La incidencia de cáncer de piel en la población menor a los 35 años ha ido en aumento, y uno de los factores ha sido, sin lugar a dudas, el uso indiscriminado e inadecuado de las camas de bronceado, advirtió la doctora Felipa Cotzomi Atzompa, dermatóloga adscrita al Hospital General Regional (HGR) No. 36 “San Alejandro” del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Otros factores como la moda, la vanidad, la pertenencia a determinado grupo social y la estética, han hecho que estar bronceado sea una verdadera necesidad, sobre todo para la población joven que suele exponerse al sol por periodos muy prologados o acudir a estéticas o centros de belleza que ofrecen el servicio de camas o lámparas de bronceado artificial, sin que se tomen las medidas necesarias para evitar daños irreversibles en la piel o los ojos.
Si bien exponerse al sol ofrece beneficios a pacientes con osteoporosis (disminución de la densidad mineral ósea debido a la falta de estrógenos), psoriasis (lesión de la piel caracterizada por engrosamiento, enrojecimiento, inflamación y descamación), raquitismo (debilitamiento y reblandecimiento de los huesos), reumatismo (inflamaciones dolorosas en cartílagos, huesos y articulaciones), así como durante el climaterio y tiene efecto positivo sobre el estado de ánimo, puede causar severos daños si se realiza de forma indiscriminada.
La especialista expuso que el sol tiene gran número de emisiones, entre las cuales se incluye la luz visible, los rayos infrarrojos (radiaciones de onda más baja que la luz) y los ultravioleta (por encima de la luz común), estos últimos son los responsables del bronceado, y se clasifican a su vez en tres categorías, de acuerdo a sus diferentes cualidades y efectos en la salud:
UVC: Son los de mayor energía, pero no llegan a la atmósfera terrestre porque son detenidos por la capa de ozono.
UVB: Pueden estimular la generación del pigmento de la piel, pero a costa de numerosos efectos secundarios, desde quemaduras y ulceraciones hasta cáncer de piel si la exposición es muy prolongada; sus efectos son acumulativos a largo plazo y pueden afectar igualmente a los ojos.
UVA: También generan bronceado en la piel, y aunque tradicionalmente se ha considerado que no afectan a la salud, en realidad producen daños cutáneos a largo plazo, más profundos que los rayos UVB.
Por ello, la doctora Felipa Cotzomi recomendó que antes de hacer uso de las camas de bronceado, se debe averiguar cuál es el fototipo de piel que se tiene. Por tal razón, explicó que existen los tipos I y II, que son las pieles muy claras, que se queman fácilmente y el bronceado es casi nulo.
Le siguen los tipos III y IV, que es la piel blanca, ojos y cabellos castaños; el bronceado es gradual. Y la clasificación V que son pieles morenas que provoca bronceado intenso; rara vez se quema la piel.
El siguiente paso, continuó, es elegir el formato del aparato que se adecue a la parte del cuerpo de la que se quiera modificar el tono de piel ya sea horizontal o vertical, para broncear (cuerpo o cara por igual, o bien facial), cuya aplicación se centra únicamente en cara y pecho.
Los rayos UVB son los que provocan cáncer en la piel
Por otro lado, la especialista señaló que las máquinas de bronceado emplean una serie de filtros que eliminan las radiaciones del tipo B y sólo dejan pasar las A. Al respecto, agregó, algunos estudios indican que la proporción es de un 95 por ciento de rayos UVA y 5 por ciento de rayos UVB; sin embargo, el uso constante y la falta de mantenimiento de los aparatos mencionados puede provocar que los UVA se conviertan en UVB, principal factor desencadenante de cáncer en la piel.
“Si aún con lo anterior, se decide recurrir a este tipo de sistemas de bronceado, debe tenerse en cuenta que un sitio que ofrezca el servicio, y se precie de ser serio, advertirá de los efectos que puede implicar la exposición a los rayos ultravioleta”, sugirió; al mismo tiempo que insistió que estos “centros de belleza” deberán comprobar que el equipo empleado es sometido a mantenimiento periódicamente y que el personal está debidamente capacitado para su manejo.
Del mismo modo, algunas de las recomendaciones que hizo la doctora Cotzomi para reducir los daños al exponerse a estas camas de bronceado son: prohibir el uso en menores de 18 años; utilizar gafas especiales adecuadas para proteger los ojos de los rayos ultravioleta; los lentes de sol no resultan eficaces. Asimismo, cada sesión tendrá una duración de entre 8 y 12 minutos, no más; antes de exponerse, asegúrese de tener la piel completamente limpia; eliminar cualquier resto de maquillaje o perfume, y desprenderse de joyas, objetos metálicos y lentes de contacto.
Entre una sesión y otra deberán transcurrir por lo menos 48 horas; y es indispensable hidratar la piel después del bronceado con un producto que preserve la humedad de la misma. También recomendó que se debe informar al especialista si se consumen medicamentos, ya que éstos pueden generar algún tipo de alergia que pudiera provocar reacciones.
De la misma forma, enlistó no exponerse al sol después de una sesión de bronceado artificial; y por último, las camas de rayos ultravioleta no deben ser utilizadas por embarazadas, personas que presenten síntomas de insolación o quemaduras, quienes hayan padecido cáncer de piel o aquellos que tengan antecedentes familiares de este tipo de anomalías.
Finalmente, la especialista informó que más de 30 sesiones al año son un peligro y al superar las 50 puede provocar envejecimiento prematuro de la piel, así como quemaduras, manchas, arrugas, flacidez y, en el peor de los casos, melanoma o cáncer de piel por agotamiento de los sistemas de autodefensa. (Yadira Llaven