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Miércoles, 16 de abril de 2008
La Jornada de Oriente - Puebla -
 
 

 MEDICINA E INVESTIGACIÓN  

La conciencia y la mecánica cuántica (segunda parte)

 

Roger Penrose propone que en los axones de las neuronas es donde se llevan a cabo los even-tos cuánticos que dan pie a la génesis de la conciencia (los axones son prolongaciones que se extienden desde el cuerpo de las neuronas)
Rafael H. Pagán Santini

Al estudiar cómo la mecánica cuántica actúa en el cerebro nos enfrentamos al mismo problema que cuando analizamos la actividad de la conciencia sobre las partículas subatómicas, carecemos de pruebas experimentales. Hasta la fecha lo que tenemos son especulaciones que se pretenden esconder detrás de un lenguaje aparentemente científico que no pueden demostrar con pruebas experimentales lo que postulan en sus teorías. Hasta el día de hoy, la corriente más oscurantista ha predominado entre los físico/filósofos que han intentado cruzar la barrera del campo de especialidad  para explicar la génesis de la conciencia.

La neurociencia, que es la disciplina especializada, por excelencia, para explicar qué es la mente y cómo funciona, se ha mantenido apegada al campo experimental, lo que le ha servido de brújula para interpretar la relación estructura y función en el cerebro. Si bien, entre los físico/filósofos que trabajan este tema, la doctrina que más impera es el neo–cartesianismo, entre los neurocientíficos esta misma filosofía está muy desprestigiada. El neo–cartesianismo no puede explicar la realidad biológica que se encuentra en el cerebro humano. El dualismo mente–cuerpo no es una realidad biológica. La intención de los neo–cartesianos es el de poder encontrar esta dualidad en el mundo “fantasmagórico” de la física cuántica.

De acuerdo con la neurociencia, todas las capacidades cognitivas son el resultado de la interacción de múltiples mecanismos de procesamiento distribuidos en muchas regiones diferentes del cerebro. Las regiones cerebrales específicas no se ocupan de facultades de la mente, sino de operaciones elementales de procesamiento. La percepción, el movimiento, el lenguaje, el pensamiento y la memoria son posibles por la interconexión en serie y en paralelo de varias regiones del cerebro, cada una de las cuales posee funciones específicas. Nuestra propia conciencia de nosotros mismos como ser coherente autoconsciente –la suma de aquello a lo que nos referimos cuando decimos “Yo”– se logra mediante la conexión de circuitos independientes, cada uno con su propio sentido de la consciencia, que realizan operaciones independientes en nuestros dos hemisferios cerebrales. Aún así desconocemos la representación nerviosa de la conciencia y de la conciencia de sí mismo.

Al margen de los charlatanes del misticismo cuántico, existe un grupo de físicos y de fisiólogos que han trabajado por años en descifrar lo que Chalmers en 1996 denominó “el problema difícil de la conciencia”, cómo explicar el estado fenomenal de la conciencia en términos de su base neuronal. Entre los principales investigadores de la física cuántica en el cerebro encuentran: Roger Penrose–Stuart Hameroff, J.C. Eccles, Henry Stapp y Dona Zohar entre otros. Todos los autores parten de la unicidad de la conciencia como un hecho distintivo sobre el que justifican parte de sus hipótesis. Existe, sin embargo, evidencia experimental que refuta la hipótesis unitaria. 

Penrose propone que en los axones de las neuronas es donde se lleva a cabo los eventos cuánticos que dan pie a la génesis de la conciencia, (los axones son prolongaciones que se extienden desde el cuerpo de las neuronas). Zohar plantea que es en las membranas de las neuronas donde se llevan a cabo los eventos cuánticos. Ambas hipótesis utilizan los conceptos de mecánica cuántica en detalle, pero su punto más débil es la propia neurobiología. Su descripción mecánico cuántica no obedece a la realidad biológica de las neuronas. El fundamento neurobiológico, tanto de la hipótesis de Penrose como la de Zohar es deficiente. Sus teorías van en contra o, cuando menos, ignoran gran parte del conjunto de conocimiento de la neurociencia actual.

Eccles y Stapp proponen explicar sus hipótesis a partir del mecanismo sináptico (unión de neuronas). A diferencia de los demás investigadores J.C. Eccles fue fisiólogo, además premio Nobel de medicina y fisiología. La teoría elaborada por Eccles posee unos fundamentos neurocientíficos sólidos, pero en cambio contiene importantes defectos en la justificación físicos. En el caso de Stapp su hipótesis sobre los canales de calcio en la unión sináptica no corresponde a la realidad biológica. Ambos autores comparten una filosofía dualista que se contrapone a los conocimientos actuales de la neurociencia.

Uno de los principales problemas de las teorías mecánico cuánticas es que parten de un supuesto falso: la unicidad de la conciencia. Ya hemos mencionado que la conciencia se logra mediante la conexión de circuitos independientes, cada uno con su propio sentido de la consciencia, que realizan operaciones independientes en nuestros dos hemisferios cerebrales. Este supuesto no es fortuito ya que, todos ellos entienden que la conciencia es un ente a parte del cerebro, por consiguiente, es indivisible sin importar su localización.

Los profesionales del campo de la neurociencia discrepan en cuanto a los mecanismos neuronales responsables de la conciencia: para algunos, el mecanismo consistiría en la sincronización de amplias áreas corticales; para otros, la conciencia surgiría del balance dinámico entre los sistemas que regulan la vigilia y el sueño, de la relación entre diversos estados cerebrales, especialmente de aquellos que implican las experiencias personales y la memoria, de la representación, instante a instante, de la continuidad del organismo, por medio de una representación de segundo orden, o por la comprensión recursiva de la información que llega desde diferentes regiones cerebrales, comparación que fundamentalmente, se realiza en los circuitos talamo–corticales.

En cualquier caso, aunque se postulen diversos mecanismos neuronales, parece clara que los procesos que originan la conciencia son puramente cerebrales y la física que parece subyacer a los mismos no precisa de la colaboración de la mecánica cuántica, ni de ningún otro mecanismo fisiológico o físico que no se aplique a sistemas nerviosos más sencillos: es decir, la aparición de la conciencia sólo dependerá de la mayor complejidad de la neocorteza cerebral humana. Rev. Neurol. 2002; 35 (1): 8794

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