objetivos requeriría un salto de conciencia importante de las sociedades y su clase política, un cambio del paradigma neoliberal de la década anterior. En este sentido, ¿qué papel están jugando los intelectuales de Latinoamérica, ya sean economistas u otros cientistas sociales?

–Tenemos una trayectoria extraordinaria del pensamiento crítico latinoamericano. El gran viraje fue la crítica que la CEPAL hizo de la teoría del comercio internacional, que fue dar vuelta el Mundo y pensar el intercambio a partir de la periferia y las formas de desarrollo desigual, de intercambio desigual. Fue pensar en la acumulación a partir de la periferia, con todas las debilidades que tuvo. La gran novedad histórica de la segunda mitad del siglo pasado, en términos económicos, fue la industrialización de la periferia. Hasta ahí, era un tema monopolizado por el centro. La periferia era hacer agricultura, minería, ganadería y nada más.

–¿Qué efectos tuvo?

–Este vuelco en el pensamiento económico elevó el nivel de identidad nacional, planteó la relación con las potencias imperiales en un nivel superior. El nacionalismo fue el gran fenómeno del siglo pasado en América Latina. Con tonos antiimperialistas mayores o menores, según el caso. Pero la intelectualidad lo concibió. Y en años recientes, varias teorías elaboradas en esa época ayudaron a pensar la acción política de los nuevos gobiernos en la región. Pero no en todos los casos.

–¿Podría dar ejemplos de unos y otros?

–En Bolivia, se dio a través de un grupo pequeño de intelectuales, llamado La Comuna (del que surge el actual vicepresidente, Álvaro García Linera). Un núcleo de académicos se articularon fuera de la universidad y ayudaron al movimiento indígena a repensar su identidad, su trayectoria. A hacer una autocrítica de la izquierda boliviana, de su pasado. En Ecuador también hay sectores intelectuales que están articulados entre sí y con el proceso político. En Venezuela, en cambio, se da un proceso de cambio con una ausencia enorme de una intelectualidad que ayude a pensar ese proceso. Y eso es grave.

–Venezuela, Brasil, Argentina. Está hablando de los países económicamente más fuertes y relativamente más desarrollados y son los que más debilidades presentarían en el plano intelectual para promover un cambio.

–Mi conclusión es que a la intelectualidad, en realidad a su conjunto y no sólo al pensamiento crítico, este período histórico la tomó por sorpresa. Queda como la voz de menor resistencia a los sistemas de dominación, por detrás muchas veces de los movimientos sociales. Fíjese que América Latina fue territorio de varias teorías de avanzada del pensamiento crítico en décadas anteriores, pero hoy no encontramos expresadas muchas de esas teorías en el movimiento político latinoamericano, no están ayudando a pensar el proceso contemporáneo.

 
 

El negocio de la educación

“Este verano, la acción no estuvo en las playas donde los estudiantes pasaban sus vacaciones, sino en las oficinas de sus escuelas. En menos de un mes, se cerró la venta de dos importantes universidades privadas a compañías controladas por fondos in-ternacionales de capital privado.

“La compra de la Universidad Tecnológica de México (Unitec) por la firma estadounidense Lau-reate, el pasado 8 de julio, es la sacudida a la competencia que cambiará el mapa de la educación superior en México. De un plumazo la compañía con sede en Baltimore, Maryland, se hizo de una de las mayores matriculas del país.

“Eso confirma que grandes fondos de inversión aterrizaron en México en busca de un negocio con enorme potencial: estudiantes que no tu-vieron cupo en las universidades públicas ni pueden pagar altas colegiaturas en las privadas, y empleados de grandes compañías que no pueden ascender a cargos gerenciales por falta de una carrera profesional.

“El grupo Lauterec, ahora, es propietario de la Universidad del Valle de México (adquirida en el 2000); la Universidad el Desarrollo Profesional (comprada en 2007), con 23 planteles en nueve estados y la Unitec, cuya matrícula asciende a 36 mil estudiantes.”

En total, ahora, aproximadamente 50 mil jóvenes se “forman” en empresas de educación superior propiedad de extranjeros.

Fuente; Zacarías Ramírez. “El boom de las aulas”, Expansión, número 998, 1–14 de septiembre, México, pp. 104/108.

 
 

Los golpes nucleares del huracán Ike en Gibara, Cuba
 
 

 
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