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Miércoles, 27 de agosto de 2008
La Jornada de Oriente Puebla Suplementos
 
 
MEDIEROS
desde los comunicadores
 

La nueva Jornada de Oriente

 
Lilia Vélez Iglesias

Justo hace unos días, en un curso de periodismo, comentaba sobre la importancia y la necesidad de que los medios de comunicación en México se abran a la sociedad, establezcan mecanismos de transparencia y hagan pública información sobre sí mismos y sobre su línea editorial, su política informativa y sus decisiones empresariales y periodísticas. De ahí que celebre el hecho de que La Jornada de Oriente arranque una nueva etapa de su vida y que informe a su público sobre las razones y los objetivos de ésta.

Como usted pudo constatar desde el lunes pasado, el diario que recién cumplió 18 años, rediseño su edición. En lo personal, el nuevo diseño acerca (en términos visuales) al periódico regional mucho más a la edición nacional.

Dicen los que saben que el principio fundamental de todo diseño periodístico es facilitar la lectura; de ahí que las consideraciones estéticas se subordinan siempre a ese objetivo fundamental. Creo que el diseño recién estrenado de La Jornada de Oriente cumple con mayor rigor esa finalidad del diseño editorial periodístico.

No obstante, lo que más celebro es la exposición pública de los cambios que el diario ha sufrido y que tienen que ver con la estructura accionaria y la producción y distribución del rotativo. Estoy convencida que los medios de comunicación deben ser lo más transparentes posibles y que si realmente le apuestan a servir a un público, éste debe de ser el primero en enterarse de las decisiones sobre cambios y rediseños que son tomadas en los mismos.

Finalmente, tal y como lo dice el editorial del lunes pasado, los cambios en La Jornada de Oriente no incluyen a la línea editorial, que se mantiene vigente y que abona con ello la pluralidad indispensable de toda democracia.

 
 

Retos para los años por venir

Gabriela Pinto Márquez

Al cumplir 18 años, La Jornada de Oriente apuesta por una renovación en la forma y el contenido. Abrir el ejemplar del lunes 25 de agosto de 2008, de entrada me provocó zozobra. Leí la edición de Tlaxcala, y al darle una vuelta al ejemplar, descubrí que no estaba la contraportada de Puebla. La angustia me vino por impaciente, ya que al hojear detenidamente el diario, encontré en interiores la sección de Puebla.

Como soy adicta a la nostalgia, voy a extrañar esa suicida propuesta de tener un ejemplar al que dar vuelta sobre sí mismo para enterarse de los sucesos de Tlaxcala o de Puebla. Ya no podré regocijarme con la cara de incredulidad de los alumnos de Comunicación al presentarles un ejemplar con diseño gráfico tan arriesgado como el que circuló hasta el pasado viernes 22 de agosto: dos portadas en un mismo número.

Sin embargo, he de confesar que me gustó la propuesta editorial con la que empiezo a familiarizarme. Encuentro en la forma más similitud con La Jornada y eso me gusta. Creo firmemente que en cuestiones de información, es tan importante la forma como el contenido, y creo que los compañeros de La Jornada de Oriente tienen en este punto el reto para los próximos años. No basta tener un ejemplar guapo. Ese contendor debe honrar a los lectores que buscan información bien trabajada, opiniones fundamentadas, entrevistas adictivas, crónicas espléndidas…

¿Es mucho pedir? Seguramente que sí, pero los tiempos que corren implican nuevos pautas de consumo mediático y una competencia feroz. Sin ir más lejos: cuando convoqué a los medieros para expresar su opinión sobre el ejemplar impreso, Jonathan Vázquez (que ahora radica en el Distrito Federal) tuvo que disculparse porque allá no tiene acceso a la versión en papel. Rafael Hernández, comunicólogo informado, exigente y con una carga académica intensísima, tuvo que asumir que no había podido comprar el ejemplar impreso. Gabriela Pinto me llamó desencajada el martes por la mañana, ya que el expendio de periódico más próximo a su hogar aún estaba cerrado… no es que no sean lectores de La Jornada de Oriente; lo que pasa es que, normalmente revisan la versión electrónica. Los usos y gratificaciones están cambiando.

Infoadicta como soy, no he podido prescindir de los ejemplares de mis periódicos y revistas de cabecera. Por eso, cada mañana, en un ritual ineludible, voy al puesto de doña Margarita Alcalá por mi Jornada… pero asumo que no todos se pueden dar ese lujo. ¿Retos en puerta para los jornaleros de oriente? No sólo una cabal información, sino una distribución eficaz y una página electrónica que cierre ese equilibrio perfecto. Creo que de esa fórmula dependerá que este guapo ejemplar nos deje plenamente satisfechos.

 
 

Cuando es tan importante la forma como el fondo

Ana Lidya Flores

En una sociedad visual como la nuestra, la imagen no sólo es tan elocuente como un millar de palabras, a veces lo es todo. Los publicistas lo saben bien. Transforman productos y servicios de mediana calidad en sobresalientes. Con una buena sesión de fotos con la iluminación adecuada y sus respectivos retoques en photoshop la realidad puede ser manipulada de una manera asombrosa. Basta ver las revistas en las que los modelos aparecen perfectos, por decir poco. Del mismo modo podremos ver productos plásticos que aparecerán relucientes tras una ligera embadurnada de aceite.

Esto no sólo aplica al estricto fin de comercializar. El mismo caso ocurre cuando intentamos difundir información valiosa. Si los responsables de las industrias culturales y hasta los mismos artistas no incluyen en su planeación estratégica un consistente trabajo de diseño e imagen; aunque el producto sea excelente, será difícil que lleguen ríos de gente a las presentaciones de danza, pintura, escultura y otras tantas artes. Ya muchos han experimentado en carne propia la dificultad de vivir de la cultura porque han subestimado el poder de la imagen y del diseño gráfico, a diferencia de las grandes empresas que se dedican a vender sus productos y que invierten cifras millonarias en carteles, informativos impresos, invitaciones, radio, prensa y por supuesto en spots televisivos.

En esta lógica comento el cambio de formato de la versión impresa de La Jornada de Oriente, ahora con mayor parecido al diario de circulación nacional con el que tiene vínculo. Este formato permite identificar de manera más fácil las secciones, además de la familiaridad visual con la estructura de la información, refleja al medio que motivó su origen y al mismo tiempo consolida el lazo que tiene con él.

Me parece que los productos gráficos son perfectibles y no debe considerarse un diseño eterno y sin cambios, aunque una vez que se encuentra una identidad visual adecuada lo mejor es conservarla, pulirla y modificarla de manera que refleje la evolución del medio. Esta personalidad de imagen debe ser congruente al contenido que manifiesta el producto informativo, es decir, debe reflejar la esencia, la ideología y el proyecto que lo sustenta. Un cambio de imagen para consolidar la identidad siempre es una buena estrategia para mejorar, siempre y cuando tenga un fundamento congruente y no sea sólo en la forma sino también en el fondo.

 
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