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Miércoles, 30 de abril de 2008
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desde los comunicadores
 

Filtración gandalla

 

 
Ana lidya Flores

Miércoles 23 de abril. Un aguacero torrencial cae sobre la ciudad de Puebla y no es fácil la recepción de W Radio. Son más de las 20 horas, y León Krauze, el conductor del informativo nocturno, alerta a su auditorio: tiene una grabación “calientita”. Entre la lluvia sobre el auto y el ruido de la transmisión, me entero que presentará un nuevo escándalo en el cochinero del PRD. Se reconoce el tono de voz de Andrés Manuel López Obrador, altisonante, pero no se entiende mayor cosa de la conversación. Krauze le pide al reportero Óscar Oliver que traduzca el contenido para la radioaudiencia: resulta que hubo un diferendo entre el senador Carlos Navarrete y el mismísimo AMLO. Orgulloso, León Krauze le pregunta al reportero cómo se hizo del audio, y entre ufano y tímido, Oliver contesta que “le filtraron la información”. Krauze insiste en que esa grabación “calientita” dará mucho de qué hablar.

Jueves 24 de abril. A través de www.radiotrece.com.mx escucho el noticiario con Javier Solórzano. Hacia las 7:15 horas, introduce el tema, y entrevista a la reportera que obtuvo la filtración de primera mano. Así nos enteramos que Milenio, El Universal, La Jornada, TV Azteca y Radio Trece recibieron en primera instancia la grabación. “¿Por qué todos los medios citan a W Radio?” pregunta Solórzano. “Porque entre los compañeros se siguió filtrando”, responde Karina.

La reportera explica que una fuente –que no se puede revelar–, entregó la grabación a los cinco medios enunciados, y que en la noche del martes 22 de abril, Radio Trece había contado el incidente hacia las 23:45, y que la información estaba disponible en el portal de internet desde las 0 horas. Como el material era inaudible, optaron por relatar el acontecimiento y no difundir la grabación, que requería un intenso proceso de edición para que se entendiera.

En cortas y breves: W Radio presentó el material como una exclusiva cuando era una filtración de segunda mano.

Viernes 25 de abril. Es noche de “Las mangas del chaleco” en El Noticiero de Joaquín López Dóriga. Pero lo más relevante es que, como primer asunto informativo de la noche, está el audio que registra las voces de Andrés Manuel López Obrador y de Carlos Navarrete. Con un excelente trabajo de limpieza, subtítulos y un buen montaje para que el conductor del noticiario pudiera editorializar a gusto, la teleaudiencia debe haber concluido que ese Andrés Manuel no sólo es autoritario, sino que es un “verdadero peligro para México…” López Dóriga dedicó los nueve primeros minutos presentar los segmentos editados a modo, para que la impresión fuera inequívoca: Andrés Manuel también es una calamidad para el de por si ya calamitoso PRD. Una frase superpuesta sobre la mascarilla de la información consignaba: “Cortesía de W Radio”.

Lunes 28 de abril. Ya son las 22 horas y esta noche el programa “Aristegui” de CNN presenta como entrevistado a Carlos Navarrete, una de las voces de la discusión. En media hora de charla informativa, el senador explica como un “reportero audaz” logró hacer la grabación y que los medios que la difundieron sacaron de contexto algunas partes de la conversación para causar un efecto de disputas irreconciliables. Carmen Aristegui cuestiona, insiste, permite la profundización en el tema.

Conclusión: Hasta para filtrar información, hay que hacerlo con estilo, y de nuevo Televisa demuestra que su estilo no sólo carece de ética. También es gandalla.

 
 

La Catarina contra el rector Derbez

 

(Jonathan Vázquez Betancourt)

“En una democracia, la libertad de expresión pertenece al conjunto de la ciudadanía, y los ciudadanos tienen interés en que esa libertad se ejerza al servicio de la verdad y no al servicio de la manipulación” (entrevista de Gloria Ribé a Ignacio Ramonet. Proceso 1641).

Si el político que hoy dirige la UDLA soslaya la historia que precede al semanario universitario La Catarina y decide no revisar el capítulo de censura que vivió el equipo real del extinto medio y hacer justicia, se convertirá, sin remedio, en “cómplice por omisión” del grupo de estudiantes y profesores que coartaron la libertad de expresión universitaria.  

La Catarina, que hoy se publica con el respaldo económico y académico de la universidad, es redactada por un grupo de (y me avergüenzo de ello, pero así nos colocan las circunstancias) compañeros y futuros colegas que han decidido hacer a un lado la ética periodística, por el falaz –y ellos lo saben y están conscientes– reconocimiento que da publicar unas líneas en un medio ilegítimo y que no refleja la enseñanza que probos catedráticos nos dieron a quienes durante años colaboramos en la hoy ex Catarina y que aprendimos que este oficio “no es para sinvergüenzas”.

La Catarina se ha convertido en un panfleto institucional, agachón y sumiso al poder y al siempre acomodaticio Consejo Estudiantil CEUDLA.

El equipo de la auténtica Catarina fue despojado del medio que durante siete años realizó un ejercicio periodístico respetable; un trabajo crítico que buscó rigor mediático que se alcanzó las más de las veces, pero que sobre todo, como lo definió Lilia Vélez, jefa de Comunicación de la UPAEP, constituyó “un ejercicio único de periodismo en México”, cosa que ya no es más.

Qué caradura la de los hoy colaboradores y profesores que tristemente mantienen un trabajo al costo que les genera su indigno –ahora sí– “periodiquillo de provincia”.

Si Luis Ernesto Derbez se desentiende del tema de La Catarina y no regresa el proyecto a estudiantes verdaderamente comprometidos con el aprendizaje y a los profesores que de verdad se interesen por la enseñanza y la universalidad del pensamiento como idea rectora de una casa de estudios, entonces, será triste cómplice de las maniobras que durante sus últimos días como gobernador de la UDLA, efectuó Pedro Ángel Palou, y de sus compinches, algunos de ellos como Luisa Vilar Payá, decana de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades, a quien un estudiante de Comunicación acusó públicamente, (Vilar sin poder articular respuesta) de haber llamado vía telefónica a su casa para amenazarlo si seguía reclamando y declarando ante prensa local por la arbitraria destitución de Claudia Magallanes como jefa de Departamento de Comunicación, lo que provocó molestia a estudiantes y padres de familia. Vilar también va en contra del rector, pero eso sólo es metafórico, porque siempre será complaciente con su jefe en turno. Ella también golpista, poco ética y verdugo de la libertad de prensa.

A cambio de eso, el reconocimiento del problema, del golpe (muy guardadas las proporciones, pero sí en los hechos equiparable a lo que el gobierno de Luis Echeverría hizo en contra del Excélsior de julio Scherer el 8 de julio de 1976) daría al rectorado del ex canciller lo que podría eventualmente calificarse como la decisión que demuestre que en la UDLA manda un rector y no un político más.

Luis Ernesto tiene la oportunidad de evitar la continuidad de un ilegítimo foro propagandístico que va en su contra, en detrimento de la libertad de prensa –derecho constitucional–, y de la opinión crítica como bastión de la democracia, de la enseñanza, de la “sabiduría, paz y fraternidad”.

Si calla nunca será rector de universidad, sino un político que vive atado  a los intereses fácticos que patrocinan la simulación de la verdad y a esa Catarina “pirata” que va en su contra.

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